Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley. Artículo 16.1 de la Constitución Española
El país de lo "políticamente correcto" pero sólo para algunos, se está convirtiendo en un verdadero campo de minas para las empresas. El último caso lo tenemos con la historia que acaba de protagonizar Coca-Cola con el spot publicitario en el que un niño se cambia al Atleti al enamorarse de una chica seguidora de este equipo.
El problema radica en que parece ser que el actor que hace de padre de este chaval ha apoyado públicamente a asociaciones próximas a ETA y los presos terroristas, aunque en principio, a este actor, en ningún momento se le ha condenado por delito alguno (si alguien tiene otra información, que la aporte). Es decir, estamos eliminando del panorama laboral, dado que este hombre en el spot está trabajando, no haciendo apología de nada, a una persona por su ideología política, que en principio no ha realizado delito alguno ni tiene causa judicial abierta. La base de una democracia se basa en el respeto y en los principios básicos de no discriminación laboral por ideología política. Aparte de eso, en el hipotético caso de que una persona hubiera cumplido una pena por un delito, tampoco puede ser marginado por ello; la Constitución no es un arma de revancha, sino todo lo contrario.
En este país, estamos colgando siempre etiquetas y no se admite en ninguna esfera que una persona pueda cambiar de opinión o ideología y esta tendencia natural tan española, está ensuciando todos los aspectos empresariales, desde la propia publicidad a las plantillas que entran en las empresas.
Existe una gran masa ciudadana que tiene a la población etiquetada, hasta el punto que absolutamente nadie se plantea la remota posibilidad de que una persona que votó al partido A en el pasado y apoyó determinadas tesis o asociaciones, pasados unos años vote al partido B y no siga apoyando a determinados colectivos. Este es el país que pasó a la democracia pero en la que sus ciudadanos siguen pensando como en dictadura. La dictadura de la etiqueta, de la marginación y de la intolerancia por la ideología personal, siempre y cuando sea diferente a la mía. Coca-Cola es prueba de ello; porque cualquier empresa implicada con la libertad y con los valores constitucionales, no se hubiera planteado siquiera eliminar el dichoso spot publicitario.
En El Blog Salmón | Boicot sindical a Coca-Cola en Madrid