El sol sale por el este, el agua moja, el aire es transparente y en España tendremos recortes. Está escrito. No hay nada que hacer. Nuestro déficit público lleva siendo insostenible desde hace más de una década y la crisis del covid-19 no ha hecho más que agravarla.
Por tanto los recortes volverán. Quizá desde el Gobierno nos insistan en las próximas semanas que esto no será así, que habrá una respuesta social a la crisis. Pero esto será, a lo sumo, una versión edulcorada de la realidad.
La desesperada lucha por bajar el déficit
Desde la crisis que comenzó en 2007/08 hemos tenido unos problemas de déficit muy importantes en España. Llegamos a superar el 10%, que puede sonar poco, pero la realidad en que en aquellos momentos de 2009 el Estado estaba gastando el doble de lo que recaudaba. Era completamente insostenible.
Desde Europa nos pusieron las pilas. Al no poder devaluar la moneda dependíamos del BCE para superar nuestros problemas, y desde Europa se nos puso una clara hoja de ruta de reducción de déficit.
No queríamos, y se logró evitar el rescate total (aunque no el rescate a nuestro sistema financiero, que vino con condiciones). Y a pesar de lo que parecieron duras reformas y recortes prácticamente nos libramos de todo: no hay más que preguntar a un griego lo que es en realidad un plan de recortes.
En todo este tiempo siempre hemos estado sin cumplir los objetivos que nos marcó Europa. Pero en 2019 nuestra huida hacia adelante llegó a un punto surrealista: a pesar del buen crecimiento y creación de empleo nuestro déficit creció por primera vez en casi una década y saltándose los objetivos de Europa.
Se juntan dos crisis
El problema de no tener el déficit en orden es que estamos peor preparados para afrontar nuevas crisis. Y se nos van a juntar dos. La primera es la de las pensiones, que no hemos querido afrontar con rigor nunca (porque es impopular). Pero a partir de 2025 el problema se a agravar y mucho.
Pero es que además nos ha llegado la crisis del covid-19, del coronavirus. Esto nos dispara el déficit para este año (seguramente superará el 10%), destruye empleo, destruye riqueza y todo esto de forma permanente, no meramente temporal como algunos nos quieren hacer creer.
Esta crisis que estamos viviendo es distinta en su origen pero no distinta en sus consecuencias: el presupuesto público está totalmente descontrolado y esta vez, partiendo del punto del que partíamos, parece complicado que la podamos superar si ayuda externa.
Salida para España
Hay dos vías para salir de esta crisis presupuestaria, y ninguna es bonita. La primera es la vía de los recortes y subidas de impuestos. Y cuando digo recortes hablo del gasto fudamental del Estado: pensiones y sueldos públicos. No parece que en Salud se pueda recortar, estábamos en un sistema muy eficiente y cualquier pequeño repunte de enfermedades lo satura, lo hemos visto en las últimas semanas.
En educación seguramente pueda haber búsquedas de mayor eficiencia, pero sinceramente lo veo complicado ahora que hay que hacer frente a un escenario donde las aglomeraciones no están permitidas. En el ámbito universitario sí que puede haber recortes, ya que el modelo de proximidad que se implantó en España no tiene ya sentido.
Pero hay otra alternativa: negarnos a hacer estos recortes y que nos echen de Euro / Europa. Pero la alternativa es peor, los recortes serían por la vía dura, la vía de los hechos (inflación y dinero devaluado). Grecia tuvo su momento en 2015 y decidió no hacerlo (incluso con un Gobierno anti-recortes como era el de la primera fase de Tsipiras)
Por tanto tenemos que concienzarnos. En la crisis anterior nos resistimos con uñas y dientes a cambios estructurales, profundos. Pero en esta ocasión no nos vamos a librar. España tiene unos problemas muy graves que no fueron afrontados correctamente en el pasado y ahora nos van a obligar. Que no nos extrañe todo lo que veremos en los próximos años.