Tras siete trimestres consecutivos de contracción económica, la economía de la zona euro ha salido por fin de la recesión en el segundo trimestre de 2013 merced a un crecimiento de su Producto Interior Bruto (PIB) del 0,3 %, según reflejan los datos publicados hoy por Eurostat, la oficina estadística comunitaria.
Esta buena noticia, que a su vez se complementa con la revisión al alza de la estimación del PIB del eurozona para el primer trimestre del año, que finalmente ha experimentado una caída del 0,2 % (frente al 0,3 % de la estimación anterior), tiene su lado negativo en el hecho de que vuelve a poner de manifiesto la existencia de una Europa de dos velocidades. Este repunte de la actividad de la zona euro viene motivado por los buenos resultados económicos protagonizados por Alemania (0,7 %) y Francia (0,5 %), aunque fue en Portugal, nuestro país vecino, donde se registró la expansión más alta (1,1 %). En el otro lado de la balanza, los países que continuaron en recesión durante el segundo trimestre del año fueron Chipre (-1,4 %), Eslovenia (-0,3 %), Italia (-0,2 %), Países Bajos (-0,1 %), España (-0,1 %) y Grecia, a los que probablemente se unan Irlanda y Luxemburgo.
Por tanto, pese a la euforia inicial en la que podríamos caer, aún no existen motivos suficientes para lanzar las campanas al vuelo. Al viejo continente aún le quedan asignaturas pendientes por repasar, empezando por combatir el crecimiento desigual de las regiones que lo integran, sin olvidar el que sin lugar a dudas es el gran problema europeo: su elevado desempleo. Además, la zona euro necesita dar pasos para controlar su deuda, asegurar la estabilidad de su sistema bancario e incidir en mayores reformas estructurales que le permitan crecer de forma sostenida.
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