Si uno analiza la economía en el largo plazo, utilizando la variable del PIB, observará que no evoluciona de manera lineal y progresiva en el tiempo, sino que su movimiento transcurre a través de ondas que vienen determinadas por los ciclos económicos.
No es casualidad que la producción de bienes y servicios de un país no evolucione de manera constante ya que influyen enormes variables vinculados a la producción. Entre todas esas variables, la más notoria es el papel que juega el dinero y en especial, los tipos de interés, que permiten financiar los proyectos de inversión y necesidades de consumo.
En las siguientes líneas repasaremos las cuatro fases del ciclo económico: Auge, Estancamiento, Recesión y recuperación. En cada fase veremos qué papel juega los tipos de interés y los incentivos que se generan.
Asimismo, para ver la importancia de los tipos de interés, veremos el indicador adelantado "Curva de rendimientos del bono soberano" pues es uno de los mejores indicadores adelantados que existen.
Fase Auge
La fase de auge se produce gracias a que la autoridad monetaria, ha instalado inicialmente tipos de interés bajos por lo que se genera un fuerte incentivo a demandar crédito con el objetivo final de “animar a la inversión”, haciendo que muchos proyectos de inversión que con altos intereses no hubieran sido rentables, sean rentables.
En la fase de auge económico se produce un aumento del endeudamiento a corto plazo con el objetivo de financiar aquellas inversiones o proyectos a largo plazo. De manera relajada, el banco central va iniciando las subidas de tipos de interés sin que ello represente un problema para el acceso al crédito.
Una de las máximas para incidir en el apalancamiento financiero es que la rentabilidad marginal de un proyecto de inversión sea superior al coste de financiación, es decir los intereses. En las etapas de auge económico la autoridad monetaria ha bajado tanto los tipos de interés que los diferenciales entre rentabilidad a largo plazo e intereses a corto plazo son elevados y de ahí nace el incentivo a demandar crédito.
Desde el punto de vista macroeconómico, el crecimiento del PIB es intenso y dado el impulso económico, existe un aumento de la demanda en el mercado de trabajo por lo que los niveles de desempleo tienden a reducirse durante este periodo. Por su parte, la demanda interna, animada por el crédito, repunta al alza con fuerza.
Debido al incentivo existente de tipos de interés por las condiciones laxas del mercado de crédito, los niveles de apalancamiento generales de los agentes económicos tienen a incrementarse. Con ello nace el riesgo de la formación de burbujas en la que el precio el activo alcance niveles irracionales frente a la valoración del mismo.
Fase estancamiento
Sin embargo, llega el momento en el que cada vez las inversiones atractivas son menores y por lo tanto la rentabilidad marginal decrece. Al mismo tiempo, con la acción del banco central, los tipos de interés a corto plazo se incrementan sustancialmente, a medida que la economía ha alcanzado niveles de sobrecalentamiento, con repuntes de inflación.
El Banco Central ha estado subiendo los tipos de interés con el objetivo de poner el freno en el ascenso del nivel de dos precios para que en no perjudique en el poder adquisitivo de los agentes económicos ni la rentabilidad real de la ejecución de las inversiones.
Debido a que los tipos de interés a corto plazo se han incrementando y la rentabilidad marginal de las inversiones ha ido decreciendo, queda estrangulado el margen de intereses de la banca, por lo que se empieza a producir la restricción del crédito y la economía queda estancada.
En referencia a los niveles de apalancamiento, en la fase estancamiento se muestran las mayores cuotas de apalancamiento durante el ciclo económico y dado el aumento de tipos de interés, se empiezan a generar algunas dificultades para poder refinanciar la deuda, por lo que se inician los primeros problemas de liquidez.
En la la fase de estancamiento se produce un equilibrio entre los tipos de interés a corto plazo y la rentabilidad marginal a largo plazo, o incluso los tipos de interés a corto plazo son superiores a las rentabilidades de los diferentes proyectos de inversión a largo plazo.
Fase recesión
En términos técnicos, se define como recesión cuando se produce una caída del producto interior bruto durante dos trimestres consecutivos. En la fase recesión los problemas de liquidez son notorios y aparecen los problemas de solvencia que dan lugar a las quiebras de empresas.
Si recordamos, en las anteriores fases se había inducido a mayores niveles de apalancamiento financiero para financiar los proyectos de inversión o comprar activos a largo plazo, por lo que familias y empresas se ven altamente endeudadas y existen dificultades para hacer frente a sus compromisos con los acreedores por lo que empiezan los primeros problemas de solvencia y el inicio de quiebras.
Las empresas con balances muy deteriorados ven cómo su actividad económica se está contrayendo y no pueden hacer frente en a sus obligaciones, y se empiezan a deteriorar sus cuentas de resultados por el descenso de ingresos. Ante las menores ventas, uno de los costes variables es la mano de obra por lo que se inician los despidos y el nivel de desempleo empieza a aumentar.
En pleno desarrollo de la recesión los problemas de solvencia de convierten en quiebras o bien en reestructurarión de la empresa tanto a nivel de plantilla como en la orientación de su modelo de negocio. Las empresas liquidan los activos a mayor largo plazo y con una rentabilidad marginal menor para reducir su nivel de apalancamiento.
Todas estas liquidaciones tienen un impacto deflacionista y por esa razón los altos tipos de interés no tienen sentido y la autoridad monetaria busca reducir, en tiempo, el impacto del ciclo económico y empieza a reducir los tipos de interés que durante la etapa de auge y estancamiento había estado aumentando.
Fase recuperación
Y por último tenemos la fase de recuperación, en la que los procesos de reestructuración de las empresas se han llevado mayoritariamente a cabo, reduciendo los niveles de apalancamiento, por lo que el tejido empresarial está saneado, lo que permite buscar nuevas oportunidades de negocio.
Al principio de la fase de recuperación los niveles de desempleo alcanzan niveles máximos pero a medida que se van desarrollando lentamente nuevos negocios, los niveles de desempleo consiguen cambiar la inercia y descender, lo que lleva a una mejora de los niveles de consumo.
En la fase de recuperación, el banco central mantiene los tipos de interés muy bajos ya que no existe ningun tipo de presion inflacionista y con el objetivo final de que, de nuevo, se genere la demanda de crédito para financiar nuevas inversiones, es decir, la etapa de auge.
Para generar este incentivo tienden a aparecer los tipos de intereses reales negativos, lo que implica que si al tipo de interés nominal le descontamos los niveles de inflación, los agentes económicos pueden endeudarse a tipos de intereses negativos.
El papel del banco central y la curva de rendimientos del bono
Como hemos visto, es imposible entender la evolución del ciclo económico sin el papel activo que toma el Banco Central ya que al ostentar el monopolio del dinero determina, de manera deliberada, cuál debe ser el nivel de los tipos de interés, repercutiendo sobre el incentivo de los agentes económicos, y sobre el ciclo económico en última instancia.
Dada la manipulación monetaria que ejercen los bancos centrales, podemos observar, gracias a los indicadores adelantados, cómo se encuentra el ciclo económico. Para ello el mejor indicador adelantado es la curva de rendimientos del bono soberano en los diferentes plazos.
Pensemos que en un escenario normal, los tipos de interés a corto plazo, serán inferiores a los tipos de interés a largo plazo. En otras palabras, la rentabilidad del bono 1 año debería ser inferior a la rentabilidad del bono a 10 años, mostrando una curva de rendimientos con una pendiente positiva.
Este escenario base es coherente pues al comprometer el dinero a mayor plazo, los inversores exigen una mayor rentabilidad por el mayor grado de incertidumbre y la eventual escalada de inflación que impacta a la rentabilidad real de las inversiones.
Como podemos ver en el siguiente gráfico en el año 2003, en plena fase de auge, la curva de rendimientos de los bonos españoles era positiva, es decir, la rentabilidades de los bonos a corto plazo eran inferiores que las rentabilidades largo plazo. En ese contexto existen incentivos para captar dinero a corto plazo e invertirlo a largo plazo, generando esa expansión de la economía.
Sin embargo, con las subidas de tipos de interés, la rentabilidad de los bonos a corto plazo aumenta y se muestra esa curva de rendimientos aplanada propio de la fase de estancamiento y posterior recesión, iniciada en España en el tercer trimestre de 2008. Con esta curva de rendimientos, el margen de intereses de la banca queda deteriorado y no hay incentivos para captar dinero a corto plazo para invertirlo en activos a largo plazo, produciéndose una crisis de liquidez.