Es innegable que parte del colosal y difícil problema del rompecabezas español (y de otras socioeconomías) inherente al futuro de las pensiones viene de la conjunción de diversos factores. Estos factores se tornan problemas al solaparse unos con otros, y al coincidir temporalmente su intensidad en las mismas décadas, elevando el riesgo de desencadenar la tormenta perfecta.
Pero lo cierto es que habitualmente se asocia la potencial insostenibilidad del sistema de pensiones público español únicamente al hecho de que es de reparto. Lo revelador es que algunos sistemas que en la práctica no son 100% de reparto también están arrojando indicadores adelantados de potenciales riesgos de insostenibilidad. Y sí, uno de ellos es la meca de nuestro sistema capitalista: el mismísimo Estados Unidos.
Repartir o no repartir: that is the question (o no...)
Pues efectivamente, este complejo debate sobre el futuro de las pensiones a menudo se aborda en los medios "commodity" con una pregunta ramplona: ¿Debe ser un sistema de pensiones sostenible de reparto o "a la chilena"?
Ojalá todas las cuestiones difíciles pudiesen condensarse en una pregunta tan simple, pero la realidad económica es (casi) siempre compleja, y cuando ésta se confabula con el futuro en forma de econometría, la cosa ya pasa del críptico castaño oscuro al negro casi opaco. Desde estas líneas tratamos de encender hoy una modesta vela, a ver si arroja algo de luz e ilumina un poco la estancia.
Para los no versados en el tema, simplemente resumir a modo de breve introducción que principalmente hay dos tipos de sistemas de pensión: los de reparto, y los que popularmente se conocen como "a la chilena" (obviamente en referencia a Chile).
Los de reparto son los más comunes en las socioeconomías europeas, y en ellos los cotizantes en activo sufragan las rentas de los pensionistas del momento: de ahí lo del "reparto" de lo que se ingresa en cotizaciones entre los que perciben una pensión.
Pero hay otros mundos más allá de nuestras fronteras europeas, y en otros países (como Chile) es habitual ver otros sistemas de cotización, bien puros al 100%, o bien híbridos con el de reparto. En ellos cada cotizante se cotiza total o parcialmente su propia pensión del futuro. El funcionamiento, habiendo casos y casos, es similar a lo que en España tenemos con los planes de pensiones privados, en los que un cotizante a lo largo de su vida laboral va haciendo aportaciones periódicas a un fondo propio y personal, del que nadie puede disponer salvo él mismo, y que percibirá una vez que se jubile (total o parcialmente dependiendo también del caso).
La realidad es que, a día de hoy, aquí en España los planes privados de pensiones en la práctica son opcionales, porque generalmente se puede sobrevivir con una pensión pública... por el momento. Pero hay otras socioeconomías como la estadounidense donde, aunque su sistema de pensiones oficialmente es de reparto, en la práctica no lo es.
El caso de las pensiones estadounidenses que en la práctica son un sistema mixto
El sistema estadounidense digo que no es un sistema puro de reparto (aunque la prestación pública exista) porque la cobertura estatal está diseñada para cubrir un mínimo que mayormente está por debajo del nivel de vida en general. Éste es el motivo por el que habitualmente los estadounidenses deben acudir a fórmulas de cotización privada como el 401(k) o el IRA, al que empleado y/o empleador hacen importantes aportaciones a lo largo de su vida laboral.
El esfuerzo no es nada desdeñable para el sistema: aporte quien aporte, lo cierto es que, en el momento de la jubilación, los expertos especializados del sector estiman que un trabajador estadounidense debe haber acumulado en fórmulas de pensión complementarias unas ocho veces su salario anual. Teniendo en cuenta la vida laboral media en el país, realmente ocho años de sueldo se hace casi una eternidad.
Así los estadounidenses tratan de asegurarse algo más de dignidad en forma de pensión para cuando llegue el momento de pasar a mejor (o peor) vida laboral y se jubilen. Pero reparen en ese "tratan" tan intencionado porque, para desgracia de todos, ésta tampoco ha resultado ser la fórmula mágica de la sostenibilidad de las pensiones.
Las vías de agua existentes en el transatlántico estadounidense de las pensiones
Ahorrar para el momento de la jubilación es algo casi cultural en Estados Unidos, donde los trabajadores más jóvenes tradicionalmete han empezado ya a ahorrar para su jubilación desde el mismo inicio de su vida laboral. La primera vía de agua de este modelo está viniendo del sobreendeudamiento que arrastran estos jóvenes desde su época universitaria, contraído para sufragar sus caros estudios universitarios.
La crisis acrecentó este problema, con unos sueldos para los recién incorporados que cotizaron a la baja, imposibilitando en demasiados casos la viabilidad a corto y medio plazo de repagar la deuda contraída en un plazo razonable, y poniendo a muchos jóvenes trabajadores al borde del precipicio económico doméstico: como para pensar en empezar a ahorrar para el momento de su jubilación.
Pero este sobreendeudamiento por los estudios universitarios no afecta únicamente a los trabajadores más jóvenes, la progresiva dilatación del periodo de repago ha hecho que salten todas las alarmas en el sector. El motivo ha sido que se ha incrementado este tipo de deuda también entre los trabajadores senior, lo cual es un indicador indiscutible de que esta particular bola de deuda es mucho más grande y dañina de lo que algunos contemplaban.
Todo este monumental lío económico es lo que se conoce comúnmente como la burbuja de deuda universitaria de Estados Unidos, y no, esta vía de agua no es nada fácil de achicar. El problema ya no es que además haya trabajadores senior que todavía no hayan dejado de pagar su deuda universitaria, que en ciertos casos puede ser "perdonada" según leyes federales. La realidad económica es de nuevo más compleja de lo que pueda parecer a simple vista.
De hecho, en el sector se teme por la situación porque se ha vuelto habitual que, para rescatar al endeudado joven trabajador, tengan que acudir sus progenitores al rescate. Y no para ahí la cosa. Como pueden leer en el enlace anterior, también son numerosos los casos en los que son los abuelos los que participan de la deuda universitaria contraída por los nietos. Y esas deudas inter-generacionales no disfrutan de esa posibilidad de ser "perdonadas" por obra y gracia de la legislación federal. Así que ese dinero está claro que tiene que salir igualmente de algún sitio.
La vía de agua que se transmite de barco en barco
Supongo que ahora ya ven por sí mismos que la burbuja de deuda universitaria de Estados Unidos es una vía de agua que no es nada fácil de achicar. Este problema también se trata de un problema de transmisión intergeneracional, igual que las pensiones de reparto. Es más, según la teoría de flujos un flujo positivo de A a B es equivalente a un flujo negativo de B a A: en el conjunto de flujos del sistema es equivalente que no fluya dinero de los jóvenes cotizantes a los pensionistas, a que los hijos "resten" pensión de sus padres para poder sobrevivir y pagar sus deudas. Son dos caras de la misma moneda.
Y esta franja de edad senior de deuda universitaria supone una gravedad especial de la situación, puesto que los trabajadores es precisamente a los cincuenta y pico cuando deben hacer un esfuerzo extra para su ya cercana jubilación, y que ya empieza a no poder ser hecho en muchos casos. Y aquí ya no queda mucho margen para esa esperanza del "ya vendrán tiempos mejores". El reloj nunca deja de correr, y en el caso de las generaciones más senior, la esperanza ha sido sustituída por (hondo) desasosiego.
Así que tenemos que para achicar la primera vía de agua de la flota de transatlánticos estadounidenses, han acudido al rescate de las naves de menor eslora los transatlánticos más grandes. Pero claro, si la forma de lidiar con esta vía de agua consiste en pasar el agua de un barco a otro, tenemos que se corre el riesgo de contagio, y que ahora también sean los transatlánticos de más capacidad los que tambien amenazan con zozobrar.
Lamentablemente este extremo no son simples suposiciones de un servidor. Son hechos consumados. Y su resultado, en conjunción con otros factores que también pueden ser importantes, es que los estadounidenses empiezan a no tener apenas dinero acumulado para su prácticamente inmediata jubilación.
Los datos no sólo quitan el sueño, sino que hacen tener pesadillas incluso despiertos. La realidad es que ya hay a día de hoy un 42% de estadounidenses en riesgo cierto de jubilarse prácticamente sin más respaldo que las totalmente insuficientes prestaciones públicas. Casi la mitad de los ciudadanos de Estados Unidos tienen a día de hoy menos de 10.000$ disponibles para su jubilación.
Y no crean que esto es debido sólo al hecho estadístico de que los más jóvenes tienen menos dinero acumulado para ello y rebajan la media, el indicador clave es que el pesimismo de los más senior acerca de su jubilación ha aumentado de forma importante
Por si esto no fuera poco, además empieza a haber casos de planes de pensiones que apuntan a una cada vez más cercana situación de insolvencia, porque el alargamiento de la esperanza de vida ha hecho que cada vez tengan más jubilados y menos contribuyentes. Los afectados pueden estar en torno al millón de personas, lo cual no puede parecer mucho en el contexto general de las cifras macroeconómicas estadounidenses, pero no olvidemos que son muchísismos casos cuando estamos hablando de quedar condenados a una exclusión social casi segura.
Pero no se vayan todavía, que aún hay más. En realidad este último problema anterior en concreto es ya exactamente el mismo que aqueja a los sistemas de pensiones europeos, pero si les he sacado ese ejemplo es porque hay un indicador muy significativo que subyace bajo él. Para estos casos de insolvencia de un plan de pensiones colectivo, el sistema estadounidense prevee que intervenga una agencia gubernamental y acuda al rescate. Pues bien, ahí va otro revelador dato: el "Pension Benefit Guaranty Corporation" calcula que su programa al respecto se va a quedar sin fondos en el plazo de diez años.
Este hecho en realidad es otra radiografía que muestra también desde otra perspectiva el estado de salud del sistema de pensiones estadounidense. Las cifras no engañan, y ya van demasiadas cuentas que empiezan a no salir. Pero para los más reticentes a admitir este extremo, he de decirles que lo que no engaña nunca es la realidad. Y la realidad de los jubilados estadounidenses muestra también unos indicadores muy (pero que muy) preocupantes.
El indicador del algodón que no engaña...
La realidad de la que les voy a hablar ahora no se llama a engaño y supone la prueba final irrefutable del mal estado de salud de las pensiones estadounidenses. ¿Qué movimientos socioeconómicos están haciendo los jubilados estadounidenses? Sin duda ésa es la realidad económica más realista (valga la pseudo-redundancia), y el hecho indiscutible e innegable es que el mercado laboral de los rangos más senior está que arde.
Como habrán podido leer, la tasa de desempleados en este rango de edad, está cayendo sensiblemente por encima de lo que lo hacen en otros tramos. El resultado es que el desempleo de los senior (55 años o más) se sitúa actualmente en el entorno del 3%: un indisimulable 30% por debajo de la media nacional de Estados Unidos, y casi un orden de magnitud por debajo de la tasa de desempleo entre las generaciones más jóvenes.
La conclusión podría ser que la esperanza de vida se alarga, las condiciones socio-sanitarias mejoran, y las empresas están contribuyendo a un alargamiento de la "esperanza de vida laboral". Sí, todo eso está ocurriendo. Pero la lectura correcta para el tema de hoy no debería pararse ahí. Hay que pasarse al otro lado, porque si los seniors están manteniéndose (o reinsertándose) en el mercado laboral es porque están buscando trabajo o, al menos, porque lo aceptan cuando se lo ofrecen.
Y con ese estereotipo del panorama de dorado retiro en la cálida Florida, merecido tras una dura y larga vida de trabajo, ¿Por qué pueden estar optando los estadounidenses en edad de jubilación por seguir trabajando? La respuesta no esconde muchos secretos. Les contesto con otra pregunta: ¿A cambio de qué trabajan los empleados? Por dinero.
Como me decía mi abuelo cuando yo le multiplicaba por mucho en energías: "Cuando eres joven tienes tiempo y tienes ganas, pero no tienes dinero. Cuando eres adulto tienes ganas y tienes dinero, pero no tienes tiempo. Y cuando eres mayor tienes tiempo y tienes dinero, pero no tienes ganas". Y lo de las ganas mucho me temo que tiene bastante que ver más con el reloj biológico, y ocurre mayormente independientemente de que sigan acompañando las capacidades físicas y mentales o no.
Así que, si tienen tiempo pero (ya) no tienen dinero, aunque no tengan muchas ganas, los estadounidenses más senior deben optar por seguir trabajando (o volver a ello). La ecuación es un poco más compleja que la sabiduría popular, y debemos re-enunciar que, si los estadounidenses en edad jubilable deciden seguir trabajando es, o bien por la opción más evidente de que sus ingresos actualmente no les son suficientes, o bien porque están bastante preocupados por que con el dinero que les queda les llegue para vivir sin penurias hasta el final de sus días (cuando probablemente ya no puedan trabajar ni aunque lo intenten).
Y los datos llaman poderosamente la atención, especialmente en determinados rangos de edad. Como pueden comprobar en este informe del Instituo Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos (figura 2-1), en torno a un 55% de los estadounidenses de 71 años están trabajando (a jornada completa o a tiempo parcial), porcentaje que tan sólo baja a algo menos del 40% para los hombres de 77 años y a ligeramente inferior al 20% para las mujeres de 76 años. A los 84 años un chocante 20% de los hombres sigue trabajando.
Y no cometan el error de pensar que los seniors se mantienen en el mercado laboral porque las empresas les tientan con retribuciones acordes a su dilatada experiencia. Todo lo contrario. El hecho es que, como publicaban en el New York Times, si un jubilado vuelve a entrar o se mantiene en el mercado laboral, en el mismo momento en que cumple la edad de jubilación, ve cómo, como mínimo, pasa a percibir un 25% menos de su último sueldo.
Lo adornen como lo adornen, y aunque lo camuflen de lagarterana, lo cierto es que estos datos muestran cómo el sistema estadounidense en su actual concepción tampoco es capaz de satisfacer las necesidades de los jubilados, que sean cuales fueren no se alejarán mucho de lo esencial. Y no es que un servidor vea nada malo en trabajar más allá de los 65 si las capacidades acompañan, pero la clave está en ese "si". El tema es que son unas edades en las que de forma masiva muchos trabajadores pueden empezar a no gozar de buena salud, y los que no tengan la suerte de poder seguir en activo están en peligro de caer en la exclusión social.
La mejor solución no es una única solución, sino una combinación de soluciones
Pues dependerá en gran medida de los avances y descubrimientos que vaya a haber en el futuro, pero lo cierto es que una solución a esta situación también depende en buena parte de la inversión en sanidad y en la investigación aplicada a la salud, especialmente a la de los mayores.
Y la solución pasa precisamente reducir drásticamente la proporción de trabajadores senior que ya no tienen capacidades para trabajar, a fin de que queden tan sólo unos pocos que no puedan hacerlo. Así el coste de darles una vida digna será más asumible para el sistema en su conjunto.
Pero un servidor siempre tiene en cuenta que hay un margen de error en cualquier política socioeconómica, por lo que es más prudente optar por una combinación de posibles soluciones que a priori parecen resolver la ecuación. Además, hay ecuaciones de segundo grado, y si en ellas se conjungan varias soluciones simultáneamente, los efectos beneficiosos para el sistema pueden potenciarse entre sí.
El problema de pensiones estadounidense es una mala noticia para todos
No lean estas líneas en forma de crítica simplona hacia el sistema de pensiones estadounidense, buscando consuelo en aquello del "mal de muchos...". No es ni la intención, ni resulta constructivo tratar de tapar los desastres propios con los ajenos. No es el estilo de estas líneas. Aqui de lo que se trata es de aprender de los errores y aciertos propios, pero también de los ajenos.
Lo cierto es que, lamentablemente, el hecho de que su fórmula de pensiones también esté empezando a hacer aguas es una mala noticia para todos: ahora el problema de los europeos ya no es sólo lidiar con una transición de un sistema a otro que se antoja inasumible, sino que además no se puede tener demasiado claro hacia dónde deberíamos poner rumbo con esa transición.
Genial. Lo que nos faltaba. El rompecabezas de las pensiones se torna jeroglifico, y ya no sabemos ni qué pictogramas tenemos que encajar para tratar de darle algo de sentido de futuro al conjunto resultante.
No sólo tenemos que el transatlántico europeo de pensionistas a lo "Vacaciones en el mar" está también haciendo aguas. Tampoco tenemos suficiente con que además haya insuficientes botes salvavidas que sólo tienen capacidad para unos pocos privilegiados. Y no nos valía con la gran incertidumbre de si llegaríamos antes del naufragio a ese puerto seguro que algunos divisaban en el horizonte.
Ahora además tenemos que, a bordo de este barco cuyo motor empieza a renquear, no podemos tener claro hacia donde navegar para salvar los bártulos (o lo que quede de ellos). O sí, porque otra solución sostenible que un servidor ya propuso es la de incluir en el sistema nuevos cotizantes. Ya saben que esos cotizantes no pueden ser humanos con una pirámide de población envejeciendo. Tendrán que ser robots. No hay otra (o la que hay es mucho peor).
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