A dónde irán los besos, se preguntaba el bardo Víctor Manuel, allá por el siglo pasado. Quizás hoy, en pleno 2011 cabría una nueva versión de su tema sustituyendo besos por canon. Pero no voy a hacer leña del árbol caído, aunque si recoger la esencia del tema, y es preguntarse donde se queda aquello que nos es más propio, aquello que sólo sabe algo menos dulce que su boca y que lo que no se nombra: nuestro dinero. En definitiva, reformulando el estribillo: ¿a dónde irán nuestros impuestos?
Y es que hablando de impuestos conviene tener dos puntos claros: cuánto pago en impuestos y en qué se gasta o invierte. Sobre el primer punto ya hice una aproximación a través del IRPF, ilimitada dada la complejidad de nuestros esquema fiscal (múltiples administraciones y tributos) pero ilustrativa como piedra de toque. Respecto al empleo de dichas sumas, un buen punto de partida es entender lo que son los Presupuestos Generales del Estado, protagonistas de cada otoño, pero aquí cabría ser un poco más ambicioso.
Dichos Presupuestos, al igual que los de otros administraciones, nos dan una información agregada del gasto público. Pero como todos sabemos, los grandes números nublan la percepción. Quizás lo más acertado sea, en mi modesta opinión, exigir que cada Administración Tributaria informe al contribuyente que ha hecho con cada euro que ha pagado. Y cuándo digo con cada euro me refiero a que cuantifique tantos euros a sanidad, tantos a educación, etc. estamos hablando de llevar a la práctica la corriente de Open data y Open Government. ¿Ambicioso? Quizás para España, en menor medida para otros países.
Ahi tenemos el ejemplo en el Reino Unido de Where did my tax go? (¿dónde se fue mi dinero?), un calculadora fiscal que determina con los ingresos brutos de los últimos 7 años, el sexo y la edad, a dónde han ido nuestros impuestos, o la calculadora de tasas verdes de The Taxpayers´Alliance, ya citados en este blog, o la versión americana del primero citado de sus primos de Whatwepayfor?, etc….
Ya digo que lo deseable sería que las Administraciones lo asumiesen como una obligación, propia de la transparencia que deben predicar, como requisito fundamental para la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos, y que bastase con introducir nuestro NIF en su web y que esta nos mostrase el gasto y la inversión pública que hemos soportado céntimo a céntimo. No pido mucho, especialmente si tenemos en cuenta que soy consciente que existen lagunas (impuestos indirectos que no se registren desagregados, veáse IVA inferior a 3.000 euros) y zonas de sombra para, aún llevando este ejercicio a la práctica, difuminar la información. Pero por algo se empieza (veáse el esfuerzo norteamericano en recovery.gov)
Así, mucho antes de hablar de debate copago vs. repago estaríamos hablando del debate quién-paga-qué. A ver si resulta que hay muchos que comienzan a pagar por primera vez.
Más información | El País
En El Blog Salmón | La Alianza de los Contribuyentes, Recovery.gov: como se gastan los impuestos americanos