La Teoría del Equilibrio General Walrasiano constituye la contribución más elaborada frente al problema central de la Economía que busca explicar cómo, a través de la interacción de distintos universos microeconómicos, es decir, de individuos que se mueven por intereses diversos, se alcanza el equilibrio macroeconómico que involucra a toda la comunidad y que resuelve el problema central de la asignación y distribución de los recursos.
El modelo de equilibrio general walrasiano representa el núcleo del paradigma neoclásico de la ciencia económica y se remonta a 1874 gracias al trabajo del matemático y economista francés Léon Walras, que es quien lo postula en su obra Elementos de Economía Pura. En términos simples, Walras profundiza y amplifica la Ley de Say, que sostiene que la oferta crea su propio nivel de demanda, dando cuenta que es el producto de la oferta el principal motor del poder adquisitivo. Sobre la Teoría del Equilibrio General Walrasiano hablamos en el Concepto de Economía de hoy.
Por ejemplo, un zapatero que ofrece en el mercado 20 pares de zapatos, a 100 euros el par, con el producto de su oferta pasa a ser un demandante neto de otros bienes, es decir 2.000 euros. Este es el poder adquisitivo del zapatero para demandar otros bienes, como trigo, carne, tela. De esta manera, la idea simple del productor y consumidor microeconómico de Jean Baptista Say, en la cual los productos se intercambian por productos, es desarrollada por Walras para un conjunto mayor de consumidores y productores que intercambiarán una gran cantidad de bienes.
El ajuste vía precios
Walras desarrolló un sistema de ecuaciones con ene ecuaciones y ene incógnitas y supuso un universo con cantidades fijas, por ejemplo: 20 pares de zapatos, haciéndose eco de la idea malthusiana de los recursos limitados. Por ello, la incógnita central de su modelo, o variable independiente a despejar, son los precios. Los precios son para Walras la variable que debe ajustarse hasta que el mercado se vacía. Es decir, cuando se eliminan los excedentes de oferta y demanda y todos los productos cambian de mano en el mercado. Nótese que esta idea involucra todo lo relativo al intercambio. En este modelo todos los agentes realizan intercambio y no existe el atesoramiento. Es decir, no es posible la especulación.
Como muestra la gráfica, en esta Teoría siempre la oferta y la demanda convergen por la vía de los ajustes de precios, hacia un equilibrio económicamente estable y socialmente aceptable. Esta convergencia implica la idea de un equilibrio como centro de gravedad al cual la economía tiende en forma natural. No existen distorsiones ni manipulaciones en los precios, ni tampoco creación de burbujas.
Es interesante constatar que en el modelo walrasiano el dinero es solo un velo: facilita el intercambio numerario pero en la práctica no requiere una presencia efectiva. Los agentes llegan al mercado con sus productos: carne, trigo, zapatos, que intercambian en el mercado por otros productos: tela, papel, tinta. El dinero cumple solamente el rol de facilitar las transacciones, se usa como unidad de cambio y medida de valor, pero no como fuente de atesoramiento.
El martillero walrasiano
Uno de los elementos centrales de este modelo de Walras lo constituye el llamado "martillero walrasiano". Este martillero o subastador tiene el rol de cantar los precios de todos los productos. Si una vez cantados todos los precios se produce un exceso de oferta (sobran bienes) o un exceso de demanda (faltan bienes) en alguno de los mercados, no se realiza ninguna transacción y el martillero debe volver a cantar los precios hasta el momento en que todas las ofertas y demandas se satisfagan, y el mercado se vacíe (es decir cuando todos los productos cambian de mano). Ese es el momento del equilibrio walrasiano. Se debe tener en cuenta que algebraicamente existe una limitante fuerte en este modelo: ni precios ni cantidades pueden ser negativas. Esto obstaculizó la difusión de este modelo en su tiempo.
Por eso es que casi cincuenta años más tarde el modelo de Walras pudo ser tomado con más fuerza gracias a los programas de álgebra lineal que podían resolver sistemas de ecuaciones simultáneas partiendo de la premisa de precios y cantidades positivas. Este avance le permitió a la Teoría del Equilibrio General Walrasiano ocupar el lugar central del análisis económico moderno. Su importancia y su poder se manifiesta en los siguientes aspectos:
Aparece como la teoría más desarrollada en el cumplimiento del tema central de los economistas, esto es, resolver la pregunta de Adam Smith sobre el proceso y las condiciones de la coordinación mercantil de los individuos descentralizados. En La Riqueza de las Naciones, Adam Smith señalaba “que la economía política es una de las ramas de la ciencia del legislador o del estadista” [a fin de determinar cuál es la mejor organización económica] “para enriquecer al soberano y al pueblo”. La propuesta de Adam Smith es que una economía liberal y mercantil (individualista, libre de los intervencionismos estatales o colectivos) es la organización ideal para obtener un resultado óptimo para todos, pues a pesar “de que el individuo sólo piensa en su ganancia propia […] es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en sus intenciones”. Los economistas teóricos han querido aclarar científicamente las condiciones bajo las cuales se expresa la posición de Adam Smith, y el modelo Walrasiano ha permitido ofrecer varias ventajas en esta corriente de investigación promotora del laissez-faire.
Base teórica del enfoque neoclásico
La Teoría del Equilibrio General Walrasiano es la base del paradigma o enfoque central de los economistas neoclásicos. Este enfoque toma la forma de un conjunto de modelos integrados que se construye de acuerdo con reglas precisas. Así es como se tiene la microeconomía de mercados perfectos e imperfectos, la macroeconomía con fundamentos microeconómicos, la teoría del crecimiento y todos los modelos derivados de la economía del bienestar que pretenden orientar la política económica.
Su alto grado de matematización la hace aparecer como un enfoque próximo al de las ciencias naturales, de tal forma que la economía es para muchos como la única ciencia social “dura”. Esto le permite presentar las otras teorías “generales” (ricardiana y keynesiana) como casos particulares para crear una plataforma que intenta ‘unificar el análisis económico’. De esta manera, abre la puerta a sugerencias de otras corrientes (institucionalistas, evolucionistas y otras heterodoxias) o de otros métodos (teoría de juegos).
A lo largo de 70 años, la Teoría del Equilibrio Walrasiano se ha convertido en la referencia obligada de todo planteamiento general (teoría del valor o crecimiento) ya sea para aquellos que creen que el problema ya está resuelto, como para aquellos que creen que falta mucho por hacer. Es preciso destacar, en todo caso, que esta teoría solo toma en cuenta a los agentes que participan en el mercado, como productores y consumidores, dejando fuera a aquellos que no tienen la opción de acceder a él. Es una limitante fuerte y que puede refutar todo este paradigma.
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