El desarrollo del comercio mundial, que ha crecido rápidamente con la globalización tiene un impacto en la influencia en los sistemas de pago. Surge la necesidad de rapidez, comodidad y seguridad en las transacciones financieras y de ahí nace la búsqueda de un sistema de pago fiable y fácil para los clientes de la banca.
El sistema de pago es un mecanismo que incluye los acuerdos utilizados para el pago a través de los intercambios entre individuos e instituciones financieras tanto a nivel nacional como mundial. El desarrollo de las transacciones de compra y venta que ya no tienen muros que limitan a las partes provocan el desarrollo de instrumentos de pago.
En este entorno descrito, la aparición de las criptomonedas ofrece una solución. Se trata de una moneda digital que utiliza tecnología criptográfica como seguridad que es difícil de ser falsificada, donde las transacciones pueden o deben hacerse vía online, y cada dato queda encriptado utilizando ciertos algoritmos criptográficos. Y la diferencia de la criptomoneda con respecto a monedas existentes es que la criptomoneda no es emitida por la autoridad central, no hay interferencia o manipulación por parte del gobierno.
Al igual que las monedas y los billetes, el dinero digital debe ser anónimo y a prueba de falsificaciones. La gente debería poder utilizarlo sin la intermediación de los bancos, del mismo modo que el efectivo tradicional se utiliza fuera del sistema bancario. Pero a diferencia del efectivo tradicional, los particulares, y no un banco central, crearían estas monedas digitales. Los particulares, y no el gobierno, se beneficiarían del señoreaje.
El libro blanco que dio inicio a bitcoin en 2008 esbozaba una forma de crear y operar un sistema de dinero electrónico descentralizado. El sistema de pagos no estaría bajo el control de un banco o una autoridad central. En su lugar, un gran número de participantes independientes lo gestionaría. El documento utilizaba las técnicas criptográficas existentes de claves públicas y privadas para crear identificaciones anónimas y anónimas y seguras. Con estos elementos, el dinero electrónico podría ser anónimo y a prueba de falsificaciones.
Sin embargo, se han puesto de manifiesto graves limitaciones y el triunfo de las criptomonedas como medio de pago depende de ciertos factores a resolver.
El primero de todos está vinculado al coste de funcionamiento. El sistema consume actualmente unos 53 TWh de electricidad al año, cifras próximas a Noruega o Argentina. El coste de la electricidad utilizada para procesar una sola transacción media puede alimentar a unos cinco hogares de un país de renta alta durante un día.
Es probable que estos costes de electricidad aumenten. Como los beneficios de los mineros siguen siendo elevados, se está añadiendo más potencia informática a la red, lo que aumenta la dificultad del rompecabezas. La gente que utiliza la red para transferir bitcoins no experimenta directamente estos costes, porque los mineros son pagados principalmente a través del señoreaje en lugar de las tasas. Pero los costes en términos de uso de electricidad, y la consiguiente carga para el medio ambiente, son reales y hay que tenerlos muy presentes.
Otra cuestión mencionar es que la potencia de los ordenadores se ha concentrado más. Algunas empresas han instalado una enorme capacidad informática en grandes fábricas dedicadas, utilizando chips especializados. Su explotación de las economías de escala conduce a la concentración del poder de mercado. El lado negativo de esta cuestión es que la concentración de poder informático hace que la red sea más vulnerable a ataques maliciosos. Incluso sin ataques, si el mercado se convierte en un oligopolio, los mineros podrían manipular las tarifas de las transacciones, negarse a procesar ciertos tipos de transacciones o negar el servicio a los usuarios.
Pero el mayor problema viene desde el lado de la propia operativa. Existe una falta de escalabilidad del sistema de pago. Se limita la adición de nuevos bloques a uno cada 10 minutos y cada bloque a un tamaño máximo de 1 MB. El número medio de transacciones que pueden incluirse en un bloque de este tamaño es de 2.000. En su forma actual, la red de pagos bitcoin sólo puede procesar tres transacciones por segundo. En contraste, las compañías de tarjetas de crédito procesan miles de transacciones por segundo. Esta limitación hace imposible que el bitcoin, con esta tecnología, sustituya a los sistemas de pago digital a gran escala.
La mayoría de los debates en la comunidad de la criptomoneda giran en torno a los mecanismos para hacer superfluos a los intermediarios de confianza. Pero otra cuestión importante es la de saber si las criptomonedas cumplen las funciones tradicionales del dinero. Y esa es otra de las grandes preguntas ¿las criptomonedas hacen la función de dinero?
Nuestro dinero es útil porque puede servir como medio de intercambio, unidad de cuenta y como depósito de valor. Al igual que otras formas de dinero electrónico, las criptomonedas tienen ventajas sobre los productos físicos como el oro o los billetes: más fáciles de almacenar y de transferir a grandes distancias. Sin embargo, algunos inconvenientes inherentes a las criptomonedas las hacen menos óptimas que las monedas de curso legal en la mayoría de los países.
El inconveniente más importante es la volatilidad del poder adquisitivo, es decir su tipo de cambio con respecto a la moneda de curso legal. Esa volatilidad del poder adquisitivo hace que sea muy arriesgado aceptarlas como medio de intercambio. También los hace subóptimos como depósito de valor, ya que no hay garantía de que su valor no caiga a cero.