Brasil rompió una racha de 16 años de elección de candidatos del Partido de los Trabajadores para su Gobierno y con el 55% de los votos, Jair Bolsonaro del Partido Social Liberal (PSL) venció al candidato izquierdista Fernando Haddad.
Bolsonaro alcanza el poder gracias a un ambiente público de desesperación por el fracaso económico, la corrupción y el aumento de la delincuencia que pusieron en el punto de mira al gobierno anterior. Estos factores han pesado más que los insultos continuados a las mujeres, negros y los homosexuales o incluso una afición retórica a la dictadura que a pregonado.
La convulsa situación de Brasil
Para entender cómo Bolsonaro ha sido elegido como presidente de Brasil hay que echar la vista atrás de a la evolución del país en los últimos años.
Brasil ha sido uno de los emergentes con menos impulso económico en los últimos años. Su economía entre 2003 y 2017 el creció en promedio un 2,4%, mientras la mayor parte de las economías de latinoamericanas crecieron al menos al 4% y los emergentes en su conjunto crecieron alrededor del 6%.
Brasil entró en la peor recesión de su historia en 2015 (-3,8% del PIB) y 2016 (-3,6%). Esta crisis económica se debió a la caída del precio de las materias primas y a una caída del consumo y de la inversión. En 2017, la economía inició la recuperación y el PIB registró un bajo crecimiento del 0,7%.
En la crisis y el bajo crecimiento de Brasil se genera por la confluencia de varios factores:
- La caída de los precios mundiales de los productos básicos.
- Desaceleración económica de China que es el mayor mercado de exportación de Brasil (19% de las exportaciones).
- El impuesto de Sociedades en el 34% y las dificultades burocráticas para impulsar un negocio.
- Hundimiento del real brasileño por la fuerte apreciación del dólar que le llevó a altas tasas de inflación por el encarecimiento de sus importaciones.
- Subida de tipos de interés durante la crisis para poner freno a una inflación que se acercó al 11% en 2015.
Las cuentas públicas han estado históricamente desequilibradas. Si bien los ingresos son cíclicos y han disminuido durante la recesión, el gasto público es estructural y está impulsado por compromisos sociales garantizados por la Constitución, en particular en los beneficios del sistema de pensiones. Los intereses de la deuda se han ido incrementando y actualmente se encuentran cerca del 7% del PIB.
Al mismo tiempo, desde 2014, Brasil se ha visto envuelto en un escándalo de corrupción nacional que comenzó con la compañía petrolera estatal Petrobras, pero se extendió a diversas ramificaciones empresariales. Un escándalo que involucra a millones de dólares en sobornos y a más de 80 políticos y miembros destacados de la élite empresarial.
Tres años después de que comenzara la investigación, Lula da Silva, presidente de Brasil desde 2003 hasta 2010, fue declarado culpable de la primera de las cinco acusaciones en su contra y fue condenado a 12 años de prisión. Comenzó su sentencia el 7 de abril de 2015 cuando los jueces decidieron que no debería estar libre durante el proceso de apelación.
Además, las cifras de criminalidad del país están por las nubes. Si atendemos a las cifras publicadas por el "Anuário Brasileiro de Segurança Pública" las muertes violentas intencionadas ascienderon en 2017 en 63.880 (175 muertes/día), un crecimiento del 2,9% frente al año anterior y que ofrece una tasa de 30,8 por 100.000 habitantes. Y únicamente en 2017 se registraron 82.684 desapariciones.
Bolsonaro y el programa liberal que le acompaña
A pesar un limitado conocimiento de la economía, lo cierto es que Jair Bolsonaro se ha ganado el favor de los inversores con amplias propuestas liberales para su país. Su programa económico está diseñado en su mayor parte por el economista liberal Paulo Guedes, uno de sus asesores más cercanos, a quien promete asignar el "súper ministerio" de economía.
Para resolver los problemas de la creciente deuda pública del país que -la más alta en los países emergentes- con un déficit disparado del 7,8% en 2017, su programa propone reducir el volumen de la deuda en un 20%, privatizando una gran parte de las empresas públicas brasileñas. También se está considerando rediseñar de los ministerios, con el objetivo final de reducir el peso del Estado cuyo gasto público abarca el 38% del PIB.
Si bien dentro de la extrema derecha es habitual diseñar programas proteccionistas repletos de aranceles, lo cierto es que este programa económico va en línea contraria, con el objetivo de desarrollar aún más la apertura de Brasil al comercio internacional. Propone la reducción de muchos tipos de importación y barreras no arancelarias, en paralelo con el establecimiento de nuevos acuerdos bilaterales.
Sobre el sistema de pensiones brasileño debemos hacer una mención especial, los costes están aumentando más rápido que los ingresos debido al envejecimiento de la fuerza laboral en Brasil, la propia estructura del sistema de pensiones y la desaceleración económica de Brasil.
En promedio la edad de jubilación de las personas que ingresan al sistema es de 55 años y perciben el equivalente al 70% de su último salario. Las mujeres que comenzaron a contribuir cuando tenían 15 años pueden jubilarse a los 45.
Estas reglas laxas son, en parte, responsables de un sistema público de pensiones que comprende más del 50% de todos los gastos federales, una vez que se descuentan las transferencias a los estados, desplazando a otros servicios públicos. Sus pagos son el triple de lo que eran hace treinta años y se espera que se aceleren aún más.
En el centro del problema está la disminución del número de trabajadores activos en relación con los pensionistas en Brasil. Específicamente, la relación entre trabajadores activos y beneficiarios de pensiones para el estado brasileño medio cayó a 1,58 en 2012 de 2,19 en 2006.
Para afrontar este problema, se pretende alcanzar un sistema de capitalización como sistema de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) en Chile. Sin embargo, no se ha explicado cómo transitar ya que existen muchos trabajadores que aportaron en su momento a la Seguridad Social y solo los más jóvenes se podrían verían los beneficios.
Lo mercados aplauden a Bolsonaro
Las acciones de Brasil alcanzaron un máximo histórico el lunes (el Bovespa llegó a los 88.377 puntos), y el real brasileño tocó un máximo de cinco meses a pesar de un dólar más fuerte después de que el candidato presidencial favorito del mercado, Jair Bolsonaro, lograra una victoria.
Sin embargo, más adelante terminaron corrigiendo la subida inicial. Y es que las expectativas ya estaban muy descontadas desde hace tiempo... Tanto la divisa como el índice bursátil han ganado más del 15% desde mediados de septiembre, cuando las encuestas comenzaron a favorecer a Bolsonaro.
Su compromiso a estabilizar las cuentas del país ha sido el verdadero catalizador de la mejora de las expectativas por parte de los inversores. El riesgo país también ha estado cayendo en los últimos meses. Si los CDS marcaban una probabilidad de default del 42% a finales de agosto, hoy la probabilidad de default del país ha descendido hasta el 34%.