Las normas a nivel de la estabilidad fiscal de la Unión Europea y, por tanto, también de la Unión Monetaria se realizaron en el siglo pasado, concretamente en 1997, antes de la creación de la moneda única y la zona euro.
En esa época se estableció que el déficit público no podía superar el 3 por ciento del PIB y la deuda bruta de cada uno de los países miembros que componen la Unión Europea no podía superar el 60 por ciento.
Europa necesita sintonizar y realizar ajustes en las normas de estabilidad fiscal
Estas cifras han quedado muy desfasadas y ya no muestran la realidad de cada uno de los países a nivel de estabilidad fiscal. No sólo porque ya no los cumple casi ningún país miembro, sino porque el entorno económico y financiero que tienen que operar los diferentes países es muy diferente.
La crisis producida por la pandemia del coronavirus ha servido a la Unión Europea para darse cuenta de que tiene que realizar una sintonización y diferentes ajustes a las normas de estabilidad fiscal para llevarla a la nueva realidad de los países miembros.
La sostenibilidad fiscal indica la variación de la deuda de cada país respecto a su Producto Interior Bruto (PIB), es decir, es la suma del “efecto bola de nieve” por la diferencia entre el interés que se está pagando por la deuda y el crecimiento del PIB, más el déficit primario (diferente entre ingresos y gastos públicos sin intereses.
El cupón medio sobre la deuda en Europa ha llegado a ser el 0% en algunos países
Al inicio de la Unión Monetaria en Europa, el coste medio de la deuda no era superior al 4 por ciento, algo superior al crecimiento que tenía la economía a nivel de Europa.
En esa época, los intereses de la deuda afectaban al PIB de los países alrededor del 2,5 por ciento, para poder estabilizar la deuda que tenía cada país era preciso que el déficit primario (diferente entre ingresos y gastos públicos sin intereses) fuera mínimo.
Por tanto, se estableció un límite de deuda del 3 por ciento respecto al déficit público total que cada uno de los países miembros se podrían endeudar. Pero en realidad algunos países nunca han alcanzado dicha cifra y ahora mismo las cosas han cambiado de forma drástica.
Por una parte, el crecimiento del PIB ha disminuido del 3 por ciento, y eso implica que la inflación ha llegado alcanzar la cifra del 2 por ciento. Es decir, la regresión financiera ha conseguido disminuir el cupón medio sobre la deuda en Europa al 1,5 por ciento, y lo más seguro que descienda al 1 por ciento, aunque ya se ha visto en algunos países en el 0 por ciento.
Si el tipo de interés no crece al mismo ritmo que el ingreso por los impuestos se puede tener más déficit
Los ingresos por impuestos han aumentado a un mayor ritmo que el tipo de interés en la zona euro y, por tanto, la deuda pública baja al tener un menor coste y esto supone que más margen para que los países miembros tengan más déficit.
Los países miembros que exceden el 60 por ciento de la deuda sobre el PIB nacional, según lo que establece la Comisión Europea, deben realizar un plan de ajustes estructurales para volver al límite establecido.
Para muchos países miembros de la Unión Europea, como es el caso de España, este es un objetivo bastante difícil de alcanzar y, por otra parte, se puede considerar un poco innecesario.
Es decir, si los tipos de interés están en mínimos y están rondando el 0 por ciento, el nivel de deuda influye menos en la sostenibilidad fiscal del país miembro. Por tanto, el tan famoso “efecto bola de nieve” queda anulado, ya que la prima de riesgo siga estabilizada y el coste medio de la deuda siga una tendencia descendente.
Debemos tener en cuenta que lo principal es el déficit, que va a depender de la capacidad de recaudar impuestos de cada país miembro y el crecimiento que va a tener su gasto público.
Un aumento del objetivo de deuda sería más factible para España
Debemos aprender de las crisis que ha vivido el euro es sus casi 20 años de existen, y cada vez más se han ido relajando las normas fiscales, hasta llegar al punto de llegar a suspender su aplicación por la pandemia por el coronavirus.
Ahora que Europa está trabajando en nuevos instrumentos de financiación y en el Fondo de Recuperación, hay que pensar en cambiar el objetivo de deuda sobre el PIB, y llegar hasta niveles un poco más reales, es decir, un 80 por ciento o más.
Para conseguir que la deuda de España bajara hasta el objetivo actual del 60 por ciento en 20 años, sería necesario un superávit antes de intereses del 1,5 por ciento durante los próximos 20 años.
Después de pasar diferentes gobiernos por la Moncloa y no conseguir llegar al déficit del 3 por ciento, sería necesario unos ajustes de los presupuestos del 1,1 por ciento del PIB, es decir, que se necesitarían eliminar partidas por 14 mil millones de euros durante los próximos 20 años.
Pero si el objetivo se elevara, por ejemplo, del 80 por ciento, haría falta un superávit antes de intereses del 0,3 por ciento y, por tanto, un déficit del 2 por ciento. Claramente los ajustes estructurales necesarios para España serían muchos menores, ya descenderían 4 mil millones de euros y, por tanto, sería de 10 mil millones de euros durante los próximos 20 años.
En los 2 casos planteados serían un gran esfuerzo para la economía de España, pero en el segundo caso sería más factible conseguir que en el primer caso. Aquí entra en juego reducir partidas de gasto público, reducir o eliminar bonificaciones y deducciones, y la subida de impuestos, tan odiados por todos los españoles.
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