A medida que la crisis avanza inclemente por Europa y siguen sumándose países a la lista de rescates, comienza a llegar la hora de la verdad. A estas alturas queda en claro que lo de Grecia era un resfrío pero lo de España e Italia es un tumor. Los ministros de Finanzas se han comprometido a trabajar durante toda esta semana (en medio de la décima cumbre de la UE) para lograr crear un plan creíble que pueda estar disponible el próximo lunes.
Mientras la tensión recrudece, España se queda sin dinero y el Tesoro debe recurrir a los costos más elevados de los últimos quince años para captar dinero. La prima de riesgo no afloja y sigue en 540 puntos mientras y el tipo de interés en los umbrales del 7%. La banca recibe un golpe tras otro de las agencias de calificación, que tiene a gran parte de las entidades en el terreno del “bono basura”. A esto se añade la supuesta declaración de Ángela Merkel, de que en la eurozona “No habrá deuda conjunta mientras yo viva”
Los atentados de la banca no fueron sólo en contra de los clientes sino también en contra del país al asumir riesgos excesivos y otorgar créditos de dudosa calidad en el período de la euforia consumista. Con eso hincharon la burbuja inmobiliaria y levantaron la pirámide especulativa que tras la crisis se ha revertido dolorosamente.
El resultado ha sido una parálisis en la construcción, con centenares de obras abandonadas que hoy pesan en los balances bancarios cuyos pasivos aumentan día a día por la creciente morosidad lacerada por el alto desempleo. Adicae calcula que un millón de españoles ha dejado de pagar sus deudas hipotecarias y cada semana decenas de familias son desalojadas de sus casas.
Los bancos están sentados sobre un gran cráter de propiedades sobrevaluadas y eso es lo que castigan hoy las agencias de calificación, pese a que en el período de la euforia agregaban más champán al festín. Los tres grandes bancos que se mantienen en pie (Santander, BBVA y LaCaixa) rebosan algo de salud porque no jugaron el mismo juego y buscaron refugio en países extranjeros. Pero incluso ni estos bancos están a salvo en la debacle que corroe el sistema financiero global.
El problema no es solo de la banca española (aunque hoy esté en el epicentro de la crisis), sino de toda la banca global que legitimó el sistema ponzi por la vía de los derivados financieros. Como los precios inmobiliarios mantuvieron una tendencia alcista durante 70 años se pensaba que esa fuerza continuaría en la creencia de que el mercado autorregularía los precios.
El problema está lejos de ser resuelto y a medida que Europa sigue salvando a los bancos y dejando con las manos vacías a sus víctimas, el descontento social tensiona la estabilidad del euro y de la propia Europa. Como escribí hace 18 meses, En España se librará la batalla final por el destino del euro. A estas alturas, el problema va más allá de la crisis del euro y lo que está en juego parece ser la propia Unidad Europea.
En El Blog Salmón | La troika pierde por goleada el control del juego ante los mercados