Miércoles pasado, siete de la tarde. Me llega al WhatsApp la imagen que encauza este post. Me río. Me río debido a que la ocurrencia, muy ingeniosa, tiene mucho calado, quizás incluso más del que pretendía su autor, y es que pone de manifiesto la naturaleza de la CT, de la Corrupción Transversal, más conocida en los ambientes como Cultura de la Transición.
Me ha gustado la analogía con la Lotería Nacional. Como veremos tiene más de un punto en común, aunque hay una diferencia fundamental. Aquí no interviene el azar, todo esta perfectamente preparado, por lo que no entiendo la cara de sorpresa de los políticos de ningún signo, cuando el sistema está montado para que funcione así.
La corrupción como solución a la vertebración territorial
La corrupción demuestra que no es cierto eso de que España esté desvertebrada territorialmente. España esta perfectamente vertebrada en lo territorial gracias a la corrupción.
Buena parte del éxito de la Loteria Nacional consiste en que, aunque el Gordo caiga concentrado en una o varias zonas, hay premios menores para todo el mundo (incluso tienen la picaresca de considerar premio el reintegro), de tal modo que, como en una noche electoral, todo el mundo puede decir que ha ganado y sentirse parte del sistema. Todos están conectado por una ilusión común, repartiendo participaciones, de lotería unos, de poder otros.
El modelo autonómico permitió que todo Dios pudiese tocar en algún momento su cuota de poder, que todos pudiesen comer de lo público, que todos pudiesen vender sus favores a los suyos. Organizaciones y grupos de poder que jamas hubiesen podido rascar bola en un Estado centralista conseguían sus parcelitas (corrupción democrática, deben llamarla). Era un sistema inclusivo, integrador que apenas dejaba a nadie fuera del baile de las sillas.
Adivina adivinanza, ¿cuándo se aceleraron las demandas territoriales de los antaño hombres de Estado de Cataluña? Cuando no podían seguir llevándose lo suyo ni seguir pagando la fiesta a sus votantes que les mantenían en sus puestos.
Más madera, más Estado
Conforme las Administraciones y su entorno han ido devorando los recursos privados, según han ido aflorando las contradicciones (o mejor dicho consecuencias lógicas) del sistema montado, el grito de guerra ha sido el de Más Estado, en una frenética huída hacia delante.
Eso sí, esa huida se ha hecho con consenso, sin verdaderas criticas a la raíz del sistema. Recordemos como se entendía en el partido hegemónico de los 80 la democracia interna: el que se mueve no sale en la foto. Pues en las instituciones públicas igual: dentro del sistema todo, fuera del sistema nada. Y así estábamos todos en el ajo: partidos, sindicatos, asociaciones empresariales, sus socios, los votantes, etc...
Lo importante es seguir defendiendo al Estado, ese que convierte en alguien relevante, con valor económico, al alcalde de Burguillos del Tarajal, ese que permite erigir imperios en el negocio de los libros de texto o el que reparte digitalmente las ITV las licencias de los medios de comunicación. Y es que el mercado asigna mál los recursos...
El lado oscuro del consenso
Como decía un personaje de Gomorra, La serie, a los que te hacen ganar dinero no se les mata, se les compra. Eso es algo que cualquiera con un mínimo de inteligencia intuye.
Eso y que es necesario involucrar el mayor número de voluntades, ya que de este modo las posibilidades de acabar siendo incriminado decaen. No hay que ser egoísta y hay que darle a todo el mundo su parte del pastel, como vemos en la merienda de negros de Caja Madrid - Bankia: desde fundadores de Izquierda Unida a exministros del PP, desde seres de luz del PSOE o de los sindicatos hasta representantes de los empresarios, todos se llevaron lo suyo.
La palabra clave es consenso, o lo que es lo mismo, vamos a ver como nos lo llevamos entre todos de la mejor manera posible. Todo el mundo tiene su precio, la cuestión es averiguar cual.
Consenso, esa palabra tan manida en nuestro régimen, ya sabeis lo que significa realmente: piñata colectiva.
¿Y los votantes?, ¿y la opinión pública?
Respecto de este punto me remito a dos posts anteriores El primero es Si nos representan, no nos pagan
Cuando gritan que no nos representan lo que quieren decir realmente es que no nos pagan, con el dinero que previamente nos han obligado a soltar, lo que nosotros esperábamos. Es entonces, cuando nosotros no recibimos lo nuestro cuando descubrimos que son unos corruptos, que son una casta, que…Y los políticos que, no son tontos, saben perfectamente que su representación se basa, en buena medida, en satisfacer esa miriada de grupos de interés claves.
¡Qué verguenza, aquí se juega!, que diría el comisario en Casablanca.
El segundo es De las elites a las masas extractivas:
Por supuesto, la responsabilidad de aquellos que ocupan puestos de gestión relevantes es mayor que la de otros. Pero mayor no quiere decir que sea única, y aquí, el tiempo de silencio que hemos vivido, esta cultura de la transición basada en tabúes inviolables se ha venido abajo al acabarse las mordidas fiscales correspondientes, con las que compraban las adhesiones democráticas.
Como con la Lotería vivíamos felices con nuestras pequeñas pedreas, con la ilusión de ser parte del sistema de rapiña estatal, como si lo controlásemos cuando realmente somos nosotros los controlados 8al igual que ocurre con la falsa ilusión de control algunos premios de azar). Cuando nos han dejado sin premios y ellos se han seguido llevando lo suyo, el juego deja de tener gracia
Hagan juego señores....
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