En Europa veníamos de un punto de partida negativo con otros riesgos derivados de las interrupciones de la cadena de suministro, mucho más largas de lo esperado inicialmente, escasez de mano de obra más duradera en países con tasas de desempleo bajas e inflación más alta de lo esperado, con subidas de la cesta de bienes y servicios por encima del 5%. Todo ello ya estaba mermando las expectativas de crecimiento.
A ello se le suma un escenario negativo para la economía en el que aparecen variantes de Covid-19 resistentes a las vacunas que prolongan la crisis de sanitaria y requieren nuevas medidas de contención. La variante Omicrón ha ganado protagonismo con la aparición de nuevos casos en Europa.
El problema es no saber... Por ahora la información oficial de la Organización Mundial de la Salud es que esta variante ha sido etiquetada como una "de preocupación". Los motivos se fundamentan en una gran cantidad de mutaciones genéticas que pueden facilitar su rápida propagación, incluso entre las personas vacunadas.
La información es hoy escasa, y será en las próximas semanas que, a medida se analice su impacto y evolución si, en comparación con la cepa Delta, Omicron es más o menos grave, el grado relativo de transmisibilidad y si las vacunas son igual de eficaces.
Pero los mercados cotizan minuto a minuto. Desde una perspectiva de inversión, las respuestas de los gobiernos a Ómicron determinarán el impacto potencial que podría tener. Todas estas expectativas cotizan y están repercutiendo negativamente en el corto plazo, con el foco en la nueva variante. Entra el miedo en juego.
A nivel europeo, el Eurostoxx 50 ha protagonizado su peor mes en lo que va de 2021 y el peor desde octubre del año pasado. El EuroStoxx 50 cayó ayer hasta los 4.100 puntos, el mínimo del mes pasado, y su saldo de noviembre muestra una pérdida cercana al 4%.
Es bastante curiosa esta situación pues si nos ponemos en perspectiva, hace menos de dos semanas, la bolsa europea firmaba sus máximos anuales en 4.415 puntos de los que ahora está a más de un 7%.
Sin embargo, nuestro Ibex está sufriendo especialmente... el mes pasado fue el peor desde marzo de 2020 al bajar más del 8%. Nuestro selectivo español se ve hoy niveles no vistos desde julio en los 8.300 puntos.
La subida del Ibex en el año se ha reducido notablemente en las últimas semanas hasta un 2,81%, el peor avance, con diferencia, frente a sus homólogos europeos, siendo el Cac 40 francés, el más alcista del continente, con una subida desde enero de un 22,41%.
El sector de viajes y ocio es el primero que está descontando la reversión de expectativas. En una semana, IAG cae un 15% y Melia Hotels cae un 11,8% y Amadeus, un peso pesado del Ibex, se ha dejado un 6,15%.
La coyuntura negativa del Ibex viene que marca un notable diferencial frente al resto de bolsas europeas parte de un grave problema estructural... con Iberdrola e Inditex no puede funcionar a largo plazo.
Telefónica y la banca española son verdaderos lastres. Repsol, muy dependiente de los precios del crudo, está atrapado en un lateral de más de una década. Sin embargo, muchos inversores siguen viendo atractivos estos valores por los jugosos dividendos que reparten que atrapan a los inversores en una senda de cotizaciones negativas a largo plazo.
El contexto español no ayuda, el gobierno no es un catalizador para el crecimiento a pesar de la lluvia de millonesde los fondos europeos. La OCDE ha reducido drásticamente la previsiones del crecimiento desde el 6,8% al 4,5% perspectiva este año, y del 6,6% al 5,5% en 2022.