Las cotizaciones del petróleo se han estado relajando en las últimas semanas hasta que el barril de WTI se ha situado por debajo de los 80 dólares. Recordemos que a principios de mes de noviembre se situaba ligeramente por encima de los 90 dólares tras el rebote impulsado por los recortes de la OPEP+ anunciados.
La OPEP+, mirando por sus propios intereses, quiere evitar un escenario estilo 2008, en el que la recesión global llevó a los precios del crudo desde los 146 dólares a los 40 dólares. De ahí que los 80 dólares vistos en el mes de septiembre fueran su referencia para decidir recortar la producción el mes pasado, con la mayor parte de los recortes focalizados es Arabia Saudita y la Unión de Emiratos Árabes.
La OPEP promueve esa inflación porque, a su vez, está librando su particular guerra con el fracking estadounidense. Si bien los grandes picos anteriores en los precios del petróleo han estimulado una fuerte respuesta de inversión que ha llevado a una mayor oferta de productores que no pertenecen a la OPEP, esta vez puede ser diferente.
Los productores de esquisto, tradicionalmente los más sensibles a las condiciones cambiantes del mercado, están luchando con las restricciones de la cadena de suministro y la inflación de costes y, hasta ahora, mantienen la disciplina de capital. Esto arroja dudas sobre las hipótesis de que los precios más altos necesariamente equilibrarán el mercado a través de una oferta adicional.
Existen preocupaciones en el horizonte por parte del oligopolio que tienen un impacto directo en los precios del crudo. Nos encontramos en ante economía persistentemente débil de China, la crisis energética de Europa, las crecientes roturas en las cadenas de suministro y la fortaleza del dólar estadounidense están pesando mucho sobre el consumo. Todo ello pesa sobre el precio y, por ello, ha regresado a los 80 dólares.
Consecuentemente, la OPEP+ estaría considerando recortes de suministro más profundos a medida que el mercado se tambalea y se van descontando las preocupaciones mencionadas en las cotizaciones.
La demanda viene castigada. Con las actuales previsiones en mano, el crecimiento de la demanda se desacelerará a 1,6 mb/d (millones de barriles diarios) en 2023, por debajo de los 2,1 mb/d de este año, ya que los crecientes obstáculos económicos impiden los avances. La perspectiva del PIB ha empeorado y el uso global de petróleo en el último trimestre del año se contraerá (-240.000 b/d) en comparación con el año pasado.
El crecimiento provendrá del combustible para aviones y del GLP/metano para productos petroquímicos. Pero se pronostica que el crecimiento global del diesel/gasoil disminuirá de 1,5 mb/d en 2021 a 400.000 b/d en 2022, antes de registrar una pequeña disminución en 2023.
Más pérdidas de producción podrían provenir de Rusia en diciembre, cuando el embargo de la UE sobre las importaciones de petróleo crudo y la prohibición de los servicios marítimos entren en pleno efecto. Los funcionarios rusos han amenazado con reducir la producción de petróleo para compensar el impacto negativo de los límites de precios propuestos.
En el caso de la Unión Europea, los países miembros habían reducido las importaciones de petróleo crudo ruso en 1,1 mb/d a 1,4 mb/d, y los flujos de diésel en 50.000 b/d a 560.000 b/d. Cuando los embargos de crudo y productos entren en vigor en diciembre y febrero, respectivamente, habrá que reponer 1,1 mb/d de crudo y 1 mb/d de diésel, nafta y fuel oil adicionales.