Atrás quedó aquella radical medida tomada por el gobierno chino con su política del "hijo único", que pretendía forzar un severo control de la natalidad, para así poner coto a la superpoblacion en la China de 1979. En 2013 la legislación vigente al respecto suavizó significativamente los términos, y permitió llegar a tener dos hijos bajo ciertos supuestos.
Sin un control de la natalidad tan férreo como el de antaño, ahora queda por plantearse qué efectos colaterales dejará aquella restrictiva ley, que por su naturaleza sólo se dejan sentir tras varias décadas, cuando su huella en la pirámide poblacional va avanzando hacia edades en las que aquellos niños empiezan a influir poderosamente en la economía. Y sí, aquello activó una bomba de relojería en la socioeconomía china que amenaza con estallar: 3, 2, 1...
Los orígenes de la pirámide invertida se remontan a décadas atrás
Efectivamente, no ya el país en su conjunto, sino que, como veremos un poco más adelante, muchas familias chinas presentan una clara figura de pirámide invertida. Como adelantábamos antes, el origen de esta terrible figura demográfica se remonta a varias décadas atrás: hasta el inicio de la ya citada política del "hijo único".
La política del "hijo único" fue una imposición gubernamental que tenía por objetivo frenar en seco la tendencia a la superpoblación de una China que ya era el país más populoso del mundo, con casi mil millones de almas (de las de entonces). Fue en 1979 cuando dicha ley tomó vigencia en las zonas urbanas chinas, que ya por entonces mostraban una alta densidad de población. Esta política, tal y como su nombre indica, literalmente prohibía a las familias tener más de un hijo, bajo pena de sufrir fuertes multas.
No ha sido hasta el año 2013, más de tres décadas después, cuando la severa ley empezó a ser flexibilizada. A partir de entonces, se permitió tener dos hijos a las familias en las cuales el padre o la madre no tenían hermano alguno. En 2015 China abandonó de forma definitiva esta política demográfica del "hijo único", aunque ha mantenido un límite máximo de dos hijos por pareja. En el corto plazo, este final provocó que los nacimientos se disparasen en el gigante asiático. Pero en los plazos más largos, tres décadas son mucho tiempo en términos legislativos, y tiempo más que suficiente para sembrar problemas graves en términos demográficos.
Posiblemente el populoso gigante chino puede permitirse ahora flexibilizar su política demográfica porque, tal y como analizamos en el artículo de por qué los estadounidenses están dejando de tener hijos, el progreso socioeconómico conlleva casi siempre una consiguiente bajada de la natalidad. Tras haber llegado un progreso muy relevante a China en las últimas décadas, ese descenso natural (o anti-natural) de la natalidad ha insuflado aire demográfico para poder flexibilizar el férreo control de la natalidad chino que regía hasta hace poco.
Ya en su momento, esta legislación del "hijo único" fue motivo de gran polémica tanto dentro como fuera de China. Muchos sectores, no sin razón, veían la ley como una clara intromisión en la vida personal más íntima de los chinos, además de una falta absoluta de libertad en algo tan básico como querer traer un nuevo hijo al mundo. También otros sectores mostraban su honda preocupación por las consecuencias económicas y sociales negativas que esta política podría traer en el largo plazo. Pues bien, esas consecuencias negativas a largo plazo ya están aquí.
De la China con explosión demográfica a la China de la pirámide invertida
Pues no, a pesar de ser los términos en los que habitualmente se habla de pirámide invertida, en el caso de China la forma que presenta su pirámide demográfica actual es más bien de un rectángulo con algunas estribaciones intermedias. Es una forma que, casualmente, recuerda mucho a la silueta de una pagoda oriental.
¿Por qué entonces les estamos hablando de la funesta pirámide invertida de China? Pues porque la pirámide invertida efectivamente se ha dibujado, aunque no lo haya hecho a nivel macropoblacional. Aunque la precaria situación familiar, que ha afectado a varias generaciones encadenadas hijas de la política del "hijo único", no haya tenido su réplica exacta en la pirámide poblacional a gran escala, lo cierto es que muchas familias de la China actual han acabado adoptando la forma de pirámide invertida, con todo lo que ello implica a nivel social.
Efectivamente es lo que se conoce como serie demográfica 4-2-1, que se refiere directamente a los miembros familiares que componen las tres últimas generaciones de las familias chinas afectadas. Es decir, 4 abuelos, 2 padres, 1 nieto. Y lo grave es que ese nieto único dentro de poco tiempo va a tener que encargarse en tiempo y dinero de las necesidades de dos progenitores y cuatro abuelos.
Tratándose una familia de la unión de una pareja, el problema duplica su dimensión, puesto que son 4 abuelos y dos padres del marido, y otros 4 abuelos y dos padres de la mujer. Y a todo este enjambre de obligaciones familiares además hay que añadir las cargas económicas y de tiempo de sus propios hijos, que también los acabarán teniendo.
Una heroica gesta, sino colosal esfuerzo socioeconómico, que muchos sectores sociales y políticos consideran casi insostenible para esos "hijos únicos". Ya no es cuestión de que los "nietos únicos" no se nos estresen o no ahorren lo suficiente: es que la tarea a la que les han forzado tres décadas de "hijos únicos" es prácticamente inasumible, ni aunque se lo propongan seriamente.
No es un seísmo de alcance meramente nacional: su dimensión tendrá fuertes réplicas globales
Incluso la (no sin razón) reputada publicación Wired se ha hecho eco de este problema en un reciente artículo, lo cual muestra hasta que punto se trata más de un problema de dimensión incluso global, que meramente nacional chino. Evidentemente, todo aquello que afecte a un gigante económico con el peso socioeconómico global que tiene China, va a tener su reflejo en forma de ondas sísmicas por todo el planeta, y estos temblores prometen estar alto en la escala de Richter.
Como muestra de ello, Wired indicaba cómo estas generaciones del 4-2-1, que paradójicamente son las generaciones de gigantes chinos de internet como Baidu o Alibaba, no son para nada unas generaciones irrelevantes en términos nacionales (ni globales). La mayor parte de estos "nietos únicos" pertenecen a la populosa clase media urbana, que actualmente alcanza los 430 millones de personas en China.
El peso que le otorgan a esta clase media las proyecciones demográficas a medio plazo es aún mayor, puesto que en 2030 se prevé que sean ya 659 millones de personas. Ello supone una población global equiparable a la suma de las de EEUU, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España. Como ven, los problemas socioeconómicos de las generaciones 4-2-1 más que una calamidad familiar, trascienden ya a un serio problema nacional chino, y por extensión suponen un nada desdeñable riesgo para la economía mundial.
Que esta dimensión de población se hunda socioeconómicamente por tener que cargar con el insoportable peso de tantos antecesores de las dos generaciones anteriores equivale a que se hunda la importante combinación de países occidentales enumerada en el párrafo anterior. ¿Qué ocurriría con la economía mundial si de repente la población de EEUU, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España se viese abocada a una precaria situación económica y social?
Pues no acabo de ver por qué si los sufridores pasan a ser chinos de la generación 4-2-1 el resultado vaya a ser demasiado distinto. Es evidente que se trata de una clase media con un poder de compra más modesto en términos globales: la clase media china no equivale directamente a la clase media de un país desarrollado, pero realmente la chocante comparación nos muestra cómo el problema ni es irrelevante ni nos va a dejar de afectar de alguna (o varias) maneras. Y eso por no hablar de las proyecciones actuales del peso económico creciente de la clase media china para los próximos años: la dimensión del problema sólo cotizará al alza.
La demografía es un asunto socioeconómico muy muy delicado
China ha decidido levantar su antigua política demografica del "hijo único" que trataba de frenar la superpoblación, pero resulta que ahora posiblemente ya es demasiado tarde para evitar la detonacion de esa otra bomba demografica que se esconde tras la acorralada generación 4-2-1. Vemos pues cómo el "hijo único" ha sido una bomba de relojería demográfica que se ha desactivado armando una nueva bomba demográfica, y ya sabremos a largo plazo si la "patada hacia adelante" demográfica ha resultado ser más o menos dañina que el problema inicial que trataba de evitar. Estas cosas sólo las sabe el tiempo (y a veces ni siquiera él mismo).
Como pueden ver tras el análisis de hoy, la demografía es uno de los principales factores socioeconómicos a tener en cuenta a la hora de regir y diseñar nuestras socioeconomías y su sosteniblidad. Éste es ni más ni menos el motivo por el que les hablamos recurrentemente de ello desde estas líneas.
Cuando un gobierno se dedica a entrar en el terreno demográfico, debe entrar "pisando huevos", porque los efectos de sus pisadas no se notarán hasta dentro de varias décadas. Ciertamente, es en los plazos más largos donde resulta más difícil legislar, no sólo por no poder ver las consecuencias claramente a día de hoy, sino también porque el egoísmo de los políticos del hoy hace que muchas veces no se preocupen demasiado por un problema que pertenecerá a otro político el día de mañana que les queda demasiado lejano.
Y ahora que hemos visto la que se les viene encima a los chinos (y a todas las socioeconomías del planeta) por un asunto demográfico espinoso como ha sido la política del "hijo único", dediquen unos minutos siquiera a imaginar qué nos puede estar esperando a la vuelta de la esquina a los occidentales, y particularmente a los europeos. Sí, les hablo de que tenemos nuestros propios problemas demográficos: el eterno tema del envejecimiento poblacional y la carencia de jóvenes cotizantes, un toro que pocos están tomando por los cuernos. Es otra bomba demográfica con vertiente pensionista de la que me temo que les tedremos que seguir hablando en innumerables ocasiones. Como ven, no son sólo los chinos los que han pisoteado varias docenas de huevos.
Y es que no es sólo ya que con la demografía no se debe andar jugueteando ni haciendo "probatinas", sino que es una variable que hay que vigilar y cuidar como oro en paño (socioeconómico). Porque el gran problema de la demografía, como en el caso chino de la generación 4-2-1, es que los problemas que acaba ocasionando puede que ya no tengan solución cuando acaben aflorando. No se trata pues sólo de que no se pueda ver el futuro, sino de que los gobernantes deben moldear ese futuro sin poder verlo. Ahí es nada.
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