Desde que en el año 2005 expirase el convenio suscrito entre el Estado y los controladores aéreos, han surgido muchas tiranteces sobre las que hemos hablado largo y tendido en estas páginas, diferencias que en este puente de la Constitución han llegado a su máximo exponente, declarando el gobierno de la nación por primera vez en nuestra historia el ‘Estado de Alarma‘, y fastidiando a 600.000 viajeros, que por motivos de placer o por necesidad tendrían que haber cogido un vuelo el viernes o el sábado.
No hay que preguntar mucho para descubrir el descontento generalizado entre estos ciudadanos, que tras haber abonado religiosamente el precio de su billete de avión, han apreciado como una entidad suprema con las siglas de USCA (Unión Sindical de Trabajadores Aéreos), les ha dañado enormemente.
El hecho es que no todos los trabajos son iguales, y que hay ciertas responsabilidades que de tomarse con libertinaje pueden realizar a la sociedad y a ciertos sectores de la economía, como el sector turístico en esta ocasión, un daño superior al que otro tipo de trabajadores pueden realizar potencialmente.
Lo que ahora debe afrontar nuestro gobierno, una vez puesto el parche a la ‘crisis de navegación aérea’, es depurar las correspondientes responsabilidades, incluso hablándose de sufragar los daños causados mediante la respuesta de los controladores con su propio patrimonio personal.
Ignoro si esta versión más ‘extremista’ de los afectados verá la luz, porque en la práctica resultaría muy complicado llevarla a cabo, pero seguramente, en caso de prosperar, la crisis de Barajas de este fin de semana serviría para que este colectivo de trabajadores ‘privilegiados’ actuase con responsabilidad y con conocimiento de causa, o al menos, se lo pensarían mucho antes de volver a las andadas.
En El Blog Salmón | Un toro bravo de nombre controlador aéreo que es difícil de lididar (II)
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