En el año 1986, España se convirtió en miembro de la Unión Europea junto con Portugal pero no fue hasta, el 1 de enero de 1999, que se embarcó como miembro fundador del euro, siendo uno de los 11 primeros países en adoptar el euro como moneda, e introdujo finalmente billetes y monedas en 2002, sustituyendo a la peseta.
Según los criterios de Maastricht, sólo se permite la entrada en la Eurozona a los países que puede mostrar prudencia fiscal y convergencia en su inflación por adelantado. Esto significa que la inflación y los tipos de interés a largo plazo pueden no ser muy superiores a la media de la zona del euro, que el déficit presupuestario debería ser inferior al 3% del PIB, y la deuda pública del 60% del PIB o mostrar una tendencia a la baja como mínimo.
Como veremos seguidamente, España ha conseguido destacar como uno de los principales beneficiados del proyecto económico forjado con la moneda única, con un espectacular crecimiento económico, por encima de los grandes socios europeos.
España: El tercer país que más ha crecido entre los miembros fundadores del euro
Desde la introducción del euro, el PIB español ha sido uno de los más beneficiados. Si tenemos en cuenta los once países que incorporaron el euro en 1999, España sería el tercer país cuyo PIB más ha avanzado, con una subida acumulada del 39,78%. Por delante de España, figuran Irlanda y Luxemburgo con incrementos del PIB del 135,28% y del 86,33% respectivamente.
Por el contrario, los tres países fundadores del euro que han mostrado un menor crecimiento durante este periodo han sido Alemania, Portugal e Italia con un crecimiento acumulado del 26,57%, 12,37% y del 6,21% respectivamente. Recordemos que en los primeros años del siglo XXI, Alemania era considerado el enfermo de Europa, con una economía estancada y seguidamente se implementaron reformas por el ex canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder.
Irlanda, Luxemburgo y España son países que tradicionalmente han destacado por mantener un gasto público -como porcentaje del PIB- por debajo de la media europea. En términos generales, el caso de Luxemburgo y España, el gasto público se situaría alrededor de 5 puntos de PIB por debajo de la media europea y en Irlanda hemos visto ejercicios con un diferencial de hasta 20 puntos de PIB.
Las economías con un porcentaje de PIB mayoritario en el sector privado frente al sector público tienden a crecer más que las economías burocratizadas como la francesa en que durante estos años ha visto como su PIB se incrementaba un 28,65%. La razón existente es que supone que una mayor parte del PIB sea coordinado eficientemente por las manos privadas para generar riqueza y también, un atractivo para atraer capital.
El crecimiento español por encima de Alemania, Francia e Italia
España ha sabido aprovechar la oportunidad que le ofrecía el euro. De hecho, el crecimiento medio desde 1999 hasta 2016 de la economía española ha sido del 1,91%. En comparativa, las grandes economías de la Eurozona han mostrado un crecimiento de hasta medio punto porcentual por debajo: Alemania (1,34%), Francia (1,42%) e Italia (0,36%).
Otra manera de entender la buena evolución de la economía española es comparándola con el PIB del Reino Unido. En el año 1980, el PIB español representaba el 54% del PIB del Reino Unido, y en 2010 este ratio había aumentado al 68%. El mayor salto en esta ratio se produjo tras el lanzamiento del euro, pues en el año 1998, España representaba todavía sólo el 55% del PIB del Reino Unido.
Los beneficios del euro eran claros para España: Expansión del comercio, el descenso de los precios los costes de transacción y la facilitación de las transacciones transfronterizas, flujos de trabajo, capital e información. Y durante los primeros años del euro, un notable grado de convergencia en los intereses de los países para financiarse.
En los años previos de la entrada en el euro, la rentabilidad del bono español a diez años pasó de situarse por encima del 12% hasta quedarse por debajo del 4% en enero de 1999. Un camino difícil que estuvo vinculado estrechamente con la contención de la inflación históricamente alta de la economía española, como consecuencia de las diversas devaluaciones competitivas de la peseta.
Los tipos de interés a largo plazo llegaron a converger con los tipos de interés alemanes en el año 1998 y a partir de ese momento hasta el año 2008, España y Alemania se financiaban a los mercados a los mismos tipos de interés, lo que se traducía en una prima de riesgo alrededor de 0 puntos básicos.
Sin embargo, a pesar de una política monetaria común, con la crisis financiera mundial los diferenciales de intereses a largo plazo se ampliaron debido a los crecientes riesgos de los países. Las disparidades en Europa crecieron, subrayando los costes que conlleva el sacrificio independencia de la política monetaria.
La evolución de la inflación en España con el euro
A finales de la década de los setenta, España sufría una inflación por encima del 20% y a principios de los noventa, la inflación seguía entre el 4% y el 6%. Con el euro, España vió en el dinamismo de su economía el beneficio que suponía tener un nivel de precios estable -oscilación entre el 2% y el 4%-.
La evolución del diferencial de inflación al consumidor en los primeros 18 años de la vida del euro puede dividirse en tres tipos de etapas: la década inflacionaria, el período de ajuste y la etapa de recuperación.
En la década inflacionaria (1999-2008), la inflación media de España fue de un punto porcentual superior a la inflación en la Eurozona. Los precios en España crecieron más rápido debido a una mayor aumento de los costes laborales unitarios, que aumentaron un 17% en comparación con los países de la zona del euro, y también debido a la crisis económica mundial.
El ajuste en el diferencial de inflación que se produjo entre 2008 y principios de 2013 se caracterizó por un periodo de corrección causada por la Gran Recesión, y por el considerable ajuste de los costes salariales gracias a la reforma laboral del país. Sin embargo, la inflación general seguía siendo más elevada en España que en la Eurozona debido al aumento de los precios del petróleo.
En septiembre de 2013, el diferencial de inflación frente a la Eurozona se convirtió en negativo debido al ajuste de los costes laborales relativos y la posición cíclica recesiva de la economía española. Y a todo ello, hay que sumarle el factor adicional fue la caída de los precios del petróleo.
¿Y cómo está el IPC español actualmente? Aunque es pronto para señalar una nueva etapa, con la estabilización de los precios del petróleo, el IPC español vuelve a sus referencias históricas, es decir, a mostrar un IPC por encima del de la Eurozona. Un escenario que se ha mantenido inalterado en los últimos 12 meses.