Uno de las grandes amenazas para la salud de gran parte de los trabajadores modernos es el sedentarismo. De la cama al coche, del coche a la silla de la oficina, vuelta al coche, al sofá, y a la cama de nuevo. Los exigentes horarios y las dificultades para conciliar la vida profesional y la personal, unidos a las incomodidades de las grandes ciudades, dejan poco espacio para desarrollar actividades deportivas, o para descansar adecuadamente.
Intuitivamente, y aunque todo depende en última instancia de la voluntad y de las prioridades de cada uno, parece que si pudiésemos tener un mayor control sobre la organización de nuestro tiempo resultaría más sencillo encontrar el hueco necesario para esas actividades. Y según parece, la realidad confirma esa intuición.
Según un estudio publicado en The Journal of Occupational and Environmental Medicine, basado en encuestas a trabajadores de una compañía con políticas de flexibilidad ampliamente extendidas entre sus empleados, las personas que gozan de dicha flexibilidad (y la perciben como tal) son más propensos a realizar ejercicio físico, descansar mejor y realizar actividades de relajación y control del estrés que quienes no lo hacen.
Dirán los responsables de la organización que bueno, vale, pero que a ellos qué les reporta, con lo complicado que es organizar y gestionar la flexibilidad frente a la rigidez... pero yo soy de los que piensa que todo lo que se pueda hacer por facilitarles la vida a la gente que trabaja contigo redunda necesariamente en productividad, vinculación emocional... y en última instancia en los resultados.
Vía | El Mundo Foto | Erika Hall