Tanto el barril de Brent como el West Texas Intermediate (WTI), el crudo de referencia de Estados Unidos, alcanzaron máximos en tres años el miércoles después de que el presidente Donald Trump anunciara sus planes de retirar a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán e impondría nuevas sanciones para reducir las exportaciones de petróleo del tercer productor más grande de la OPEP.
Este acuerdo consiste básicamente en que Irán se compromete a limitar sus actividades nucleares sensibles y permitir la entrada de inspectores internacionales a cambio del levantamiento de sanciones económicas. A parte de Estados Unidos, en el acuerdo están (y no se han retirado) Reino Unido, Francia, China, Rusia y Alemania.
Para entender la importancia de estos hechos, Irán bombea alrededor del 4% del petróleo del mundo y exporta alrededor de 450.000 barriles diarios (bpd) de crudo a Europa.
Las sanciones de Estados Unidos tienen un período de 180 días durante el cual los compradores deben "liquidar" sus compras de petróleo, lo que significa que cualquier pérdida de suministro no se sentirá inmediatamente y las compañías no tienen que apresurarse a buscar alternativas.
Los lazos comerciales entre España e Irán siguen siendo fuertes no sólo en términos de crudo, ya que se calcula que las importaciones españolas procedentes de Irán ascendieron a 88.000 bpd en 2017. Dada la estrecha relación entre ambos países, es más probable que España cumpla con las sanciones y recorte sus importaciones de crudo de Irán debido al menor volumen que el país necesita reemplazar.
¿Qué justifica el subidón del crudo?
Sin embargo, el asunto de Irán supone la punta del iceberg para justificar los altos precios del crudo actuales. A día de hoy, el barril de brent -la referencia europea-, se encuentra en los 77 dólares (64 euros), reflejando una subida del 15,33% en lo que va de año.
Si nos ponemos en antecedentes, la OPEP, dirigida por Arabia Saudita, lanzó una guerra de precios contra Estados Unidos en 2015, aumentando la producción para provocar un exceso de oferta en el mercado. El movimiento causó que las cotizaciones cayeran hasta marcar un mínimo de 26 dólares, y dejó a la industria estadounidense tambaleándose.
Pero los precios se recuperaron lentamente. El fracking se disparó en Estados Unidos, y el Congreso levantó una prohibición de 40 años sobre las exportaciones de petróleo en 2016. Los amantes de la teoría del "peak oil" han visto como en los últimos meses Estados Unidos ha conseguido superar los niveles de producción alcanzados en 1970.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) comunicó en un nuevo pronóstico que el crecimiento en la producción de petróleo de Estados Unidos cubrirá el 80% de la nueva demanda mundial de petróleo en los próximos tres años. Se espera que la producción de petróleo de Estados Unidos aumente casi un 30% a 17 millones bpd para el 2023, y gran parte de ese crecimiento proviene del petróleo producido a través del fracking.
Como contrapeso y para justificar el auge de los precios, la OPEP y Rusia, el mayor productor mundial, acordaron en su nueva estrategia reducir su producción para ir consumiendo el exceso de inventarios existentes. Los inventarios mundiales de petróleo cayeron un promedio de casi 0,6 millones de bpd en cada uno de los últimos cinco trimestres (enero de 2017 a marzo de 2018).
Se consumen inventarios por un crecimiento económico mundial intenso. Un mayor crecimiento del PIB tiene el potencial de aumentar el consumo de petróleo por encima de los niveles previstos, lo que ejerce una presión al alza sobre los precios del petróleo crudo.
También hay que tener en cuenta en la ecuación los riesgos geopolíticos vistos: La reciente incertidumbre sobre el acuerdo con Irán, la agitación en Siria y los recortes en Venezuela han empujado los precios al alza.
En esta ocasión, la estrategia de la OPEP está teniendo el efecto deseado. El fuerte crecimiento económico del mundo, impulsa la demanda energética pero el crecimiento del fracking es menor y ese diferencial supone ir consumiendo inventarios e ir tensionando los precios al alza.
El gasóleo y la gasolina suben pero no tanto como el Brent
Sin embargo, lo cierto es que los precios de la gasolina y el gasoil no tienen una correlación perfecta con las variaciones del crudo, ya que son mercados diferentes, se encuentran cotizando en dólares y no en euros (riesgo de tipo de cambio), y cada país tiene sus propias peculiaridades sobre las figuras impositivas que recaen sobre los carburantes.
Teniendo en cuenta todo ello, en España los precios de la Gasolina Súper 95 y Diesel se encuentran en los 1,286 euros y los 1,191 euros respectivamente. A principios de año, ambos carburantes se encontraban a precios al consumidor inferiores y su subida ha sido del 3,46% para la Gasolina Súper 95 y del 4,36% para el Diesel.
Hasta la fecha, si comparamos ambos avances frente la evolución del Brent, se observa que el Brent ha avanzado 12 puntos porcentuales más que los carburantes, un elemento positivo para el bolsillo de los consumidores en el momento de repostar su automóvil ya que no se refleja toda la subida del barril de petróleo.
Durante parte del año transcurrido, el euro había avanzado sobre el dólar, lo que significaba un incremento del poder adquisitivo para importar productos en dólares (entre ellos carburantes). No obstante, en las últimas semanas el cruce euro/dólar ha caído fuertemente dejando al par en los 1,1942 dólares y una pérdida en lo que va de año del -0,45%. Por lo tanto,** el factor divisa es un punto negativo hoy por hoy**.