El fin de una era. En las últimas horas ha trascendido la noticia de que la icónica marca de recipientes herméticos, Tupperware, se ha declarado en banca rota. El motivo no es otro que su elevado precio, sumado a su escasa evolución, ya que, aunque duren mucho, están en tierra de nadie entre los envases de cristal y los de plástico de mala calidad.
Pese a que cada vez se consumen más comidas preparadas y se almacenan en casa en tápers, lo cierto y verdad es que la competencia feroz y los cambios en los hábitos de consumo han provocado la caída en picado de la empresa.
Durante décadas han suministrado millones de recipientes de plástico a hogares de todo el mundo, pero la pérdida de valor en su categoría de producto y el mal momento para la industria del plástico, por cuestiones de sostenibilidad, le han condenado al fracaso.
La noticia ha impactado prácticamente a todo el mundo. La empresa, declarada en bancarrota en EEUU, busca ahora, con carácter de urgencia, la aprobación judicial para lograr vender el negocio y operar hasta que se produzca ese momento definitivo. Hasta la fecha, sus acciones han caído más de un 50% en una semana, acumulando diez años a la baja. No obstante, la pandemia influyó en Tupperware positivamente y le reportó un margen de mejora que finalmente desapareció.
Las causas de su quiebra
En los tiempos que corren, en los que se ha revolucionado el segmento del ecommerce, resulta prácticamente inviable un modelo de ‘trabajo piramidal’en los que las ventas dependen, prácticamente, de las amas de casa que van por las casas vendiendo estos productos como distribuidoras.
Tupperware fue clave tras la II Guerra Mundial, revolucionando el concepto de recipiente hermético y fomentando las ‘fiestas Tupperware’ de venta directa. En los últimos años, ha visto cómo sus activos bajan considerablemente. De hecho, son de entre 500 y 1.000 millones de dólares, mientras que sus pasivos están cifrados entre 1.000 y 10.000 millones de dólares.
Cambios en los hábitos de consumo
Tupperware fue fundada por Earl Tupper en 1942, quien desarrolló su primer recipiente de plástico y lo lanzó al mercado en 1946. La ‘Tupper-parties’ perdieron peso y cada vez menos mujeres querían ser reclutadas para vender los productos de la marca.
Se llegó a crear ‘Tupperware Parties’ con el eslogan ‘¡Sin sexo, sin cena, sólo tup-tup-tup!’. Una idea de marketing que imitaron otras firmas a posteriori como Avon y Ann Summers para alentar a las mujeres a vender productos como maquillaje y juguetes sexuales a su círculo más próximo.
Han conseguido algo muy complejo, que es sumergirse en la mentalidad europea y, prácticamente, de todo el mundo. De hecho, los envases de plástico son conocidos como ‘Tupperware’. No obstante, las ventas no le reportan solo y exclusivamente a la empresa estadounidense.
Mayor conciencia medioambiental
Las sanciones económicas y la concienciación de la población están provocando en los últimos años un rechazo rotundo al plástico. De ahí que las empresas apuesten por el papel o cartón o envases reciclados como opción más sostenible. No solo como método de ahorro, sino especialmente como imagen de marca y como prevención ante posibles sanciones.
Competencia de marcas más económicas
Ese es el principal problema que afecta a Tupperware. El hecho de que se haya popularizado el concepto de envase de plástico hace que surjan muchos competidores a bajo coste, tanto empresas nacionales como internacionales. Productores de esta tipología de productos a coste más bajo, pese a que su calidad o durabilidad sea inferior. De hecho, en cualquier bazar oriental es posible encontrar infinidad de tipologías de este producto.
Fracaso en la modernización de su modelo de negocio
El caso de Tupperware es el ejemplo perfecto de que cualquier marca, por icónica que fuese, puede llegar a caer. El modelo de ventas directas ha perdido poder y en 2003 la empresa cerró sus operaciones en Irlanda como consecuencia de la insatisfacción de los consumidores.
Aumento de los costes de las materias primas y el transporte
Sus productos son de tal elevada calidad que, probablemente, una vez que comprabas un producto de plástico de la firma no necesitabas más. Si los costes de fabricación y de transporte son tan elevados, se precisa un precio de venta al público alto para poder compensar los márgenes de beneficios.
Tupperware dijo en un comunicado, en marzo que, en 2022, que su fuerza laboral de vendedores directos se redujo en un 18%, en comparación con el año anterior. Además, en fechas recientes, ha informado sobre más de 1,2 mil millones de dólares (1,1 mil millones de euros) en deudas totales y 679,5 millones de dólares (€608,2 millones) en activos totales.
Renovarse o morir. Ese es el único camino que le queda a Tupperware, afectada por los cierres en China tras la pandemia. La firma agregó que sus acciones estaban en peligro de ser eliminadas de la Bolsa de Nueva York porque todavía no había presentado su informe anual. De hecho, tendrá que reestructurar su deuda por tercera vez. Por consiguiente, ¿estamos presenciando el fin de un ciclo y de una empresa icónica?