Que el fraude fiscal es una de los lastres de nuestra economía es algo que a nadie se le escapa, pero ¿se puede hacer algo en un país donde el fraude fiscal es aceptado socialmente? Mientras el que defrauda, sea mucho o poco siga siendo visto como “el listo”, y “si yo supiera como, haría lo mismo”. Está claro que va a ser difícil atajar el fraude fiscal.
De tal forma que lo primero que hay que hacer es conseguir que esa imagen cambie, que el fraude sea visto como lo que realmente es, un perjuicio para el conjunto de la sociedad, y para cada miembro en particular, eso aumentaría la presión sobre los defraudadores, y sería un primer movimiento para atajarlo, si no definitivamente, al menos en gran medida. Veremos a continuación, que se podría hacer para conseguirlo:
Desde el Gobierno es necesario un cambio de actitud y de dirección. Las medidas que ha ido aplicando, y el mensaje que transmite, van en la dirección errónea:
- El “Programa especial de regularización de activos ocultos” que en la práctica es poco más que una amnistía fiscal viene a decir: “Si confiesas lo que tienes te libras con una chaparreta”, una burla para todos aquellos que hemos cumplido puntualmente con nuestras obligaciones fiscales.
- La de tipos del IVA, motivada porque “hay muchos que no pagan”, viene a decir, que los tontos que pagan porque no pueden o no saben evitarlo paguen por los que no pagan y asunto arreglado. De nuevo otra burla a los que cumplimos con nuestras obligaciones.
El Gobierno debería ser menos complaciente con los que defraudan, pero las multas sólo afectan de verdad a las economías con menos recursos; aunque parezca lo mismo, una multa de un 50% a alguien con unos beneficios anuales de 5000 euros, no le afecta igual que a alguien con unos beneficios de 5 millones, que probablemente, a pesar de la multa podrá seguir llegando a final de mes.
Del mismo modo que el fraude no tiene el mismo impacto sobre las arcas del estado, las multas deberían ser progresivas y no proporcionales, para desincentivar el fraude.
Destinar la mayor parte de los recursos económicos y humanos disponibles a perseguir la economía sumergida y pequeños fraudes, que muchas veces no son más que errores, en lugar de perseguir con tesón los grandes fraudes, es remar en la dirección equivocada.
Es difícil combatir en fraude cuando los que defraudan están bien vistos, y hay un elevado grado de tolerancia hacia determinadas actitudes fraudulentas.
Pero para ello haría falta en primer lugar que no fuese el fraude la única alternativa para susbsistir. Cuando una madre con dos hijos a cargo se ve cobrando 300 euros de paro, u obligada a trabajar por el SMI, ¿es extraño que se ponga a hacer horas limpiando viviendas, o cualquier otra tarea de manera “opaca”? Cuando el simple hecho de encadenar dos trabajos con el SMI ya la obliga a hacer una declaración de la renta que probablemente le resulte “a pagar” más que lo que pagan algunos grandes ejecutivos, a los que esa cantidad no les supone nada, pero a ella le supone la compra de la semana.
Las medidas anti fraude del Gobierno deberían ir en dos vías necesariamente paralelas:
- Que trabajar dentro de la legalidad sea mucho más rentable que no hacerlo, que contratar sea sencillo y económico, y se bonifique la creación de empleo (sin destrucción previa, la trampa de despido barato a uno y contrato a otro por los incentivos fiscales ya la conocemos)
- Que defraudar salga mucho más caro que no hacerlo, sobre todo si te pillan, que los delitos de fraude que se detecten abran una ventana a nuevas investigaciones de los cinco años anteriores al fraude detectado, si en esa periodo hubo otro fraude eso abre otra horquilla hacia los siguientes cinco y así si detectan un fraude tuyo puedan investigar hasta el momento de inicio de la actividad.
En El Blog Salmón | ¿Por qué existe economía sumergida?; ¿Está bien defraudar a Hacienda?; El 99% no denuncia el fraude fiscal
En Pymes y Autónomos | Después de todo, defraudar es lo normal ¿no?
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