El 2023 comienza con un nuevo ejercicio de IRPF, y como siempre vienen algunos cambios. A nivel estatal hay algunas novedades interesantes, como la subida del mínimo exento de tributación y la ampliación de la reducción por rendimientos de trabajo (que favorece a las rentas más bajas).
Sin embargo una cosa que cada vez es más pronunciada es la diferencia entre la normativa estatal y la de las Comunidades Autónomas. Ya había diferencias en el pasado pero cada vez más estas hacen uso de sus facultades de autonomía fiscal.
El ejemplo de Madrid
Aunque casi todas las Comunidades han tocado algo del IRPF, como por ejemplo los tipos mínimos y máximos, el caso de Madrid es especialmente significativo. Con la deflactación del IRPF y de los mínimos personales y familiares, el IRPF de Madrid se parece cada vez menos al Estatal.
Es decir, Madrid tiene unos tramos completamente distintos a los del Estado. Sus mínimos también son superiores. Los tipos aplicables son más bajos. En definitiva, parece un IRPF distinto.
Esto hace más complicado el cálculo del impuesto pero realmente nadie lo hace a mano da un poco igual. Pero lo cierto es que la idea en su día de que el IRPF se repartiera al 50% entre el Estado y las Comunidades Autónomas, dotando a estas últimas de autonomía para definir su parte, ha culminado.
Al principio de esta reforma las Comunidades simplemente copiaban lo que decía el Estado. Así, si el tipo máximo era del 45%, en realidad era un 22,5% para el Estado y un 22,5% de la Comunidad Autónoma. Pero los años pasan y las Comunidades han ido introduciendo cambios en paralelo a los del Estado.
Si se mira la declaración de la renta se puede ver que los impuestos pagados al Estado y a la Comunidad Autónoma pueden ser bien distintos. Ahora bien, ¿es esto bueno o malo?
Ventajas y contras de impuestos distintos
Que las Comunidades tengan autonomía fiscal es bueno por un lado. Son muy dadas a quejarse de que no tienen dinero y echar la culpa al Estado, pero si tienen capacidad de subir o bajar sus impuestos la cosa cambia.
La autonomía fiscal que tienen no es perfecta, pues no recaudan ellas mismas, y cuando llega la liquidación puede haber sorpresas, como sucedió con la crisis de 2007-08. Pero tener autonomía permite que planifiquen los ingresos que necesitan y no estén todo el día apuntando a otro con el dedo.
En el sistema que hemos montado las Comunidades Autónomas son responsables de una parte importante del gasto (Sanidad, Educación), así que tiene lógica que tengan también responsabilidad en la recaudación.
Se podría argumentar que tendría más lógica que la declaración de la renta fuera separada completamente, como en EEUU donde hay que hacer una federal y otra estatal, pero eso complicaría las cosas: en la declaración actual, aunque muy pocos lo miran, se separa bastante explícitamente lo que se paga en ambos lados. Si se mejorara el tiempo de liquidación ya sería un gran avance sin afectar a los ciudadanos en general.
Sin embargo hay un contra también bastante grande: empieza a haber diferencias fiscales entre Comunidades. El tipo máximo en Madrid es del 44% frente al 53% en Valencia. Y esto no solo se nota en los tramos más altos, también en los intermedios (en los más bajos puede haber diferencias pero siendo las bases imponibles bajas realmente no es muy significativo).
Estas diferencias impositivas crean competencia fiscal y aunque quizá todavía no es muy exacerbado es cierto que en países donde hay diferencias importantes en los impuestos regionales suele haber una "subasta" por atraer a trabajadores cualificados y empresas. Y esta "subasta" no es beneficiosa ni para el país ni para las regiones.
¿Entonces qué es mejor?
Definitivamente hemos creado un sistema que no puede ser perfecto. Si no se dota de autonomía fiscal a las Comunidades básicamente se convierten en ejecutoras de lo que les dice el Estado central. En esa situación, ¿para que tener CCAA? Mejor que ejecuten directamente los Ministerios.
Y si dotamos de esta autonomía fiscal inevitablemente se producirá competencia entre regiones. No queda otra. En algún momento se decidió que seríamos más como Alemania que como Francia y ahora hay que hacer frente a las consencuencias.
Por tanto, bienvenido sea un IRPF distinto en el Estado y en las Comunidades. Y no creo que sea positivo los movimientos que hay ahora de recuperar ciertos impuestos Estatales donde las Comunidades han legislado para eliminarlos, la verdad, no tiene mucha lógica con el modelo que se decidió implantar hace décadas.