Ayer se celebró la sesión de investidura de Pedro Sánchez en el que debía conseguir mayoría absoluta para formar un nuevo Gobierno del PSOE, tras la elecciones generales celebradas el pasado 28 de abril. El candidato no lo consiguió, pero mañana tiene una nueva oportunidad con la búsqueda de mayoría simple (más síes que noes).
Desde los medios de comunicación se nos insiste recurrentemente de la importancia de la formación de un Gobierno para enfrentar "los desafíos del país". No obstante, para los agentes económicos, más que la formación de un Gobierno, lo que buscan es la tranquilidad burocrática y fiscal sostenida en el tiempo, ya sea con o sin Gobierno de por medio.
Si la alternativa visible es el primer Gobierno de coalición con el partido de extrema izquierda Unidas Podemos, el escenario más favorable no es otro que la no formación de un Gobierno y que las medidas de represión fiscal queden congeladas en el tiempo.
Mejoran las previsiones de crecimiento económico sin Gobierno
En la legislatura pasada, el Gobierno de Sánchez fue incapaz de aprobar los Presupuestos Generales del Estado, y por lo tanto, fueron prorrogados los del gobierno anterior del Partido Popular que fue derrocado a través de la moción de censura.
Si bien el Gobierno del PSOE utilizó la fórmula de los Decretos Ley para tratar de impulsar varias de sus medidas, el Presupuesto es el verdadero brazo ejecutor de una política económica de un gobierno. Si no hay presupuesto, se difumina la ejecución de una política económica. Y si no hay un presupuesto represor, mucho mejor para familias y empresas que tienen mayores posibilidades de dinamizar la economía.
El dato más llamativo lo encontramos en que las revisiones de crecimiento de la economía española. Los principales organismos, están revisando al alza sus previsiones iniciales de crecimiento económico para España en 2019. Por ejemplo, el FMI apuesta por un crecimiento del 2,3%, aunque en el mes de abril esperaba un 2,1%. En el caso del Banco de España apuesta por un crecimiento del PIB del 2,4%. Y todo ello en medio de la fuerte desaceleración de la Unión Europea.
Este dato lleva a España y a Estados Unidos a ser los países con mejores revisiones de crecimiento frente a las mediciones del trimestre pasado y ostentar las mejores tasas de crecimiento dentro de las economías avanzadas. Curiosamente, el trimestre en el que el Gobierno español no hace nada, mejora notablemente frente a sus socios.
En comparativa, Alemania, la locomotora de Europa, con su Gobierno de gran coalición que aporta una gran estabilidad política, mantiene una previsión de crecimiento para este año del 0,7%, 1,6 puntos porcentuales menos que España y la última revisón del FMI le ha supuesto perder una décima de crecimiento esperado para este año.
El caso Bélgica: 535 días sin Gobierno
La no formación de un Gobierno no es un hecho negativo, per se, para la economía. Como ejemplo, podemos tomar el caso de Bélgica que fruto de sus fuertes divisiones políticas estuvo 535 días sin Gobierno, entre los años 2010 y 2011.
Muchos podrían pensar que en esos años, en los que se iniciaban los pasos de una crisis económica, la economía belga debería de haber tenido un comportamiento más bien tímido, pero lo cierto es que no fue así sino todo lo contrario.
El gobierno provisional belga evitó el nerviosismo de los mercados sobre sus niveles de deuda al acordar rápidamente un presupuesto más ajustado. Haciendo un paralelismo con España, antes de la moción de censura se aprobaron presupuestos y tras el cambio de Gobierno, no ha habido otro. No ha habido mayores cambios que los decretos.
En el caso de Bélgica, se recuperaba bien de la recesión, con un crecimiento del 2,7% en 2010 (en comparación con la media de la UE del 2,1%), la inversión extranjera se dobló en ese año y vio un desempleo del 8,5%, muy por debajo de la media de la UE del 9,4%.
Al igual que España, Bélgica se caracteriza por una administración pública fuertemente descentralizada, lo que supone un efecto amortiguador, en los supuestos de no formación de Gobierno central. Cuanto mayor es la descentralización administrativa, menor impacto tiene la ausencia de Gobierno.
La política monetaria manda por encima de los gobiernos
Recientemente hemos visto que las rentabilidades de los bonos españoles han alcanzado mínimos históricos. Todo ello en un contexto de desaceleración global, con el desafío del Brexit y la guerra comercial en medio y, en el caso de España, con un gobierno en funciones que tiene serias dificultades para arrancar la legislatura y alcanzar pactos.
Lo cierto es que la política española poco importa en el momento de valorar la rentabilidades del bono. Cuando hablamos de la política española, nos referimos desde el punto de vista de las numerosas vicisitudes para la formación de Gobierno que implica un gobierno de coalición con la extrema izquierda, pero también de los niveles de deuda pública y el alto déficit que aún se rastra en la etapa de expansión del ciclo económico.
A día de hoy, lo verdaderamente importante en el mercado de deuda pública no se encuentra bajo los territorios de los estados miembros de la Eurozona, sino por parte de la política monetaria que está llevando acabo el Banco Central Europeo, o mejor dicho, de las expectativas que está concediendo a los inversores sobre la evolución de la política monetaria. Intervención pura y dura de los riesgos reales que se vinculan al emisor de deuda.
Y es que ante la incapacidad de generar inflación, la autoridad monetaria europea está haciendo todo lo posible para alcanzar su objetivo en el medio plazo cercano al 2%. Mientras tanto, está concediendo a los inversores la expectativa de nuevas medidas de estímulo, ya sea mediante la bajada de tipos de interés otras fórmulas a estudiar en el futuro más inmediato.