La explosión de la burbuja japonesa junto con la caída del muro de Berlín y de la Unión soviética cambió por completo como se concibe el mundo. Japón no es una amenaza de nuevo, sino que su economía estancada y su población envejecida hacen que su papel en el mundo esté en declive frente al auge de otros gigantes asiáticos como China, Vietnam, Indonesia o la india.
Hemos visto como tras la Segunda Guerra Mundial Japón recupera su economía y empieza a volver rápidamente al terreno de juego, sólo que esta vez más en el comercio y en la fabricación de productos de alta tecnología que desafiaba la alta tecnología europea y estadounidense. Los acuerdos del plaza y los del Louvre deberían haber frenado a Japón, pero lo que consiguieron fue una burbuja de condiciones épicas. La バブル景気 (baburu keiki) o economía de burbuja había acabado. ¿Cómo explotó?
En 1989 el Banco de Japón comienza a subir los tipos de interés poco a poco, con el objetivo de frenar la burbuja, llegando a alcanzar un 6%. De inmediato se corta el flujo del crédito. La burbuja revienta en 1990 dejando una crisis económica de la que todavía se está recuperando Japón. Ese año la bolsa cayó un 32%. Fue en 1993 cuando el primer ministro japonés reconoció que la economía de burbuja había acabado. Se habla de la década perdida, pero en realidad deberíamos hablar de décadas y considerar que la explosión de la burbuja sigue resonando hoy en la economía japonesa.
Como ejemplo de la evolución de japón en la cultura popular, podemos poner eventos de la triología de Regreso Al Futuro. El Doc Brown de 1955 se ríe de un chip "made in Japan", a lo que el Marty McFly de 1985 le dice "¿qué dices Doc?, Todo lo mejor se hace en Japón". En el 2015 Marty McFly es despedido por un jefe japonés. En la realidad sabemos que no fue así, en los años 2000 se rumoreaba que las empresas japonesas preferían a CEOs occidentales porque tenían menos escrúpulos a la hora de hacer despidos, por ejemplo Carlos Ghosn (francés, libanés y brasileño) en Nissan entre 1999 y 2018 y Howard Stringer (galés) en Sony entre 1999 y 2013. Hoy Ghosn ha dicho que las empresas japonesas no serán capaces de atraer a directivos de otros países.
Bancos en quiebra, ricos que dejan de serlo y japoneses que pierden su empleo
El citado en la segunda parte Industrial Bank of Japan, al igual que el Long-Term Capital Bank, tenían en 1990 cada uno entre tres y cuatro mil millones de dólares en préstamos “underwater”, es decir, que no se les estaban devolviendo. Con el colapso de la bolsa de Tokio no pudieron conseguir capital (prestado o en acciones) y tuvieron que liquidar sus activos en el extranjero, casi todos con pérdidas. Además los bancos japoneses se acabaron consolidando en bancos más grandes todavía, aún así tuvieron pérdidas prácticamente los diez años siguientes a medida que afloraban préstamos ruinosos. Entre 1990 y el 2000 quebraron miles de empresas.
Obviamente la explosión de la burbuja afectó a la economía, cinco millones de personas perdieron su empleo y muchos otrora exitosos salaryman (empleados de grandes empresas japonesas con mayor o menor nivel en las mismas) se vieron forzados a trabajar en lugares como las tiendas de conveniencia 24h (kombini) o de taxista. El suicidio se convirtió en la causa de fallecimiento más común en los hombres de 20 a 44 años. Al reducirse el consumo las empresas pasaron a tener sobreproducción. De ahí vienen los años de deflación que Japón ha sufrido y el crecimiento del desempleo que si rondaba el 2% en el 1989, en el 2000 había superado el 5%.
Cuando cayó la bolsa japonesa en 1990, sólo el Kyowa Bank pudo mantenerse en el capital del 8% requerido por el Banco de Pagos Internacionales de Basilea (BIS) sin emitir bonos basura. En 1990 pudieron emitirlos, y consiguieron dos billones de yenes, pero se cree que eso pudo haber reducido más todavía los precios del mercado de valores japonés. Los bancos japoneses también fueron afectados por la bajada de los precios de los inmuebles y las quiebras de empresas, tenían el 22% de los créditos hipotecarios y el 75% de los préstamos a pymes en 1990. En 1991 los bancos japoneses sólo tenían reservas de tres billones de yenes para préstamos por 450 billones. El beneficio de los cuatro grandes bancos (Nomura, Daiwa, Nikko (Mitsubishi) y Yamaichi) cayó un 60% en 1991.
Los bancos no fueron los únicos que tuvieron que vender activos en el exterior, el Hotel Bel-Air del que hemos hablado antes se vendió en 1995 por 50 millones de dólares, la mitad de lo que había pagado la empresa hotelera japonesa tan sólo cinco años antes.
Esta explosión económica afectó a también a los ricos, al mencionado Yoshiaki Tsutsumi pasó de ser el hombre más rico del mundo a tener un patrimonio negativo debido a los créditos bancarios que había pedido para ampliar los ferrocarriles que había heredado. En 2005 fue detenido por violar las leyes japonesas del mercado de valores (uso de información confidencial y falseamiento de datos). Salió de la lista de los más ricos del mundo en 2007, ya no era lo suficientemente rico para codearse con esta élite. Reciéntemente otro millonario japonés perdió mucho dinero de un día para otro, por lo que quizás sea algo característico de la economía japonesa.
El sector público también se vio afectado en sus ingresos, algo que sigue hasta hoy. En 1991 el estado japonés tuvo un superávit del 2,4% y su deuda estaba por debajo del 60% del PIB. En 1998 el déficit era del 10%, aumentando la deuda pública por los sucesivos paquetes de estímulo. Hoy en día la deuda pública de Japón supera el 240% de su PIB, siendo uno de los estados más endeudados del mundo. Los tipos de interés fueron bajando hasta llegar al 0,1%.
Según cuenta Richard Werner profesor en la Universidad DeMonfort en su libro “Príncipes del Yen” y más tarde en el documental homónimo, el Banco de Japón tuvo un rol importante en las medidas que crearon la burbuja japonesa y en las que impidieron una pronta recuperación de la economía japonesa, debido a que pretendían forzar una reforma de las estructuras de la economía de Japón. No obstante, creo que no se puede culpar exclusivamente al Banco de Japón de la burbuja y de la falta de recuperación en los años posteriores aún aceptando las tesis de Werner, especialmente cuando ha publicado artículos que indican la falta de importancia del precio de dinero en otros mercados (Werner cree más en la cantidad de crédito ofrecido).
Aunque la economía de Japón tiene sus puntos positivos, es cierto que hoy en día se trata de un país con serios problemas. Muchos de ellos heredados de la burbuja japonesa entre 1985 y 1990 y el fortísimo endeudamiento posterior. Esto nos deja claro que si por un lado las burbujas pueden aparecer en cualquier momento y lugar, no es tan malo las burbujas financieras en sí como las consecuencias que pueden tener en la población. Lo mismo que vimos con la burbuja inmobiliaria de la primera década del siglo XX.
Pregunta a los lectores ¿qué burbujas les parece que hay en este momento?
En El Blog Salmón | Señoras Watanabe: las amas de casa japonesas que hacen trading y Así es Vision Fund, el enorme fondo de inversión japonés que está inflando la burbuja tecnológica
Para ampliar información:
- Asian Development Bank Institute Working Paper Series: Lessons from Japan’s Banking Crisis, 1991–2005
- El resumen de Thayer Watkins sobre el libro de Cristopher Wood al respecto de la economía de burbuja
- Bank of International Settlements: The asset price bubble in Japan in the 1980s: lessons for financial and macroeconomic stability
- Películas: Black Rain, Rising Sun y Die Hard (entendiendo que son ficción)
- Podcast: El Descampao (más centrado en los Yakuza)
Esta es la tercera parte de una serie de tres artículos sobre la burbuja japonesa de los años 80. Las otras partes han sido:
Parte I: ¿Por qué hubo una burbuja en Japón en los años 80? De país arrasado a potencia de alta tecnología
Parte II: La burbuja japonesa de los años 80: locura financiera, Yakuza, poder y conspiración
Parte III: La economía japonesa post burbuja: tragedia y ruina en la nación que iba a dominar el mundo
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