En un interesante artículo publicado por Los Ángeles Times, Tom Petruno hace un breve repaso de cuáles son los principales riesgos que acechan a la economía norteamericana de cara al segundo trimestre al que nos acercamos.
Y es que parece que después del susto bursátil de las últimas semanas, los mercados se están recuperando como si no pasara nada. Las señales preocupantes que el mercado inmobiliario está enviando no parecen hacer mella en unos inversores confiados que prácticamente han devuelto los índices a su situación de hace un mes. ¿No hay nada, entonces, de lo que preocuparse?
Pues en opinión de Petruno, sí:
- Ralentización del consumo interno: la economía de Estados Unidos depende en gran medida del consumo interno, y una ralentización del mismo (bien porque efectivamente se reduzca la capacidad de gasto, o bien por pura precaución psicológica y falta de confianza en la estabilidad futura) tendría un efecto importante. El estancamiento del mercado inmobiliario y el consecuente endurecimiento de las condiciones de crédito hipotecario pueden "cerrar el grifo" del dinero para un sector importante de la población, que lógicamente gastará menos.
- Estancamiento de los beneficios empresariales: el consenso general es que los beneficios empresariales se moderarán en 2007. De esta forma, algunos de los indicadores más valorados por los inversores, como el PER (Price Earnings Ratio) caerá y provocará un alejamiento de los mercados. Y aunque la dimensión multinacional de muchas compañías puede compensar, con ganancias fuera de las fronteras estadounidenses, la debilidad del crecimiento interno, no cabe duda de que el riesgo está ahí.
- Empeoramiento de la cotización del dólar: la relación entre el dólar y otras monedas mundiales ha ayudado, durante mucho tiempo, a financiar los déficits comerciales y presupuestarios. ¿Qué pasaría si los inversores internacionales cambiasen de rumbo y empezasen a invertir en otras monedas, en vez de en el dólar? Esta posibilidad parece acrecentarse ante la perspectiva de que el diferencial de tipos de interés entre Estados Unidos y la zona euro no crecerá más. Y si se reduce ese gap, la evolución del dólar será significativamente peor, encareciendo las importaciones y empeorando por tanto la balanza comercial.
En definitiva, estos son riesgos casi estructurales de la economía estadounidense. Mientras el complejo equilibrio que mantiene todas las piezas unidas siga en pié, no habrá crisis. Pero se trata de un equilibrio precario, ya que cualquier oscilación en alguna de las variables clave puede generar un efecto inducido que ponga patas arriba la economía de la primera potencia mundial. ¿Y entonces, qué?
Vía | The Big Picture