En estos momentos, están haciendo lo mismo de lo que hicieron cuándo estalló la crisis financiera, están salvando a los bancos con nuestro dinero, como Marco Antonio y yo hemos dicho hace un año. Ahora lo llaman ayudas a nuestros socios griegos que están algo sobre-endeudados y que, con un poco de ayuda de sus socios del Euro, tendrán el tiempo que necesitan para asegurar que sus cuentas estén en orden y así volver a la senda de crecimiento.
La realidad es que, como ya he hablado en estas páginas, el gobierno griego no está tomando las decisiones difíciles necesarias ya que, hasta ahora con apelar a la solidaridad europea y amenazar con el fin del mundo para convencer a los recalcitrantes, han conseguido lo que pedían, tanto de sus socios europeos como del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Y si no ayudamos a Grecia ¿qué pasaría? Una de dos cosas, primero, los griegos se organizarían ellos mismos, tomarían las decisiones difíciles y pagarían sus deudas, probablemente con algunos retrasos acordados con sus acreedores.
La otra alternativa sería que dejarían de pagar y entrarían en procesos que ya hemos visto en el pasado, cuando países han dejado de pagar sus deudas de forma unilateral. Es verdad que este camino causa la suspensión inmediata de más participación en los mercados pero, cuando ves que alguien, persona o país, no paga sus deudas, es de esperar que los participantes en los mercados financieros no quieran jugar más con ese deudor.
También es verdad que los que más sufren son los que menos pueden, los más pobres, pero los que más sufren son los mismos siempre que se sigue políticas económica insostenibles. Por eso es mejor cortar, hacer las cosas bien y volver a la senda de crecimiento lo antes posible. Este camino sin fin es el camino de continuo sufrimiento para los mismos pobres que ahora están sufriendo.
Para que se entienda que quiero ayudar a los pobres pero no al resto, preferiría establecer un pago europeo mensual a cada familia griega en dificultades durante el periodo de transición y por lo menos así veríamos que los que sufren recibirían ayuda real y la presión sobre el gobierno y sobre los acreedores no se reduciría.
He hablado en estas páginas de qué pasa cuando vemos suspensiones de pagos de países en el pasado, por ejemplo, en Argentina donde, con el tiempo, negociaron con los bancos y, al final, pagaron sus deudas de alguna forma. Argentina siendo Argentina, lo hicieron tarde, mal y gritando durante todo el camino pero hicieron suficiente para dar la confianza a los acreedores y a los inversores extranjeros para volver con algo más de confianza.
Una suspensión de pagos por parte de Grecia seguiría más o menos el mismo camino, negociarían y llegarían a acuerdos de retrasos, calendarios de pagos e, incluso, de cancelaciones de deuda.
Ah si, esta segunda alternativa tendría sus consecuencias para los bancos. Tendrían que reclasificar estas deudas y aportar más capital para hacer frente a las posibles pérdidas.
Puede que algunos bancos no tengan la posibilidad de asumir estas necesidades de más capital, pues estos serían los que han hecho negocios por encima de sus posibilidades. Como cuando estalló la crisis, se vio que muchos bancos estaban haciendo negocios por encima de sus posibilidades, ganando dinero cuando todo iba bien y, cuando se vio su mala gestión, las arcas públicas se abrieron para salvarles.
¿Vamos a repetir la maniobra de salvar a bancos, a sus accionistas y a sus directivos, sin condiciones?
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