Uno de los aspectos de mayor incoherencia en el tratamiento de la crisis europea es el nulo resultado que han tenido las millonarias inyecciones de liquidez a la banca europea. Los 489.200 millones de euros del 21 de diciembre a 523 bancos y los 529.531 millones de euros del 29 de febrero a 800 bancos, tenían el objetivo de disminuir la presión sobre los rendimientos de los bonos de deuda de los países, generar flujos a las empresas y aliviar el desempleo.
La relidad ha distado mucho de ello y el rendimiento de los bonos españoles (al igual que los italianos, portugueses y franceses) se ha incrementado sostenidamente. Además, las empresas están quebrando y el desempleo sigue aumentando, lo que acrecienta los temores de los inversionistas. Como muestra la gráfica, asistimos al lento pero constante aumento de los bonos de deuda soberana, sin que los planes ideados por Mario Draghi den un resultado favorable. El programa LTRO (acrónimo de Long-Term Refinancing Operation, Operación de refinanciación a largo plazo) no ha logrado reducir las tensiones de financiación y la crisis de liquidez se mantiene vigente.
Para el caso español esto es aún más insólito, dado que la banca española ha sido receptora de la mayor parte de los recursos del programa LTRO. Esto demuestra el mal pie de la deuda española, en la cual la deuda privada supera con creces el 200% del PIB, y triplica la deuda pública. El sangramiento que cada día viven los parqué europeos (hoy la bolsa española siguió profundizando la caída de ayer) no hace más que demostrar la gran desconfianza que viven los mercados.
Parte del dinero del programa LTRO se ha empleado en comprar deuda soberana de los gobiernos. Los bancos españoles compraron 23 mil millones de euros en bonos soberanos en enero y los bancos italianos compraron 21 mil millones. Esto está dando como resultado la renacionalización efectiva de la deuda pública, lo que reduce la probabilidad de una crisis bancaria sistémica. Sin embargo, es un alivio que tiene un efecto temporal, dado que el dinero debe devolverse en tres años y si no hay crecimiento ni 2012 ni 2013 como anticipa The Economist, se ingresará a una crisis más profunda con el tiempo. Por ahora, el lento incremento en el riesgo financiero es algo que debe inquietar a las autoridades europeas.
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