Ahora que la burbuja inmobiliaria española ha estallado a lo grande y que el pánico bancario se ha ejecutado sin necesidad de ver aglomeraciones en los bancos, con una huida de capitales por 100 mil millones de euros solo en los últimos tres meses, y un nuevo castigo de las agencias por el escándalo de la bankia zombie, se hace más que evidente la necesidad de un rescate. Sin embargo, y ante la reconocida bancarrota de la banca, el problema real es ahora la cantidad de dinero que se necesita para superar los escollos actuales y futuros. ¿De cuánto dinero estamos hablando? “Quiero que me digan la cifra exacta”, pide el presidente Rajoy: “Ustedes se pueden equivocar, pero yo no”.
Y es muy lógico lo que dice el presidente Rajoy si recordamos el patético papelón que vivió Grecia al cambiar las cifras todos los meses. Por eso el problema de la cifras no debe ser considerado como algo menor sino como la herramienta clave para hacer los ajustes. Y por eso también que pongo énfasis en lo de “escollos actuales y futuros”. ¿Serán 40 mil millones de euros como dice el FMI?, ¿O los 52 mil millones de euros que estima Standard & Poors?, ¿o los disparatados 80 mil millones de euros que escandalizan a la Comunidad Europea?
Si se trata de hacer un diagnóstico serio y asumimos que toda la banca está quebrada y que al caso español luego se agregará Italia, el Reino Unido, Japón y Estados Unidos, debemos tener en cuenta requerimientos mínimos para los próximos tres años, que permitan dejar de hablar del tema y concentrarse en las tareas de recuperación. Con esto, España debe cubrir más de 500 mil millones de euros en los próximos tres años (el 50% del PIB) y ese es el horizonte real de sus necesidades: 130 mil millones de euros en déficit público, 150 mil millones de euros en bonos soberanos; 100 mil millones en déficit de las comunidades autónomas, 70 mil millones en recapitulización de deuda; y un fondo de reserva por otros 100 mil millones de euros. Los mercados de bonos aún no se cierran, pero en los próximos meses puede haber un gran vuelco en las líneas de acceso al crédito para España. Incluso si descontamos los bonos y la recapitulación de deuda, los requerimientos llegan a los 380 mil millones de euros.
Si además, Italia se agrega a esta pandemia de los mercados puede requerir entre 400 y 500 mil millones de euros adicionales, lo que indica que solo para España e Italia se requiere disponer de más de un billón de euros, una cantidad de dinero que hoy no está disponible. Pero si se piensa seguir por la vía de los ajustes vendrán planes más draconianos y medidas fiscales aún más restrictivas, tal como ha sido en Grecia, Irlanda y Portugal. No necesitarán llegar los “hombre de negro” para que la economía quede amordazada y entregada a las líneas de fuego del mercado. Los esfuerzos serán insuficientes para contener el tsunami de la contracción económica que asolará Europa. Los costos de mantenerse en el euro serán muy altos.
¿Salir o seguir en el euro?
Asimismo, en las actuales circunstancias nadie puede asegurar que una salida del euro sea la decisión correcta. Ni siquiera los griegos, que viven una auténtica pesadilla, piensan abandonar la moneda única por los altísimos costos que esto involucra. El nuevo dracma perdería entre un 50% y un 60% de su valor, y la deuda pública que hoy llega al 160% del PIB se duplicaría o triplicaría llegando a niveles que obligarían a un impago masivo. Y el impago puede generar la temible caída en cascada que arrastraría a toda la periferia de Europa… y eso sería el fin del euro. Y con el fin del euro, el país que más perdería de todos es Alemania.
Por eso que Alemania ha comenzado a mover los hilos de la unión política para fortalecer la unión económica. La unión política es lo que da estabilidad económica a los 50 Estados de Estados Unidos, que usan el dólar; o a los Estados del Reino Unido, que usan la libra. La unión política obligará a entregar a los 17 países de la zonaeuro parte de la soberanía política a la jefatura del núcleo europeo, que será la que controlará la mayor parte de los impuestos y de gastos de los países, y no sus propios gobiernos. La pregunta es ¿será posible una unión política en Europa?
La unión política es el elemento del cual cojea la Unión Europea y es la tarea que quedó pendiente cuando se instauró la unión económica. Y aunque se sabe desde hace mucho tiempo que una unión económica no perdura si no cuenta con una unión política, los lideres europeos no asumieron este auténtico vacío. Tal como hoy se enjuicia a Rato u Ordoñez por su “abandono de deberes”, en algún momento habrá que enjuiciar a quienes hicieron el abandono de deberes respecto a la unión política europea. Ahora que el tema presiona y que debe salir a la luz cuanto antes, vienen las prisas. Una vez más, el problema es el ritmo que tienen estos acontecimientos. No hay que olvidar que el dólar en los 50 Estados de Estados Unidos tiene una larga y turbulenta historia, y lo mismo con los países que emplean la libra esterlina.
A medida que el tiempo se agota, los líderes europeos deberán avanzar hacia una unión política y fiscal que asuma la estabilidad presupuestaria vía impuestos y gastos, y una unión bancaria que de al Banco Central Europeo la posibilidad de ser prestamista de última instancia de los bancos y los gobiernos, como lo hace la Reserva Federal en Estados Unidos.
Se ha demostrado que a los mercados no interesa la supervivencia del euro, y quienes pensaron que los mercados se encargarían de dar estabilidad a la moneda única por ser considerados racionales y eficientes, no solo arrastraron a Europa a una trampa mortal sino que la empujaron al borde del precipicio donde hoy pende angustiosamente. La nueva unión europea requerirá una compleja interacción de los gobiernos y un control supranacional de los mercados, desde el mismo núcleo de la UE. Solo este camino puede permitir que sobreviva la moneda única.
En El Blog Salmón | ¿Por qué no aumentamos la deuda pública y dejamos caer a la banca?