Una recesión, 3 procesos electorales generales en 4 años, la independencia en Cataluña y los casos de corrupción afectan directamente a la inversión en España. La reputación en España, y conjuntamente a de sus empresas, han vivido momentos difíciles en las últimas décadas, pero es sólida a los ojos de los inversores.
Diferentes informes situación a España entre los 20 primeros puestos a nivel mundial para la calidad institucional, marco social y nivel de desarrollo. El valor de la marca de España por la sociedad de evaluación internacional 'Brand Finance' llega los 1,6 billones de dólares y tiene la posición 12.
Nos podemos preguntar: ¿Por qué los inversores externos ven diferente a España que los inversores españoles?
A los inversores internos les afecta más la corrupción y el independentismo que a los inversores externos
El prestigio de España se ha construido de forma lenta a largo de las últimas décadas. España, a diferentes de otros países, está proyectando una imagen clara y eso le da ventaja. En los años de crisis, España alcanzó su punto más bajo, y estaba de forma directa relacionado con la prima de riesgo.
Ahora que las cosas están más tranquilas, la valoración externa ha mejorado. Pero hay algo que es raro, la percepción de los españoles es peor que la percepción que tienen los inversores externos, y a eso le pasa a pocos países.
Esto pasa que lo que es importante para los españoles, como la corrupción o la independencia catalana, se vive con más intensidad, pero para los inversores externo es mejor que recibe una atención diferente.
Lo mismo pasa con el tema político con los que los empresarios españoles les suele afectar, cuando aparecieron los nuevos partidos, como Podemos y Ciudadanos, todos los medios les prestaron demasiada atención, pero en 2016 ya habían pasado a convertirse en partidos políticos corrientes.
Vox ha vuelto a recibir demasiada atención por parte de los medios por lo que tiene un nuevo fenómenos, pero pasará lo mismo que paso con Podemos y con Ciudadanos, que con el paso del tiempo va a convertirse un partido político corriente.
Madrid, País Vasco y Cataluña tienen la mejor proyección de inversión
Los movimientos políticos y la evolución de la economía se ha convertido en la fortaleza de la reputación de las comunidades autónomas y su evolución en el tiempo.
Madrid, Cataluña e Islas Baleares son las comunidades autónomas con mejor proyección de inversión, mientras Extremadura, Asturias y Cantabria, son las que peor proyección de inversión tienen, ya que experimentan una pérdida.
Pero a pesar de la pérdida de inversión, y como pasa a nivel global en España, sigue habiendo una buena inversión. En cuanto a la capacidad de atraer la inversión externa, la Comunidad de Madrid tiene la evolución más estable en las últimas décadas, por delante de Cataluña y el País Vasco.
Las grandes ciudades como centros de inversión a nivel global
La competencia de los países ha dado paso a la competencia entre las diferentes comunidades autónomas y la rivalidad entre la grandes ciudades, que se están organizando para defender el protagonismo internacional para que se beneficie su red empresarial, y por tanto, su economía.
Claramente que en poco tiempo no más de 150 ciudades moverán la inversión a nivel mundial, ya que los inversores no entran en las historias de las banderas ni en luchas políticas. Las grandes ciudades tienen mucho más en común que lo que les separa.
A España le falta una fiscalidad atractiva que traiga a los mejores trabajadores, como pasa en París o Lisboa que tienen fiscalidad atractiva para repatriar y atraer talento.
Una visión de ciudad es mucho más rentable a largo plazo, ya que los visitantes vienen atraídos por un conjunto de variables que tienen que ver con la calidad de vida, la racionalidad de espacio público y aspectos medioambientales.
La competencia moderna entre las grandes ciudades ya viene del siglo XIX donde nace el concepto de la ciudad como producto, y que a mediados del siglo pasado unas cuantas grandes ciudades comenzaron a ser vistas como focos económicos a nivel global.
Lo que sucede, en estos momentos, es que el concepto de la smart city se ha vuelto un concepto diferencial entre unas y otras, y que ninguna ciudad puede tener una buena reputación en todo, pero si que pueden tener un equilibrio en su modelo económico.
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