El chef Santi Santamaría ha montado el taco y a mi entender con toda la razón del mundo. En su libro ha puesto en la palestra el uso de productos químicos por parte de otros compañeros de profesión. La guerra acaba de empezar.
El cocinero mediático Sergi Arola ha contraatacado diciendo que toda la cocina es química, lo que es una verdad a medias. Es cierto que en la cocina hay que ir mezclando alimentos para obtener sabores, lo que implica algo de química. Lo que no es cierto, que la cocina es para andar poniendo en la olla cosas de lo más extraño. Personalmente me parece una tomadura de pelo el que te cobren una barbaridad por un plato que es más un producto de alquimia que de cocina. A mi no me apetece arriesgarme a pasar una mala digestión por los compuestos utilizados.
Una cosa es que hagan los platos con más cuidado, con más delicadez y con mejor presentación, pero no me gusta que me pongan cosas en el plato que no te las comerías si te las dieran por separado. Veremos a ver cómo acaba el conflicto. El mercado de la cocina de lujo parece que ha alcanzado la saturación y ahora llega la batalla por ver quien se queda con el mejor trozo del pastel.
En el caso de la cocina es un producto del que todos, más o menos, podemos opinar, por eso el eco mediático que está teniendo esta diatriba. Si la guerra fuera en la alta costura quizá no tuviera tanto eco, aunque puede que si, ya que tanto la alta costura como la alta cocina está reservada para los pocos que se lo puedan pagar o que sean lo suficientemente "snobs" para ello.