El nacimiento de mi hija fue el mayor punto de inflexión (financieramente hablando) de mi vida. De eso hace ya 8 años.
Por aquel entonces mis ingresos rondaban los mil y pocos euros al mes, apenas tenía unos cuantos miles de eurillos ahorrados, vivía en constante incertidumbre financiera, tenía miedo a perder el trabajo… Vamos, lo típico.
Era un borrego social. Una rata más de la carrera.
Mi bebé fue el chute de motivación que necesitaba para cambiar mi mentalidad frente al dinero (y, si me apuras, también frente a la vida) y para empezar a hacer cosas.
Pero no empezar a hacer cosas “a lo que salga” y sin expectativas, no. Yo empecé a hacer cosas con el cuchillo entre los dientes y con cara de asesino. Tenía hambre e iba por todas.
Hoy, varios años después, recojo los frutos de aquel titánico esfuerzo.
Y es que mi situación financiera actual no tiene nada que ver con la del pasado. Y no porque ahora sea multimillonario, que no lo soy, sino porque ahora tengo fuck you money y antes no lo tenía.
Me explico.
Cuando se habla de fuck you money, la mayoría de la gente piensa que este es una meta, un fin, un destino. O llegas al fuck you money o fracasas y te quedas a medio camino. Pero no va así.
El fuck you money no es un fin, sino un proceso gradual.
Para que nos entendamos:
Todo el mundo parte de cero “cantidad” de fuck you money y, de forma progresiva, según mejora sus finanzas, ahorra, invierte, genera nuevas fuentes de ingresos… su “cantidad” de fuck you money va aumentando.
Como es lógico, a más fuck you money, más autonomía financiera y más libertad.
Pues bien.
Como te decía un poco más arriba, yo no tomo copas con Paris Hilton, pero sí he “adquirido” una considerable cantidad de fuck you money en los últimos 8 años. Y eso me permite ver la vida de una forma muy diferente a como la veía antes.
Hoy te hablaré de ello.
Pero, cuidado, que no pretendo que este artículo adquiera el tono de “yo he venido aquí a hablar de mi libro”, sino todo lo contrario.
Te voy a contar cómo el dinero y, en consecuencia, el fuck you money han cambiado mi vida porque creo que te ayudará a reflexionar, a ver las cosas con perspectiva y, con suerte, a mover el culo y tomar acción.
1. Duermo como un bebé
No vivir a pocas nóminas de distancia de la indigencia ha mejorado (mucho) mi seguridad financiera, y eso me permite dormir tranquilo.
Sumando ahorros e inversiones, si yo dejase de trabajar ahora mismo y me dedicase únicamente a gastar dinero (con ingresos = 0€, algo poco realista) podría vivir durante más de 15 años manteniendo en un 80% mi actual estilo de vida.
Pero, como te digo, esto sería sin tener en cuenta los ingresos.
Si añadiera a la ecuación los ingresos derivados de mis inversiones, ganaría varios años extras de libertad financiera.
Y las cifras mejoran considerablemente si también añado los ingresos online que, si yo dejase de trabajar ahora mismo, seguirían fluyendo hacia mi cuenta corriente durante varios años de forma casi automática, solo por la inercia actual.
Pues bien.
Disfrutar de esta seguridad financiera me da muchísima tranquilidad.
Soy consciente de que todo podría irse a la mierda en un abrir y cerrar de ojos, pero al menos sé que tengo las espaldas cubiertas durante unos cuantos años, lo cual me lleva al segundo beneficio…
2. Sé que puedo gastar más, pero no quiero hacerlo
La sensación de saber que, si quisiera, podría comprar x o y sin apenas consecuencias económicas, me excita.
Me explico:
- Mi coche tiene casi 20 años y no veo necesario cambiarlo, pero podría entrar en la web de Tesla ahora mismo y pagar al contado el maldito Model 3.
- También podría buscar en Idealista una segunda residencia más cerca del mar. Me concederían la hipoteca sin problemas y podría pagar la cuota mensual sin grandes sacrificios.
- O darme algún capricho, como comprarme la Ducati SuperSport 950 y dar con ella la vuelta al mundo (durmiendo en buenos hoteles, por supuesto).
La posibilidad de “gastar” siempre está ahí. Podría hacerlo si quisiera. Las opciones para quemar billetes son infinitas. Pero, de forma consciente, decido no hacerlo.
¿Por qué?
Pues porque no quiero lastrar mi opcionalidad futura. Prefiero no perder fuck you money, al menos de momento.
Y esta es una sensación de control muy gratificante que “se siente con especial fuerza en la entrepierna”.
3. Me permito el lujo de “estar en casa”
Tengo una teoría (que no puedo demostrar): muchos de los problemas de “infelicidad” de la gente se deben a que no pasan suficiente tiempo en casa.
Piénsalo.
Si pasas la mayor parte del día en el trabajo, sin hablar con tu pareja, sin jugar con tus hijos, sin tiempo para pasar un rato con tus padres, sin quedar a tomar una cerveza con tus amigos…
En definitiva, si pasas la mayor parte del día lejos de tu casa, algo falla, y ese algo acaba lastrando el equilibrio de tu vida y, en consecuencia, te hace un poco más infeliz.
No tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas.
Pues bien.
Yo no tengo ese problema: mi humilde posición fuck you me permite estar en casa todo el tiempo que quiero.
Llevo a mis hijos al cole cada mañana, voy al gimnasio con mi mujer, visito a mis padres cuando me apetece, quedo con mis amigos…
Como estoy en casa, puedo pasar mucho tiempo con mis seres queridos. Si tuviera que trabajar en una oficina de 9 a 5 no podría hacerlo.
Creo que este superpoder que otorga el dinero es muy (muy) potente y se habla muy poco de él.
4. No tengo cadenas ni amos
Cuando no tienes pasta, tu libertad llega hasta donde llegan los ahorros de tu cuenta corriente. Te puede gustar más o menos, pero es así.
Si el tío que te paga la nómina decide cuándo tienes que ir a trabajar, cuáles son tus tareas allí, qué días de Agosto te puedes largar de vacaciones… pues no sé, pero muy libre (en el sentido más estricto de la palabra) no eres.
Está claro que eres más libre que si hubieses nacido en Corea del Norte, eso no te lo discuto. Pero no tienes el control total de tu vida. Dependes de otros. Tienes correa y bozal. Cadena y amo. No mola.
Pues bien.
Mi actual posición fuck you me permite disfrutar de una sensación de libertad que no había sentido nunca antes en mi vida.
De hecho, cuando vivía atrapado en la maldita carrera de la rata ni siquiera era consciente de que se podía llegar a disfrutar de un estado de libertad tan pleno como el que tengo ahora.
Es la sensación de poder hacer lo que me sale de los cojones, cuando me sale de los cojones y con quién me sale de los cojones.
Es muy gratificante.
Y, ojo, que no solo te hablo de libertad laboral en sentido estricto, sino también de libertad de movimiento, libertad horaria, libertad geográfica, libertad para tomar decisiones… Es una visión 360 de la libertad muy sexy.
Cuando el dinero deja de ser un problema en tu vida, rompes las cadenas y automáticamente eres más libre. Y te lo hilo con el siguiente punto…
5. Todo me la suda
¿Elecciones en el País Vasco?
–Me la suda.
¿El Madrid gana un partido histórico?
–Me la suda.
¿Fulanito se ha liado con Menganita en la isla de las tentaciones?
–Me la suda.
Si no me afecta directamente, me la suda.
Para ser sincero contigo, este sudapollismo nunca ha sido un objetivo per sé, pero supongo que será un efecto secundario.
Gracias al fuck you money he desconectado de los cotilleos, de las críticas, de los rumores, del “qué dirán”...
Afronto la vida desde una posición de máximo sudapollismo. Mi cerebro se ha convertido en una fortaleza cada vez más impenetrable. Todo me la suda.
Y vamos acabando.
Podría seguir describiendo beneficios que el dinero y el fuck you money han traído a mi vida (hay muchos más), pero creo que se capta la idea.
Un fuerte abrazo,
Nudista Investor
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