El póquer del mentiroso

El póquer del mentiroso
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Cuando los 80 tocaban a su fin, allá por 1989, Michael Lewis publicaba su primer libro, El póquer del mentiroso, un retrato de su experiencia en Salomon Brothers como broker de bonos, que sirve a la vez como retrato de una época, y, bajo mi modesta impresión, como aviso de lo que ha de venir, pues buena parte de los males que denuncia Lewis siguen estando ahí.

Para empezar por lo menos importante, el rótulo de la obra hace referencia a un juego habitual entre los brokers, similar a los famosos "chinos", usando los números de serie de billetes de dólar. En el fondo, y más allá del cálculo de probabilidades, que es algo que se da por hecho entre estos profesionales, la mecánica gira alrededor del valor o inconsciencia para hacer determinadas apuestas, en una suerte de juego del gallina o de identificación de lo que algunos entienden como auténticos "machos alfa". En esencia, una demostración del alejamiento de la realidad de aquellos llamados a manejar grandes sumas financieras.

¿Por que digo que la obra es una suerte de aviso sobre lo que ha de venir? Pues debido a que, a pesar del tiempo pasado, muchos de los elefantes en la habitación siguen estando ahí. Es más, algunos ya nos han pasado por encima, y otros, sin duda lo harán.

El core business de Salomon era la renta fija, los bonos, donde durante algún tiempo ejerció una suerte de posición dominante en los mercados financieros. Es curioso como aquellos que desconocen los mercados creen que la renta fija carece de riesgos, cuando suele ser justamente lo contrario.Desde que tengo uso de memoria los mercados de renta fija se encuentran, tanto a nivel local, España, como global, entre los más oscuros que conozco, y donde con más facilidad te la pueden clavar. Antes de estudiar los afluentes del Tajo convendría que alguien explicase a los niños que lo de renta fija viene por estar prefijado el importe del cupón a pagar, no a la seguridad del cobro del mismo, y mucho menos en cuanto a la posibilidad de recuperar el capital.

Pues bien, es Salomon en EEUU el primero en desarrollar un departamento hipotecario de renta fija para dar salida a a las hipotecas de las cajas de ahorro estadounidenses. En el sentido literal, es el creador y dinamizador de dicha figura, y en el libro se explica perfectamente todo este proceso, en pasajes que ponen los pelos como escarpias (y eso que no se profundiza en la prácticas de generación de dichos préstamos hipotecarios).

Sólo por eso ya merece la pena la lectura del libro, pero es que hay mucho más, ya que asistimos al nacimiento de los llamados bonos basura de la mano de su competidor Milken, y de cómo Salomon, llegando tarde a dicho mercado, y pretendiendo recuperar el tiempo perdido empezó a precipitar su fin (hoy está disuelta dentro de la estructura de Citibank). La explicación sobre lo que es un bono basura, sobre cómo se llega a dicha calificación, sobre su íntima relación con la renta variable, es de manual de obligada lectura.

Deuda hipotecaria y bonos basura son temas hoy por hoy de lo más actual. Aún no se ha solucionado el primero de los problemas generados por las aventuras de los Salomon boys y sus seguidores, mientras que los bonos basura viven una segunda juventud. Hay una auténtica explosión del mercado de deuda, con unos diferenciales ridículos en gran parte de los casos, con multitud de los llamados ángeles caídos (empresas y estados que no tenían dicha calificación de origen). Echad la vista atrás para saber hacia donde vamos no es ninguna incongruencia, y este libro nos lo permite.

Además, el texto de Lewis puede ser interpretado en clave de fresco para profesionales. Cualquiera que haya trabajado en una gran organización del tipo de Salomon puede dar fe del verismo de muchos episodios: los cursos de formación, el vagabundeo por departamentos, la gestión del bonus, la psicología de los comerciales, los modoso de gestión de los directivos más allá de los manuales políticamente correctos, los procesos de salida de la empresa, etc.

¿Pegas que se le puede poner a la obra? Más allá de una mala traducción, donde en más de una ocasión se refieren a obligaciones cuando quieren hablar en castellano de acciones, por citar el caso que más puede liar a alguien no profesional, el tono de denuncia de Lewis se circunscribe exclusivamente a sus compañeros de Wall Street y de la City. En ocasiones olvida que entidades como Fannie Mae llevaban ahí mucho antes de Salomon, que los directivos de las cajas de ahorro no eran pobres víctimas inocentes, y que había fuertes conexiones políticas entre los mismos y las primeras espadas de Washington (si, los lobbies de los bancos de inversión hacíansu trabajo, pero había amplios campos de confluencia con los intereses políticos de republicanos y demócratas).

¿Lo recomiendo? Sí, totalmente.

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