El último dogma de fe que se está implantando en este país es patentar la norma de que los "ricos" sólo tienen que tener obligaciones y que hay derechos que no son para ellos. Véase por ejemplo el caso de Lucía Figar que está cobrando una ayuda de la Comunidad de Madrid de 1.100 euros anuales para guarderías con siendo "rica", puesto que tiene un salario que supera con creces los 60.000 euros brutos anuales.
Esto lo dice sin temblarle el pulso El Plural, publicando una nómina de la susodicha y criticando el cobro de esta ayuda, aunque en ningún caso, Lucía Figar ciudadana, esté incumpliendo ningún requisito para la concesión de estas ayudas. Este es el nivel de pensamiento que tiene que calar, que si tienes más ingresos que la media, nos toca ser parte de la élite que tiene que ser extraída por la masa.
Este caso se tiene que situar sobre Lucía Figar ciudadana, y podría ser también aplicable a Manolo Pérez, votante de izquierdas, con un salario de 100.000 euros y un patrimonio importante. ¿Tendría este hombre derecho a esa ayuda o tampoco? Aquí, el problema de fondo es que determinada parte de la sociedad se empeña en criminalizar a todo aquel que tiene dinero y piensa diferente y nos gusta jugar a la adaptación de derechos y obligaciones en función de los baremos de renta y establecer puntos por el carnet político, aparte de los criterios de dichas ayudas aprobados.
Podemos discutir ampliamente si hay que baremar las ayudas por renta o no hay que hacerlo, si siempre hay que establecer discriminación económica y que siempre pague un lado de la balanza para que otro reciba, al igual si se deben impulsar no determinadas actuaciones mediante incentivos fiscales, pero todo eso, es un debate que no se personaliza en nadie, sino en el propio sistemas de reparto de fondos públicos.
Este país ha creado (y eliminado) muchas ayudas económicas sin fijar la renta como umbral determinante. Véanse por ejemplo las ayudas a la maternidad de 2.500 euros que colocó Zapatero y se eliminaron unos años después o los famosos 100 euros mensuales a madres trabajadoras, dinero que se recibe de manera independiente de renta cualquier madre que tenga un hijo menor de tres años y cotice por encima de 100 euros/mes a la Seguridad Social, ya sea cobrando por un contrato de dos horas días 300 euros al mes o ya sea la Vicepresidenta del Gobierno.
Ahora, lo moderno y lo guay es señalar a todo el que tiene dinero que piensa diferente, vestirnos con una falsa moral de recursos públicos y privados y cebarnos con aquellas figuras públicas que pueden ser blanco de estas críticas. Basta con recordar el rolex de Cándido Méndez o los depósitos de Llamazares. Interesante ver el doble pensamiento de muchos cuando se critica con la misma base a personas afines o no, tal y como ocurre con Lucía Figar en este caso. Lamentable deriva desde luego la que se impone desde ciertas corrientes de pensamiento.
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