Israel es un país rico, más que España o cualquiera de sus vecinos en términos de PIB per cápita. La diferencia entre Israel y sus vecinos es absolutamente espectacular. Además hasta 2009 apenas contaba con recursos naturales disponibles. ¿Cómo se ha hecho rico Israel?
Seguramente alguno pensará que es porque los judíos manejan mucho dinero y apoyan a Israel. Aunque es cierto que Israel ha tenido un apoyo en su desarrollo que no han tenido otras naciones, ese apoyo internacional no ha sido ni de lejos la condición única para que Israel exista. Si no tal vez viviría de ayuda internacional y del turismo, en cambio tiene una economía que es la envidia de muchas del mundo. Un PIB per cápita más alto que el de muchos países europeos y un foco de innovación como ninguno, hacen de Israel un lugar muy interesante económicamente hablando.
Los comienzos de Israel
El 14 de mayo de 1948 Israel lanzó su declaración de independencia tras la finalización del mandato británico. El 15 de mayo una coalición de países árabes comenzaron invadiendo el terreno dedicado al estado. El 10 de marzo de 1949 la guerra había finalizado con Israel controlando más territorio del que se le había asignado. Pero era evidente para esta joven nación que si quería sobrevivir tendría que desarrollarse más que sus vecinos. Entre 1949 y 1959 Israel necesitó una política de austeridad. El recibir a millones de refugiados por un lado y la guerra les suponía estar en una situación económica muy precaria, sin apenas reservas en un territorio que básicamente contaba con dos recursos: gente y desierto.
Como otros muchos países Israel desarrolló una industria textil que poco ha poco a dejado de tener importancia. También tuvo una ayuda que no han tenido muchos países pobres, las reparaciones de Alemania que entregó tres mil millones de marcos entre 1953 y 1966 (que serían unos siete mil millones de dólares en términos de ahora). En 1956 esto suponía casi el 90% de los ingresos de Israel. También lanzaron los bonos isreaelíes destinados a ser comercializados entre judías de EEUU y Canadá y tuvo ayuda por parte de Estados Unidos, el principal aliado de Israel.
Israel usó este dinero para desarrollar proyectos agrícolas e industriales, con el objetivo de desarrollar la economía del país. Los textiles empezaron a convertirse en una exportación relevante, así como los diamantes ya pulidos. Israel llegó a tener tasas de crecimiento del 10% anual. No obstante la guerra del Yom Kippur en 1973 llevó a Israel a una década perdida de la que saldría a mediado de los años ochenta, justo a tiempo para el colapso de la Unión Soviética y empezar a recibir a sus bien formados ciudadanos así como conseguir acabar con la hiperinflación que sufrió en los años 90.
La economía israelí hoy en día
Si bien es cierto que se conoce a Israel por su capacidad agrícola al haber conseguido cultivar donde no se esperaba que creciera nada, la agricultura hoy en día ronda el 2% del PIB israelí. La economía israelí hoy en día depende de otros sectores. La industria de corte y pulido de diamantes supone alrededor de un quinto de sus exportaciones, siendo uno de los tres grandes centros mundiales (los otros son Nueva York y Amberes).
Pero el sector estrella de la economía en Israel es la tecnología. Más de 400 multinacionales tienen centros de I+D en Israel, entre ellos gigantes como IBM; Motorola, Google, Meta, Cisco, HP o Apple. Israel las atrae con una fuerte inversión en I+D (el 5% de su PIB, la mayor de todo el mundo) y con una población muy bien formada. Israel además utiliza el servicio militar obligatorio de tres años para sus ciudadanos para formarlos y darles una mentalidad de cuestionarlo todo que les hace diferentes de cualquier otro ejército y que luego llevan a la empresa. Israel también cuenta con tres universidades entre las tres mejores del mundo según el ranking de Shanghai (la Weizman, el Tecnológica o Technion y la Hebrea de Jersusalem).
No sólo de multinacionales extranjeras vive Israel, sino que es uno de los países donde más se emprende en nuevas empresas per cápita. Se le ha llegado a denominar la “Start-up nation”, es decir, la nación Start-Up. A la planicie costera, en la que se encuentra la capital Tel Aviv, se le ha llamado Silicon Wadi, y quizás junto con el de Shenzhen es el único que es capaz de compararse, aunque salga perdiendo frente al californiano. Israel es uno de los mayores exportadores de diseño de circuitos del mundo.
Junto a esta industria de alta tecnología ha crecido al industria financiera, que canaliza los fondos a las manos de los emprendedores israelíes que los necesitan para construir “the next big thing”. Israel destaca también en otros productos sectores, como ciencias biomédicas, aprovechamiento de agua, productos agrícolas, etc. Es una nación pequeña con unos diez millones de habitantes, pero que ha conseguido una prosperidad inigualable en su región.
Por otro lado, la necesidad de Israel de tener capacidad de defenderse ante un ataque exterior, hace que Israel tenga un fuerte sector de productos para la defensa (armamento). También tiene una fuerte industria del turismo, atrae a peregrinos de todo el mundo debido a su importancia en el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. No obstante, debido a los recientes acontecimientos es de esperar que esta industria se resienta, existen muchos destinos en el mundo donde uno puede sentirse seguro.
Además esta inestabilidad puede que acabe haciendo dudar a los inversores. Si la inversión extranjera se resiente, puede que veamos otra década perdida para este estado. Lo cuál no es sólo mala suerte para israelitas, sino para sus principales socios comerciales y también para los países del entorno que no podrán obtener ingresos tan fácilmente vendiendo a su vecino.
Pregunta a los lectores ¿creen que otros países de la zona serían capaces de replicar el modelo de éxito israelí?