¿Cómo afecta a la economía que los ministros dimitan ante discrepancias con el gobierno?

¿Cómo afecta a la economía que los ministros dimitan ante discrepancias con el gobierno?
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¿Leyeron ustedes hace unos días la noticia sobre el ministro de trabajo británico que dimitió por discrepancias con el gobierno de David Cameron? En Reino Unido, la parte de la noticia que despertó el interés de la gente fue más bien cuáles fueron los motivos que le llevaron a tomar tal decisión. Lo triste de la realidad socioeconómica española es que, aquí, la parte de la noticia que impactó a la gente fue tan sólo que un ministro dimitiese por simples discrepancias.

Este tema puede parecerles a algunos a primera vista una cuestión banal, pero como veremos en este análisis, no lo es en absoluto, y menos aún lo son las implicaciones económicas que conlleva. De hecho, una buena parte de los problemas que sufrimos está relacionada con la incapacidad que tienen algunos españoles, ya no de adoptar, sino de ni siquiera entender este tipo de actitudes.

Todo un ministro que dimite

Empecemos por resumir brevemente los antecedentes de la noticia. En este artículo pueden leer cómo el ministro de Trabajo y Pensiones, Iain Duncan Smith, abrió una crisis en el ejecutivo de Cameron con su inesperada decisión de dimitir, aludiendo que la última ronda de recortes sociales propugnada por el gobierno es “simplemente indefendible”. El calificativo que el ahora exministro otorgó a los recortes fue fundamentalmente porque afectan por un importe de 5.500 millones de euros a las prestaciones sociales a discapacitados.

Sin querer entrar a juzgar en absoluto ni los condicionantes ni lo apropiado o no de este caso concreto, las diferencias son flagrantes con lo que ocurre en España desde hace lustros. La perplejidad que le sobreviene a un servidor ante esto es mayúscula, no porque haya alguien que lo haga, sino porque en España apenas tengamos políticos de alto rango, ni de izquierdas ni de derechas, que sean capaces de llegar a dimitir simplemente por no quebrantar sus principios personales en el desempeño de su día a día.

¿Por qué esto no ocurre en España?

Lo que llama la atención del caso español no es que haya algún alto cargo concreto que no dimita, sino que aquí no dimite casi nadie (pase lo que pase). Las razones por las que podemos pensar que esto no ocurre aquí son de muy diversa índole, y la práctica totalidad de ellas dan poco margen para el optimismo. Hoy en día, se puede pensar que, en algunos casos, una de ellas es la que está en todos los titulares: la corrupción. Sin duda, da un criticable incentivo económico para querer mantenerse en el cargo a toda costa.

“Y estos son mis valores; si no le gustan, tengo otros”

Lo que subyace en el fondo de esta ausencia casi total de dimisiones es la falta de responsabilidad colectiva, y el poner el bien personal por delante del bien común. Ya ni nombramos dónde quedan los valores personales como los del ministro británico, me limitaré a recordar la famosa frase de Groucho Marx: “Y estos son mis valores; si no le gustan, tengo otros”.

Pero, si bien hay que luchar contra la corrupción con el claro fin de borrarla del mapa político, hay que asumir que erradicarla totalmente es tarea imposible. Algún caso de corrupción siempre va a surgir, es la triste naturaleza humana de algunos, lo que no se puede tolerar es la pasividad ante ella, ni el no actuar enérgicamente en cuanto se destapa un escándalo por pequeño que sea. Como decía la famosa cita anglosajona: “Expect the bullshit, but never accept it”. No obstante, no nos apartemos del tema, y analicemos las implicaciones económicas del asunto, lo habitual por estos lares.

Preocúpese por la Socioeconomía más que tan sólo por la economía

La economía debe ser tratada con todo el respeto, tal y como hacemos en este blog. Hay que ser conscientes de sus mecanismos y de su vital importancia en el mundo de hoy en día: sin economía no hay educación, ni sanidad, ni cultura, ni siquiera un plato de comida sobre su mesa. Aunque el dinero no sea lo único a considerar en este mundo, sí que demasiados aspectos vitales de nuestras vidas dependen de él, por lo que satanizándolo nunca vamos a llegar muy lejos.

Son variables económicas con una fuerte influencia sobre nuestra sociedad

Se debe ser muy consciente de que la economía pertenece a uno de esos sistemas tan complejos que nunca acabaremos de saber escrutar y predecir. Le influyen infinidad de variables, y a su vez influye sobre infinidad de variables. Las que se desprenden del titular de este artículo son también variables económicas, pero que además tienen una fuerte influencia sobre el futuro de nuestra sociedad, y esta influencia es a menudo minusvalorada. El mundo que aspiramos a tener el día de mañana inevitablemente viene de la mano de nuestra economía.

Como Afecta A La Economia Que Los Ministros Dimitan Ante Discrepancias Con El Gobierno 3

Pero hay que destacar que, por otro lado, en las sociedades occidentales teníamos unos valores que se daban por estructurales, y que sin embargo en las últimas décadas han sido paulatinamente casi abandonados. Me refiero a conceptos como la honestidad, la honradez, la sinceridad, el buscar el bien común por encima del bien personal, la responsabilidad en la función pública y privada, la ética, el tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen a nosotros, la justicia social, la igualdad de oportunidades, el respeto entre clases, el diálogo, y así hasta un largo etcétera, que no por largo y poco habitual deberíamos dejar de volver a tener como ideal. De todo esto, unido a la economía, nace la Socioeconomía.

La Socioeconomía debe tener criterios de sostenibilidad y viabilidad económica

La Socioeconomía debe retomar el rumbo perdido y volver a enfocarse hacia unos valores más allá de lo meramente ponderable en cantidad de ceros en una cuenta corriente. Todos los agentes económicos deben saber ver la necesidad de volver a construir una sociedad con valores, y por supuesto además con servicios básicos; sin olvidar que esto debe hacerse con criterios de sostenibilidad y viabilidad económica: nada es gratis, y tampoco los son los servicios públicos. Hay que procurar un mundo con igualdad de oportunidades, pero sin duda en el que también la economía pueda asegurar que existan oportunidades en el mercado.

La lucha de modelos económicos es irrelevante

No quiero entrar en la eterna discusión sobre si es deseable un modelo estatalista con altos impuestos y fuertes regulaciones, o un modelo liberal con bajos impuestos y un mercado desregulado. Son otros los motivos por lo que les voy a poner como ejemplo de sistema político-económico a los países nórdicos. El hecho es que es indudable el nivel alcanzado en su evolución socioeconómica, pero una parte importante de su progreso está relacionado con el grado de responsabilidad personal de la mayoría de sus agentes económicos y sociales. Su nivel de educación y su nivel ético distan años luz de los nuestros, y les permiten tener gestores tanto públicos como privados que tienen en cuenta el bien común, en cuyas decisiones consideran también los temas éticos, y que por encima de todo tratan de hacer bien las cosas. No me negarán que, al menos, lo hacen en mayor medida que los nuestros.

Como Afecta A La Economia Que Los Ministros Dimitan Ante Discrepancias Con El Gobierno 2

Un político latinoamericano vino a decir hace unos años que en su país se creía incorrectamente que un país desarrollado es aquel en el que los políticos pueden permitirse ir al ministerio en coches oficiales de alta gama, cuando un país desarrollado es aquel en el que los ministros acuden a trabajar en metro. Igualmente les digo aquí que en España algunos piensan que un país desarrollado socioeconómicamente es aquel en el que el mercado es capaz de proporcionar un puesto adecuado también a los políticos que han tenido un alto cargo, cuando un país con una Socioeconomía desarrollada es aquel en el que a los políticos, tras haber tenido incluso una cartera ministerial, no les importa volver a la (a veces) sencillez de su vida anterior. La cuestión es saber diferenciar entre lo que se es, y lo que se hace.

Para finalizar, sólo insistir en la necesidad de que todos los agentes económicos, independientemente de su adscripción ideológica, tengan claro que la obligación de todos es dirigir el país hacia los intereses de los ciudadanos, a nivel económico y también a nivel socioeconómico, sin idealismos irrealizables, pero con metas alcanzables. La estabilidad del sistema a largo plazo nos va en ello, y en especial con la clase media como su origen y fin al mismo tiempo. Hay que fijarse como objetivo la economía, pero sin olvidar nunca la importancia clave que tiene también la hoy tan ignorada Socioeconomía: hay que tener en cuenta que es necesario tener ladrillos, pero sin olvidar que lo que se pretende construir es una casa, y que ésta sea además lo más habitable posible.

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