En 2013 España estaba por fin saliendo de una crisis económica brutal, pero aún no sabíamos que lo peor había pasado. La presión de Europa para que hiciéramos reformas era muy fuerte y en ese contexto el Gobierno de Rajoy aprobó una reforma del sistema de pensiones que, si bien no era ideal, iba por el buen camino.
Las claves de la reforma estaban en que se creaban mecanismos para compensar, en el largo plazo, los ingresos y gastos del sistema. Si los ingresos subían los gastos también, pero si los ingresos no eran suficientes, los gastos también bajaban.
La forma de realizar esta estabilidad presupuestaria era por un lado limitar las subidas de las pensiones, que se desvinculaba del IPC, y por otro que las nuevas pensiones podían ser más bajas si las previsiones de ingresos eran más bajos.
Los "defectos" de la reforma es que establecía un mínimo de incremento anual del 0,25%, cuando la propuesta del grupo de expertos incluso preveía que hubiera bajada de pensiones si había déficit. Y por otro que establecía unos plazos muy largos para su aplicación definitiva.
Las reformas de Ecrivá
La reforma nunca fue muy popular pero ya estaba aprobada y entrando en vigor y aunque existía una presión social en contra siempre se podía argumentar lo que se dijo en su día: la mejor forma de proteger un sistema es hacerlo sostenible en el tiempo.
Sin embargo Escrivá hizo reformas populistas que lo único que han hecho es arruinar unas reformas que eran buenas (aunque seguramente insuficientes). Ahora todo está arruinado y el gasto en pensiones se va a comer todo el gasto público dejando el resto de partidas temblando.
Y no solo lo digo yo, también el informe Ageing report de la UE de 2024. En él se evalua el gasto del sistema antes y después de las reformas de 2021 y 2023. La diferencia de gasto en 2050 serán 4,3 puntos de PIB (unos 65.000 millones de euros al año extra, a precios de hoy) y en 2070 6,4 puntos del PIB (96.000 millones de euros al año extra, a precios de hoy).
El Estado no va tener dinero para otras cosas
El impacto ya es real. Este año seguramente gastemos cerca un punto del PIB más en pensiones que con la reforma anterior y estos son 15.000 millones de euros. Cuando un político diga que no se puede hacer algo porque es muy caro, como mejorar la cobertura sanitaria, educativa, construir viviendas sociales, etc. pensemos en estas cifras.
Definitivamente la reformas de Escrivá han sido nefastas para el futuro de España. Y cuando tengamos un debate serio sobre qué hacer con las pensiones vendrán recortes serios, no una reforma lenta y contenida en el tiempo.