No hace falta que les expliquemos qué es el Coronavirus ni cómo está (nunca mejor -o peor- dicho) entre nosotros. Aunque no lo quieran, habrán leído y escuchado abundante información sobre lo que amenaza con ser toda una pandemia mundial, y que ya está literalmente devastando ciudades chinas como Wuhan, el epicentro del brote, que recuerden que es una gran urbe con el tamaño de Londres.
Y el hecho es que no sólo de salud (y de posibles muertes) va el asunto. Aparte de todos los interrogantes que flotan en el aire alrededor de la escasa e incongruente información que las autoridades chinas van publicando con cuentagotas, el tema es que este letal virus está teniendo ya a día de hoy, y más que puede tener, un alto impacto económico en esa fábrica del mundo que es China, y además amenaza seriamente con hacer lo propio a nivel mundial, de acabar propagándose por el resto del planeta.
De la gripe aviar al Coronavirus: China es un caldo de cultivo para este tipo de virus
Al igual que lo fue la gripe aviar en su momento u otras enfermedades, el Coronavirus está hoy por hoy permanentemente en todos los medios y portadas. El interés que despierta entre el público en general es una mezcla de interés, curiosidad, algo de morbo, y miedo, bastante miedo a que este nuevo patógeno puede acabar traduciéndose en una de esas cinematográficas castátrofes sanitarias que diezme la población mundial.
Pero casuísticas e impacto mediático aparte, lo cierto es que hay muchas cosas en todo este asunto del Coronavirus que no encajan por ningún lado. Habrá que preguntarse pues por qué los datos no parecen corresponderse con la realidad, y qué intencionalidad podría haber tras ello, estando sobre la mesa el poner en riesgo la salud mundial con 7.700 millones de almas susceptibles de ser contagiadas y de fallecer.
Y como no podía ser de otra forma en un tema socioeconómico de primera magnitud, la incertidumbre económica de todo este asunto también se cierne sobre nuestras cabezas, y también sobre nuestros mercados: la semana pasada ya asistimos a cómo las bolsas mundiales experimentaban fuertes retrocesos por el temor a todo lo que pudiese traer el letal e hipercontagioso Coronavirus (que potencialmente no es ni mucho menos poco).
Pero más allá de todo lo anterior, cabe preguntarse por el porqué de que haya sido precisamente China un país muy propenso a sufrir este tipo de brotes de nuevos patógenos, que se acaban transmitiendo de ciertos animales a los seres humanos. La respuesta para un servidor está meridianamente clara, puesto que da la casualidad que hace ya unos cuántos años un experto bacteriólogo advertía visionariamente sobre esos mercados chinos tan insalubres.
En estos mercados, abarrotados de gente, conviven peligrosamente animales de todo tipo y en todo estado, salvajes y criados en granjas, vivos y muertos, íntegros o sanguinolentamente despedazados, con pelo o despellejados, domésticos y hasta alguno protegido (las imágenes de este enlace son realmente elocuentes)... Y todo esto ocurría además en medio de zonas húmedas con agua infecta, que como todo el mundo sabe es el caldo de cultivo ideal para que proliferen y se multipliquen bacterias y virus. Los expertos ya decían que sólo era cuestión de tiempo que en esa mezcolanza de humanos y animales sin apenas ningún control sanitario surgiese un vector de contagio, y en algún momento un virus huésped en cualquier animal portador diese el salto genético y biológico al contagio humano, para posteriormente ya pasar a propagarse ya de humano a humano. Así ha sido de hecho ahora.
Y claro, esto es especialmente grave para todos en la época de la globalización de mercancías y personas, en la que todo y todos circulamos por el mundo tan alegremente, sin apenas contar con el riesgo que supone que a lo largo del mes coincidamos y compartamos "aires" con centenares de personas procedentes de cualquier punto del planeta. El riesgo de esta pandemia o de cualquier otra lo es efectivamente para todos, en un mundo en el que las fronteras son mucho más transitadas que hace unas décadas, y en donde cualquier producto mínimamente complejo lleva multitud de piezas de muy dispares procedencias de alrededor del globo. Curiosamente, es un tema que retrataron irónicamente (como siempre) muy bien en una secuencia de los Simpson, cuyos guionistas, una vez más, parece que a veces viajaban en el tiempo.
Pero aparte de gastronomía y patógenas costumbres, con este tema China ha demostrado muchas otras cosas
Ya saben los lectores más habituales cómo, con el rigor y la libertad de expresión que en estas líneas nos caracteriza, desde aquí hemos puesto en valor tanto los muchos puntos fuertes que tiene la socioeconomía china, como también sus muy censurables prácticas (a veces incluso totalitarias). En un tema tan crucial para todo el mundo, y en el que las propias autoridades chinas se ven seriamente comprometidas, era de esperar que hiciesen acto de presencia ciertas "metodologías" tanto mediáticas como de toda índole que, lejos de permitir afrontar el tema con toda la artillería, de forma transparente, y haciendo que cada cual asuma sus reponsabilidades, ha hecho que por el contrario la información desde China sobre este asunto llegue con cuentagotas, envuelta en una gran opacidad, y además con los pocos datos que nos van aportando sin encajar para nada.
La cifra "oficial" ahora mismo de contagiados por el Coronavirus sobrepasa ampliamente la decena de miles de personas, y los fallecidos están en el entorno de los pocos cientos de personas. Visto así, efectivamente no parece ninguna pandemia, y las cifras son muy similares a las que puede producir cada año un virus tan habitual como es la gripe común. Pero he aquí el primer punto y lo realmente inquietante del Coronavirus. La gripe, aunque altamente mutable y por tanto difícilmente combatible con eficacia, es sin embargo conocida ampliamente por los patólogos: se conocen sus métodos de propagación, sus sucesivas secuencias genéticas, etc. De la gripe común, a pesar de que también puede llegar a ser mortal, ya se sabe mucho, e incluso hay una vacuna anual contra ella (aunque su efectividad sea limitada por la extrema mutabilidad del virus). Sin embargo, del Coronavirus no sabemos tan apenas nada, pero nada de nada mucho más allá de que se contagia por vías aéreas y con una tasa de contagio inusitadamente alta. Y las cifras que se publican no concuerdan por ningún lado.
Lo primero que no concuerda son los órdenes de magnitud. Con poco más de una decena de miles de contagiados como cifra "oficial", y unos pocos centenares de muertos, no se entiende que el gobierno chino haya decretado paralizar la vida social y económica de toda una región como la de Wuhan, sólo cuya capital tiene 11 millones de habitantes y el tamaño de Londres. Además, ese cierre "patronal" forzoso se ha extendido en las últimas horas a otras ciudades, fábricas, y centros comerciales de otras regiones del país. La gente está encerrada en sus casas en aislamiento sin apenas salir ni consumir, las fábricas están cerradas y sin producir con el riesgo de extenderse definitiva y masivamente a todo el territorio nacional, y pudiendo provocar graves disrupciones en el suministro del comercio mundial. De hecho, hay expertos en economía china que ya auguran que el impacto económico de este brote sobre la economía del país puede ascender a penalizar en torno al 1% el crecimiento del PIB de China: lo que le faltaba a la economía del gigante rojo.
Buena muestra de esos datos que no encajan es igualmente el gran dinamismo y extrema urgencia con la que el gobierno chino se ha lanzado desesperadamente a construir de la nada macro-hospitales enteros con miles de camas, temáticos para tratar esta enfermedad en exclusiva, con el altísimo coste que no sólo tiene el construirlos, sino el hacerlo "a marchas forzadas". Pues vaya, que si de verdad fuese comparable a la gripe común, no tendrían que tener para ella ya hospitales temáticos así en cada pueblo y ciudad. ¿De verdad alguien puede creerse que una enfermedad equiparable en cifras a la gripe común justifica que las autoridades asuman como necesario este altísimo impacto económico forzando al cierre general, y además construyendo hospitales como si no hubiese un mañana? Igual es que efectivamente si no lo hacen así no haya ya ese mañana. Muy probablemente, las autoridades chinas deben de estar realmente desbordadas, y han tomado estas decisiones in extremis a sabiendas de que lo que tienen encima es ya toda una catátrofe sanitaria.
Y más allá de las informaciones oficiales, vienen las reacciones oficiales (más reveladoras), y también la información espontánea en las redes sociales
Pues con el hermético panorama informativo en China, en donde la libertad de prensa ni se le conoce ni se le espera, a pesar del Gran Cortafuegos chino cibernético que controla férreamente todas las comunicaciones del país (aparte de su también cibernético Gran Cañón), en el mundo globalizado de hoy en día, lo de ejercer la censura total y absoluta es a veces misión imposible incluso para el partido comunista chino. Así, hay diverso material en internet cuya única falta es que no es contenido verificado, y cuyo rigor no alcanza los estándares que más nos gustaría presentarles aquí. Pero, lamentablemente, aparte de las oficiales, no hay otras fuentes más que lo que la pavorosa población va publicando para dar a conocer al mundo la verdad escondida de la tragedia que viven allí.
Muy relevalora resulta también la airada polémica que ha enarbolado el gobierno chino contra Dinamarca, que ha alcanzado el estatus de conflicto incluso diplomático, y que ha tenido su origen tan sólo en una bastante inocente ilustración satírica de la prensa libre danesa, que claro, tiene unos estándares de libertad que para la china comunista es como frotar sal en las llagas. Aparte de demostrar una vez más la falta absoluta de libertad de prensa en China, su ambición de ejercer la censura a nivel mundial, y la imposición del rodillo mediático y propagandístico a todos los niveles, si algo demuestra esta hiperreacción de las autoridades chinas, es que el tema es explosivamente sensible en el país. Está claro que en ello China se juega mucho, al menos infinitamente más que una enfermedad más con un presunto impacto similar a una simple gripe común.
Como otra demostración de hasta qué punto China se juega mucho en este tema, y cómo están reaccionando sospechosa y muy agresivamente a la defensiva, está cómo el brazo armado de la propaganda china está haciendo acto de presencia en las redes sociales, e inundando el mundo con material que proyecta una realidad del Coronavirus hecha a medida del aparato del poder de aquel país. Así, con una simple búsqueda en Youtube por Coronavirus, una inmensa mayoría de los resultados que aparecen son vídeos de propaganda de medios afines al estado chino, que se limitan a publicar las magníficas y rapidísimas obras de los nuevos hospitales con las que el gobierno chino está tomando acción, visitas a las urgencias de hospitales chinos de Wuhan mostrando las grandes medidas hospitalarias y sanitarias que se han puesto en marcha, etc. etc. etc. Pero todo este contenido multimedia oficial no está dando abasto para sepultar los menos numerosos vídeos que los sufridos chinos de la calle están publicando desesperadamente ellos mismos desde el mismo epicentro de la catástrofe sanitaria.
Como les decía antes, es un material de cuyo rigor no puedo responder porque no tengo medios posibles para autentificarlo, y se lo reproduzco aquí simplemente a modo de posible verdad alternativa a considerar. El primer vídeo es el que menos rigor tendría y podría ser perfectamente calificado por los más escépticos como susceptible de ser propaganda anti-china. Está protagonizado por una mujer que dice ser parte del personal sanitario chino que está en primera línea de fuego en Wuhan, y está desesperada y desconsolada. Dice que no tienen medios, que cada médico está atendiendo a una media que sobrepasa los 100 pacientes diarios, que la gente se les muere por los pasillos y les implora una ayuda que no les puede dispensar porque están desbordados y sin material, y que el gobierno chino no les da medios suficientes. Es dramático cuando al final la mujer dice que ante el Coronavirus los ciudadanos de Wuhan están totalmente solos, y que lo que publica el gobierno chino no es verdad. Además, acusa al gobierno de haber actuado demasiado tarde, y de que, de haber aplicado las medidas correctas a tiempo, la catástrofe se podía haber evitado. Este punto probablemente sea muy cierto, cuando los primeros casos de la enfermedad afloraron hace ya dos meses, y el patógeno ha sido extremadamente agresivo y detectable desde el primer momento.
Como explica The New York Times en este ilustrativo artículo, China trató todo este asunto desde que se inició con un letal secretismo, anteponiendo el orden y la ocultación a la necesidad de afrontar esta crisis abiertamente, y creyendo así estar poniéndose a salvo de crear alarma pública y tener que enfrentarse así situaciones políticamente muy embarazosas. China incluso ha optado por tratar represivamente a la comunidad médica que dió muy profesionalmente la voz de alarma cuando aún había margen de maniobra, llegando la policía a interrogar a los médicos que lanzaron la alerta en los inicios del brote, e incluso acusándoles formalmente de "comportamiento ilegal". Mientras tanto, de cara al público, las mismas autoridades se limitaban a hacer declaraciones oficiales que minimizaban irresponsablemente el asunto, y que al poco se acababan demostrando falsas con el desarrollo de los acontecimientos: trataban de tapar la bochornosa crisis, en vez de urgir a la población a protegerse y así poder cortar la propagación del virus a tiempo. De hecho, por ejemplo, las autoridades chinas no informaron de la primera víctima mortal hasta dos largos días después de su muerte.
Al final, ha sido mucho peor el (no)remedio, que además no ha combatido a tiempo la enfermedad, demostrando de paso cuán poco poco le importó al aparato político chino arriesgar la vida de millones de personas dentro y fuera de China, y anteponiendo inadmisiblemente sus propios intereses creados. Y es que muchas veces dejar margen para la libertad de prensa tiene incontables ventajas para una socioeconomía porque, aunque algunas noticias puedan escocer a los políticos, fuerzan a tomar acción y a depurar responsabilidades, redundando beneficiosamente en que los políticos hagan lo correcto, porque saben que todo es susceptible de ser destapado por la prensa, y que el que la hace la paga. Lamentablemente, ahora ya es demasiado tarde para esas acciones en Wuhan, que de haber sido tomadas en su momento muy probablemente habrían evitado toda esta catástrofe: ahora la situación en China ya está totalmente fuera de control. Como resultado, la indignación y la ira contra el gobierno comunista se han generalizado en la sociedad china, estando especialmente furioso el personal sanitario que ha visto y ha sufrido la mala gestión del gobierno desde primera línea de combate. Y esa ya furia se ha extendido también a toda la población, cuando se ha conocido el auténtico escándalo destapado por el que, en esta situación límite, las autoridades, bien por corrupción, bien por incompetencia (a cada cual peor), no gestionaron adecuadamente material sanitario donado que no llegó a los exhaustos y sin medios médicos y enfermeras, y que podría haber salvado muchas vidas (imaginen cómo estarán de caldeados los ánimos cuando hasta los herméticos medios chinos se han tenido que hacer eco de este bochornoso asunto; a su manera, eso sí). Con el paso de los días, va ganando momentum una ola de descontento popular cuyas consecuencias últimas resultan ciertamente imprevisibles.
Pero en ese contenido no autentificado, el rigor empieza a venir por sí mismo cuando, en vez de una persona hablando informaciones sin verificar, los vídeos empiezan a mostrar imágenes que difícilmente pueden ser ya un montaje propio de la propaganda. En estos vídeos se puede apreciar toda la extrema crudeza de la letal pandemia, y sus protagonistas muestran un panorama desolador y propio de todo un "Biohazard" (amenaza biológica). En Youtube hay vídeos que van desde un vídeo que muestra el estado de saturación absoluta de los hospitales de Wuhan, la desesperación de los médicos que gritan sin consuelo con cuatro turnos de trabajo en un solo día, a vídeos de personas literalmente desplomándose y cayendo fulminadas en medio de la calle, pasando por vídeos de los pasillos abarrotados de las plantas de los hospitales, con incluso gente que ya tiene la cara cubierta con una sábana aparentemente por haber fallecido en medio de la muchedumbre. Difícilmente todo este material puede tratarse en conjunto como una simple maniobra orquestada de propaganda anti-china, y ya pueden estar seguros de que buena parte de ella muestra la cruda realidad (la de verdad). Al menos, podemos estar 100% seguros de que la versión oficial es bastante poco (por no decir tan apenas nada) ajustada a la catástrofe que se vive en las calles de Wuhan, y que corre el riesgo de acabar de extenderse por toda China y... al resto del mundo que observa atónito el panorama.
Y eso que el brote actualmente afecta mayormente a China, un país con unos estándares sanitarios y una red hospitalaria y de asistencia primaria medianamente aceptable, y que, no lo olvidemos, actualmente es la segunda potencia económica mundial. Porque ahora imagínense la auténtica catástrofe humanitaria que podría provocar este letal virus si se acabase extendiendo por ejemplo a países africanos, con unos muy deficientes (o incluso inexistentes) servicios de asistencia sanitaria. Realmente, la situación de emergencia sanitaria internacional declarada por la OMS está plenamente justificada, pues el asunto es de extrema gravedad.
Por otro lado, el contagio ha llegado ya a suelo europeo (y español), y las autoridades europeas han reaccionado de forma diametralmente opuesta a las chinas. En Europa (casi) todo se ha desarrollado con transparencia y con información actualizada a través de los medios desde el minuto cero, así como aplicando estrictamente los protocolos sanitarios del máximo nivel de forma preventiva. Y esperemos que las rápidas y enérgicas acciones europeas sean suficientes para contener la pandemia en suelo europeo, a pesar de que dicha pandemia ya nos llega extraordinariamente potenciada desde China. Ni mucho menos se puede decir que las autoridades sanitarias europeas las tengan todas consigo, pero, en todo caso, queda meridianamente claro que no tener valores democráticos ni libertad de prensa puede tener sus muchas y graves contraindicaciones. De hecho, éstas son infinitamente peores que las del caso de contar con esos esenciales valores democráticos que, paradójicamente, cada vez son menos apreciados en Occidente, entre los que está la libertad de prensa, cuyas implicaciones últimas ha quedado patente una vez más que van mucho (pero mucho) más allá de simplemente poder expresarse libremente. Y todo sea dicho de paso, en los últimos tiempos, no sólo China no ha avanzado hacia un mayor aperturismo democrático, sino todo lo contrario, y el ahora muy cuestionado todopoderoso presidente Xi Jinping optó por el involucionismo al más puro estilo Mao.
Y lamentablemente, como no podía ser de otra forma, la inmisericorde propaganda internacional más cruda tampoco ha desaprovechado la ocasión de oro, que brindaba todo este asunto del Coronavirus, para difundir una nueva conspiranoia que corroyese una vez más los cimientos de nuestros sistemas. Así, por Internet y por las redes sociales circulan teorías que dicen que todo esto es un burdo montaje de la industria farmacéutica para crear pánico y lucrarse vendiéndonos mascarillas y medicamentos por millones. ¡Qué ramplona es la propaganda, y cómo puede llegar a hacer mella en cierto tipo de personalidades! Con la calidad del espíritu crítico habitual en nuestros lectores, no voy a dignarme aquí ni a rebatir semejante historieta, y simplemente les diré que ojalá que nuestro potente sector farmacéutico tuviese ya una vacuna contra el Coronavirus que vendernos, porque esa conspiranoia se cae desde el minuto cero cuando la dichosa vacuna a día de hoy no existe, y en el mejor de los casos les llevará bastante más de un año desarrollarla. ¿Para qué alentar pues ahora soterradamente el pánico si todavía no tienen ni si quiera un remedio que vendernos? Lamentablemente, algunos ciudadanos en los que la propaganda hace presa deberían leer menos pasquines y ejercitar más su espíritu crítico. La propaganda es así de ramplona, pero probar prueban, que a alguno lo engañarán, y de paso igual consiguen que bajemos la guardia y nos diezmemos, al más puro estilo ya visto con la propaganda antivacunas y su protagonismo en los recientes brotes de sarampión en EEUU
¿Sorprendidos por todo lo que la verdad "oficial" puede estar escondiendo? Este tema no debería cogerles de imprevisto, puesto que desde aquí ya les hemos analizado en diversas ocasiones no sólo lo ficticio de alguna cifra macroeconómica occidental, sino lo más grave de lo a veces sistemáticamente irreal de los sistemas socioeconómicos que pueden estar basados directamente en otros principios radicalmente distintos. Y en concreto el caso que nos ocupa hoy además ya no es que sea estrictamente económico, sino que entra de lleno en lo que desde aquí hemos acuñado hace ya unos cuántos años como socioeconomía pura y dura.
Y vaya por delante que aquí somos escépticos por naturaleza, y realmente el dato aportado antes que cifra exactamente el impacto económico del Coronavirus en un 1% lo consideramos como poco aventurado. Impacto desde luego que va a haber, y puede que severo, porque hay en China cientos de macrocomplejos industriales y comerciales cerrados a cal y canto, y que puede que tengan que permanecer así todavía durante semanas. Pero no resulta muy riguroso poner una cifra concreta de impacto económico a todo eso, especialmente cuando hoy por hoy es materialmente imposible saber ni tan siquiera el nivel final de propagación, de contagio, de defunciones y, sobre todo, el plazo de tiempo en que remitirá el brote y la actividad económica podrá recuperar la normalidad. Y no se puede descartar el extremo de que incluso ese 1% pueda acabar quedándose corto... En este sentido, las bolsas chinas han reabierto sus puertas esta mañana tras la festividad del Año Nuevo chino, y lo han hecho con una contundente caída en el entorno del 9%.
Realmente, aunque todo apunta en esa dirección, según el rigor que nos caracteriza y la poca fiabilidad de los datos disponibles, y sobre todo porque es mucho más lo que se desconoce del Coronavirus que lo que se conoce de él, desde aquí ni podemos asegurar ni podemos descartar que el Coronavirus vaya a acabar siendo una pandemia mundial que diezme la población. Pero si algo ha quedado claro con todo este asunto es que sólo será ahora cuando algunos de esos occidentales más anti-sistema despertarán a la realidad del gran progreso socioeconómico que hemos logrado en Occidente, y en especial por nuestros altos estándares de seguridad alimentaria y sanitaria, así como que producimos menos estadísticas sesgadamente "oficiales" y más datos reales, además de noticias más fidedignas. Al final, todo paradigma idealista que no dudan en vendernos desde ciertos sectores es susceptible de estrellarse en cualquier momento por su propia irrealidad, y todo lo lamentable de nuestro sistema por lo que nos incitan a dinamitarlo puede revelarse como que hay cosas en Occidente que hacemos muy muy bien, para beneficio de todos nuestros ciudadanos. Por mucho que así nos lo venda la hiperdirigida propaganda, ni lo ajeno es tan "ideal", ni lo propio es tan digno de demolición, sino que, en todo caso, a veces puede haber casos en que pueda llegar a parecer ser hasta casi incluso todo lo contrario. Juzguen por ustedes mismos.
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