Turquía se está convirtiendo en una potencia en Oriente Medio. A pesar de haber tomado decisiones económicas perjudiciales para la economía, la economía de este país no para de crecer. Aprovechando sus ventajas en el cruce de caminos de Europa, Asías y África, entre el mundo cristiano y el musulmán, es posible que nos veamos con que Turquía es un actor más y más relevante en los próximos años.
Si México tiene la suerte de estar cerca de la mayor potencia económica mundial y donde los ciudadanos son más ricos, en Turquía tienen una suerte parecida con la Unión Europea, con la que mantienen una unión aduanera. Pero la capacidad turca no es sólo ser un proveedor de bajo coste de la UE, sino que tienen su propia industria y área de influencia.
20 años de crecimiento desordenado
El PIB per cápita turco sólo dejó de crecer en los últimos años en 2009. Es cierto que este crecimiento es muy irregular, pero la economía turca no para de crecer. El ciudadano medio turco medio vive en una situación en la que si su moneda local no para de perder valor en los mercados internacionales y la inflación está disparada, si vive algo mejor cada año.
El PIB per cápita turco descendió en 2009, pero es que incluso creció en 2020. Otros años ha tenido un fuerte crecimiento como el 7,5% en 2017 o el 11,4% en 2021. La tendencia de los últimos veinte años es claramente ascendente.
Se estima que para 2023 el crecimiento del PIB turco baje del 5,3% al 2,6%. Una fuerte reducción a la mitad, aunque tengamos en cuenta que en su entorno tiene la guerra en Ucrania, una recesión en Alemania y el devastador terremoto de este año. Pero también le está pasando factura la inflación desbocada que se está fomentando desde Ankara.
La inflación en Turquía está desbocada. Esta fue de un 72% en 2022. Para 2023 se espera un 50%. Por supuesto esto hace que la lira turca no pare de caer, alejando a la inversión internacional. Además la inestabilidad política turca y sus amistades poco recomendables no parece que sean la mejor compañía en el camino hacia la prosperidad.
¿Y los ahorros de los turcos? Digamos que se acaban adaptando a la situación. Los bancos turcos le ofrecen invertir en oro (incluso los de propiedad gubernamental, que creo que es el culmen del fracaso), Los turcos también intentan transformarlos en ladrillos siempre que pueden. Eso es difícil, de hecho es cada vez más complicado, un modo en el que las familias turcas invertían tradicionalmente era ir construyendo un edificio poco a poco, método mediante el cual iban transformando poco a poco sus ahorros en vivienda.
Una potencia industrial desconocida
Si México es el séptimo mayor fabricante de automóviles del mundo, Turquía es el decimotercero. Miles de trabajadores están empleados en las fábricas de Ford, Hyundai, Toyota y existe el proyecto de una marca turca: Togg. Pero también Turquía fabrica electrodomésticos. Ya contamos como una empresa turca tiene los derechos en Europa de Toshiba e Hitachi para vender televisores bajo estas marcas, pero la alemana Grundig también está en manos turcas. Turquía ya en 2005 era el productor de la mitad de los aparatos de TV que se vendían en Europa.
No sólo el aparato, sino también el contenido que se ve en el televisor puede que sea turco. Turquía es el segundo mayor exportador de series de televisión del mundo, sólo por detrás de EEUU. Sus productos llegan a 150 países y el valor de estas exportaciones es de alrededor de mil millones de dólares. El exportar productos culturales no sólo empuja a esta industria, sino también al turismo que acude a conocer este país inspirado por lo que ha visto en la pequeña pantalla y al sector textil, que dispone de un escaparate global para sus productos.
La inspiración islámica de la regulación sobre lo que se puede ver en la televisión turca en términos de violencia, sexo, consumo de alcohol y similares marca lo que se puede producir en la televisión turca. Eso hace que su producto sea válido para audiencias más conservadoras, aceptables para múltiples edades y también para países islámicos. Sus programas son especialmente populares en Rusia, Latinoamérica (especialmente en Chile) y en Corea (cuyas series de TV han servido de inspiración para muchas series turcas).
Otras industrias en la que Turquía es un actor destacado son la de defensa y la aeroespacial. Durante bastante tiempo ha sido líder en servicios medico-estéticos a muchos europeos. También es una potencia turística, ya hemos hablado como su aerolínea Turkish y el aeropuerto de Estambul se han posicionado entre los más importantes del mundo. Además Turquía consigue meter a once universidades en las mejores del mundo en el ranking de Shanghai en 2022 (México por comparar sólo consigue cuatro).
Posiblemente toda esta producción industrial no hubiera sido posible sin tener una unión aduanera con la UE al igual que para México sin tener un acuerdo comercial con EEUU. Pero lo cierto es que beneficia a los europeos también. No sólo por poder obtener productos baratos de Turquía, como aparatos de TV o coches, sino por tener acceso a un mercado altamente poblado y de alto crecimiento. Por ejemplo, Turquía es uno de los tres mercados claves para Fiat, siendo los otros Brasil e Italia.
Habrá que ver cuánto tiempo la economía turca va a ser capaz de soportar sus contradicciones. La fuerte inflación y la devaluación de la divisa combinadas con la situación política ahuyentan a los inversores, pero el potencial de la economía turca sigue ahí. Si por parte de Ankara se quiere que la economía turca siga creciendo, tendrán que estabilizar los datos marco y realizar reformas que den certeza, pero de momento aguantan.
Pregunta a los lectores, ¿creen que Turquía se acabará convirtiendo en una potencia económica? ¿Por qué?