Estamos en 2050, México tiene un PIB per cápita que es la mitad de EEUU y un 75% del de España, pero es equivalente al de China y un 50% superior al de Brasil. Su tasa de fecundidad está por debajo de dos, pero la ventaja que sacó en la década de 2020 a Brasil y EEUU junto con la inmigración que recibe hace que tenga una gran cantidad de población joven en edad de trabajar en un mundo que envejece, especialmente en los países desarrollados. Su economía ya es mayor que la de Japón y está entre las diez primeras economías del mundo.
¿Un escenario poco creíble? Puede ser, pero también podría ser el escenario de dentro de 25 años. México es una potencia industrial y económica y ha alcanzado este objetivo poco a poco y silenciosamente. ¿Cómo lo ha hecho?
México es el paraíso del nearhsoring
La guerra comercial entre EEUU y China empezó con la administración de Donald Trump, pero no se ha frenado bajo la de Joe Biden y parece que no cambiará independientemente de quien gane las próximas elecciones presidenciales. Es una política de la estratégica del estado. Esta, a su vez tiene un claro ganador, al menos alguien que se puede beneficiar de ella. Se trata de México, el paraíso del nearshoring.
Si offshoring fue la palabra de moda en los años 90 y posteriores, trasladar la producción a otro país lejano con coste laboral más bajo, nearshoring es la palabra de moda hoy tras la guerra comercial de Donald Trump y la crisis del coronavirus de 2020. No se busca trasladar la producción a un lugar lejano con bajos costes, sino a otro más cercano, aunque los costes laborales sean más altos.
En la Unión Europea esto ha sido algo que se ha estado haciendo bastante tras el acceso a la misma de la ampliación de 2004 y 2007, en la que países con costes mñas más moderados como Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Eslovenia, Rumanía y Bulgaria se unieron al bloque económico y político, haciendo que las empresas de Europa occidental tuvieran un amplio territorio en el que instalarse y obtener mejores costes. Eso no significa que esa situación de “proveedor de bajo coste” se vaya a mantener siempre. No hay más que ver como algunos de estos países como República Checa, Eslovenia o Estonia han superado a España en PIB per cápita, un país que les llevaba bastante ventaja.
México tiene una ventaja geoeconómica brutal, su cercanía a EEUU. Es su mayor socio comercial y además tiene un acuerdo comercial, de modo que si por un lado EEUU se beneficia de sus productos a bajo coste y un amplio mercado cercano, México se beneficia de su cercanía para proporcionar productos y servicios a un menor coste que cruzando el Río Bravo.
Reemplazando el “Made in China” por “Hecho en México”
Al Otro lado del Río Bravo, se encuentra la ciudad de Laredo, en el estado de Texas. Hace poco comentamos cómo Texas se estaba convirtiendo en el estado más importante de EEUU. Laredo con 250.000 habitantes es un ejemplo de este cambio en la geopolítica del comercio global tras la guerra comercial entre EEUU y China y el nearshoring que hemos comentado. Alrededor de 800 millones de dólares de productos cruzan en camiones la frontera entre México y EEUU por Laredo diariamente, unos 27.000 millones de dólares, más que por los puertos de Los Ángeles y Long Beach, la puerta de entrada para las importaciones asiáticas.
Además según el director de planificación estratégica de Akzent Logistics Pablo Garza que tiene dos almacenes en Laredo, estas cantidades crecen entre un 10 y un 30% anual. Tiene una ocupación del 98% en estos almacenes y muchas veces tiene que decir que no a los clientes.
Al otro lado de la frontera, a unas 150 millas en el estado de Nuevo León se está levantando el parque empresarial Hofusan, diseñado específicamente para albergar a empresas chinas que pretenden fabricar en México como modo de evitar el alza de los aranceles. Un ejemplo es Man Wah, un fabricante de muebles que está invirtiendo 100 millones de dólares y va a emplear a unas 4.000 personas en este parque industrial. Fuertemente afectada por los aranceles, no quiere perder su mayor mercado, el estadounidense. También en Nuevo León está construyendo Lizhong, un fabricante de neumáticos con clientes como Ford y General Motors, su primera fábrica fuera de Asia. El fabricante chino Lenovo tiene una fábrica de servidores en Nuevo León, para cumplir con la normativa del acuerdo comercial, busca varios proveedores mexicanos que le vendan el embalaje o las placas base y así poder vender sus productos en EEUU con los aranceles que se aplican a los productos “Hecho en México”.
El gobernador del estado de Nuevo León, Samuel García quiere seguir atrayendo a empresas para que inviertan en su estado. Desde que accedió a su cargo en 2021, se han invertido 7.000 millones de dólares en el estado. El 47% por empresas estadounidenses, el 30% por empresas chinas.
Las empresas chinas traen a sus empleados y directivos desde China, pero también contratan a miles de trabajadores mexicanos. La tasa de desempleo en Nuevo León es sólo del 3,6% y la competencia por los trabajadores es bastante alta.
No sólo de la guerra comercial entre China y EEUU vive México
México es el mayor exportador de América Latina, a pesar de que su economía es más grande menor que la brasileña. Eso ha impulsado el valor del peso d Méxicano en máximos desde 2016, lo que se ha venido a llamar el super-peso. Hace décadas exportaba principalmente materias primas, pero hoy en día el petróleo sólo es el 5% de sus exportaciones.
Gracias a los acuerdos comerciales, México sea se ha convertido en una potencia industrial. Por ejemplo pensemos en el automóvil. Fábricas de Ford, KIA, BMW, Nissan, Volkswagen, Mazda, Audi o Toyota están establecidas desde hace tiempo. Las exportaciones crecen a buen ritmo y su mayo mercado es como era de esperar EEUU.
México ha conseguido competir en número de automóviles fabricados con potencias como Alemania o India. Recientemente Tesla anunció que abriría una fábrica en este país para fabricar su futuro modelo económico sobre el que descansan las esperanzas de la compañía.
Por otro lado, los problemas endémicos de México como la corrupción, el narcotráfico y la violencia asociada, la alta deuda, la sobrerregulación y la alta deuda, hacen que México tenga muchos problemas que resolver por una clase política que lo cierto es que no parece muy interesada en hacerlos. Estos problemas probablemente sean el mayor obstáculo que se puede encontrar México para ese escenario casi idílico con el que hemos empezado a describir para el 2050.
Pregunta a los lectores, ¿creen que México se acabará convirtiendo en una potencia económica? ¿Por qué?