A la cuestión de la independencia de los Bancos Centrales frente a los intereses creados, se ha añadido recientemente la no menos esencial cuestión de su independencia frente a los designios e intereses presidenciales, y va y ahora llega la no menos crucial cuestión de la independencia de unos Bancos Centrales frente a otros Bancos Centrales.
Así le puede estar ocurriendo a la todopoderosa Reserva Federal, que puede estar viéndose influenciada en sus decisiones por las políticas monetarias del BCE. Efectivamente, parte de las decisiones de la FED podrían estar tomándose a día de hoy en Frankfurt.
Los Bancos Centrales y su independencia… e inter-dependencia
En unos tiempos en los que la independencia de los Bancos Centrales está en entredicho, incluso en el caso de los más reputados del mundo como demuestran los ataques intervencionistas de Trump contra la FED, por si esto no fuera poco, ahora va y tenemos sobre la mesa con más glutamato que nunca la cuestión de si los Bancos Centrales son inter-dependientes unos de otros. ¡Será por añadir potenciadores de sabor a un cóctel que ya era de por sí especialmente sabroso!
En el fragor de la batalla contra la Gran Recesión, ya se fraguaba esta inter-dependencia que de hecho siempre ha existido en cierta medida, y en aquel momento lo hizo con una suerte de pacto transnacional, por el que los principales Bancos Centrales del mundo se pusieron más o menos de acuerdo en lanzar de forma sincronizada QEs masivos en sus respectivas economías. Pero una cosa es una inter-dependencia en la que se pongan de acuerdo, o incluso que unos se dejen arrastrar voluntariamente por otros, y otra muy distinta es que la política de unos despliegue ciertas restricciones o imposiciones sobre otros Bancos Centrales.
Así parece estar ocurriéndole a la FED con respecto a las políticas ultra-expansivas que el BCE decide que debe seguir manteniendo ante la atonía de la economía europea, y creyendo ver más motivo en la próxima crisis que ya puede que tengamos encima, y cuyo frenazo fuimos de los primeros medios en anticiparles. La FED, con el permiso del intervencionismo actual de Trump, había venido tomando ya la senda alcista en sus tipos de interés hace bastantes trimestres, cosa totalmente normal en un contexto en el que la economía estadounidense siempre va varios meses adelantada en sus ciclos económicos con respecto al resto de las economías.
La inter-dependencia no debería sorprendernos en un escenario de capitalismo global
Pero esta senda alcista parece haberse visto ahora bruscamente interrumpida, bien sea por las continuas “indicaciones” que le llegan a la FED desde el Despacho Oval (muchas veces con forma de autoritarios tuits, pero que desde la institución niegan tajantemente que les influyan), bien sea por la llegada definitiva de un frenazo económico para el que la Reserva Federal apenas tiene ya armas en su arsenal monetario (según les analizamos hace ya unos cuántos meses). Y que conste que soluciones a este complejo rompecabezas las hay y ya las propusimos desde estas líneas; otra cosa es que esas soluciones impliquen abordar uno de los temas más sistémicos de entre los sistémicos: la propia confianza de los ciudadanos en el sistema, un charco en el que muchos no se atreven a pisar, sin darse cuenta de que hace años que estamos ya todos chapoteando en él.
A pesar de esa artificial recuperación económica espoleada a base de meras rebajas de impuestos que ahora hay que pagar y que ha llevado a las finanzas federales a una situación insostenible, éste es un punto especialmente sangrante en un contexto en el que el sentimiento anti-sistema sigue cotizando en niveles muy altos. La encrucijada pues parece a toda luz una disyuntiva vital para el capitalismo: ¿Volver a la senda de sus ideales y devolver el “American Dream” a los ciudadanos (y de igual manera en otros países), o bien perseverar en el cortoplacismo más aberrante y que se impongan los intereses creados para beneficio de unos pocos? Salida realmente sólo hay una, otra cosa es que se crea ver una salida por la tangente de los intereses personales donde realmente no hay ninguna salida para nadie en los plazos más largos.
E inevitablemente, esta inter-dependencia hace que los problemas de mayor envergadura de una de las superpotencias lo sean también de todo el resto (lo queramos o no), y que las soluciones que los diferentes Bancos Centrales van aplicando nos acaben por afectar a todos de una u otra manera. Éste es el caso de una FED que se puede estar viendo influenciada en parte por las decisiones de su hermano el BCE. Es lo que tiene vivir en un entorno de un capitalismo que ya es global, al igual que lo son sus flaquezas y políticas monetarias.
Lo que podría ser una “guerra de divisas” desde la penumbra
El reputado Wall Street Journal ya se hizo eco del hecho de que la situación descrita podría suponer que se esté librando una “guerra de divisas” encubierta entre Europa y Estados Unidos. Y razón puede no faltarles, porque, aunque tal vez ésa no sea la intención última de los responsables monetarios de la Eurozona, puede ser que en la práctica sus decisiones sí que se estén traduciendo en la misma situación que habría traído una de esas potencialmente dañinas guerras cambiarias.
Así, con una abultada diferencia de casi 3 puntos porcentuales entre los tipos de la FED y los del BCE, el gap en competitividad cambiaria que ello introduce entre Estados Unidos y Europa es un factor clave a tener en cuenta en la toma de decisiones de la FED, y que la institución no puede estar pasando por alto, máxime cuando es la economía estadounidense la que quedaría en clara situación de desventaja por este hecho. De esta manera, seguramente sin quererlo explícitamente y más movidos por la atonía económica imperante en la Eurozona, el caso es que el BCE estaría condicionando las decisiones de la FED, y sí, les guste o no, parte de las decisiones monetarias de Estados Unidos se estarían tomando hoy por hoy en Frankfurt. Esto es especialmente relevante en un entorno en el que, además, el BCE ya ha mostrado su intención de seguir ahondando aún más su política de tipos negativos.
En realidad, a la guerra de divisas abierta que muy probablemente está ya librando EEUU con una China que parece haber mostrado ya claramente al mundo con qué arma va a torpedear la línea de flotación de la economía estadounidense, se añadiría ahora una guerra de divisas encubierta con Europa, en lo que sería un doble salto mortal cambiario para los responsables de la institución estadounidense, a cuyos halcones parecen “crecerles los enanos”. Esta guerra cambiaria a tres bandas aumentaría considerablemente el riesgo de una “guerra de divisas” global, con las consecuencias que un conflicto comercial así podría llegar a tener para todo el mundo, si bien hay voces muy a tener en cuenta que defienden que las bajadas de tipos que forzaría en todo el mundo harían que ese potencial efecto dañino pudiese ser en parte revitalizador de las diferentes economías.
Y a esta “guerra de divisas” con varios frentes a la que se enfrenta la FED, y que estaría inclinando la balanza hacia acometer próximas bajadas de tipos en EEUU, se añade la actual coyuntura de desaceleración económica, que inclinaría la balanza aún más en el mismo sentido. Todo apunta a que la senda monetaria en EEUU debería ser marcadamente a la baja en los próximos trimestres como de hecho ya adelantara Powell, y a pesar de lo cual Trump no dudó en tacharle pública e igualmente de "enemigo"; no obstante, esta previsión de tipos a la baja en EEUU la hacemos con permiso del tensionamiento actual de su mercado laboral y de que la inflación no se revitalice (que está dormida, pero podría despertar según cambie el panorama). De esta manera, además, lograrían la cuadratura del círculo, y de paso acabarían en la senda intervencionista de bajar los tipos marcada por el con ello victorioso Trump (y la FED insiste en su independencia). No crean que el rompecabezas de la FED es fácil en los delicados momentos que se avecinan, pero en todo caso, en el momento actual, todo parece apuntar en esa misma dirección bajista.
La inter-dependencia global también puede tener su aspecto (muy) positivo
Pero no todo van a ser malos augurios y aspectos negativos en lo referente a la inter-dependencia de los Bancos Centrales. En economía (y en socioeconomía), casi todo son monedas de dos caras, y en todo caso, cuando la economía es global, inevitablemente las políticas monetarias también lo son. El aspecto positivo del asunto sería que ojalá que esa inter-dependencia se traduzca en algún momento en que alguna potencia socioeconómica desarrollada coja el toro anti-sistema por los cuernos, y decida dar pasos firmes para tratar de devolver la confianza en el sistema a sus ciudadanos.
Unos pasos que inevitablemente no pueden ser dados por los Bancos Centrales en solitario, sino que deben venir acompañados por lo propio por parte de todas las instituciones y dirigentes, y en especial por parte de los (casi) siempre controvertidos políticos. Esperemos que en algún país salte la chispa que prenda este reguero de regeneración por todos los demás, con la inter-dependencia de los Bancos Centrales y del resto de instituciones haciendo las veces de correa de transmisión.
Porque los Bancos Centrales tienen mucho que decir en todo esto, y no sólo porque con sus designios dirijan nuestras socioeconomías (lo cual ya es mucho), sino porque además deben ser conscientes de que son el espejo en el que se mira todo el sector económico y financiero: si ellos caen, cae la independencia de todo el sistema como un dominó. Así, es esencial que los Bancos Centrales, y en especial los más reputados como la FED, salvaguarden a toda costa su preciada independencia del poder político y huyan de esa dañina “economentira” que podría llegar a imponerse a nivel global, dinamitando el sistema desde dentro.
Por la parte del intervencionismo, claramente, parece que su independencia podría estar seriamente amenazada, tras la publicación de una reveladora carta abierta de exmandatarios de la FED abogando desesperadamente por la necesidad de su independencia frente al poder político: ahí también es clave la tendencia de dar ejemplo y no plegarse taxativamente ante los intereses creados. Si la FED sucumbe, no sólo caerá todo el sector en EEUU, sino que la inter-dependencia a diferentes niveles entre los Bancos Centrales haría que sea mucho más fácil que otros Bancos Centrales se plieguen igualmente ante el poder político. Como muestra de ese efecto de contagio, en una globalización que lo es a todos los niveles, no tienen más que ver cómo el populismo se ha extendido a lo ancho y largo del planeta. Con el tema de hoy muy probablemente acabaría ocurriendo lo mismo.
En ese optimista caso de que la regeneración más sistémica se contagie de país en país, lo que era un círculo vicioso, puede tornarse en un círculo virtuoso, por el que los Bancos Centrales de otros países y el resto de sus instituciones se vean abocados a tener que despertar también a sus ciudadanos de la pesadilla auto-destructiva más anti-sistema, para concederles de nuevo los dulces sueños al estilo “American Dream” de un sistema que les vuelva a beneficiar a todos en una medida más compensada, porque en el fondo casi todos nos sentimos parte de esa clase media tan vapuleada, lo que la convierte en un factor clave de sostenibilidad del sistema. Y cuidado, que esto no debe hacerse cortoplacistamente a base de una extensión de la suicida política de “deuda para todos”, cuya cuenta luego siempre hay que pagar de una manera u otra.
Ante un pueblo que muchas veces lamentablemente está menos informado que sus dirigentes, se suele hablar de que los ciudadanos debemos despertar ante ciertas situaciones; pues bien, parece que los que ahora tienen que despertar son nuestros dirigentes, y deberían hacerlo antes de que sea demasiado tarde y el daño y la desconfianza en el sistema sea irreparable. Entonces sólo ganarán los mesiánicos curanderos de feria que traen bajo el brazo esa “fórmula milagrosa”, que venden como que nadie haya descubierto antes, y no duden de que pueden acabar tomando al asalto el poder… momento en el que les conoceremos de verdad. No olviden las lecciones socioeconómicas que dejó la Gran Recesión: con la que se avecina, las situaciones límite pueden volver. Y entonces sí que nos lo jugaremos todo de verdad (sí, otra vez).
Así que puede que hoy por hoy una parte importante de las decisiones monetarias de la FED se estén tomando en Frankfurt, pero mucho me temo que una parte esencial de las decisiones más socioeconómicamente sistémicas también. Porque ahora mismo Europa es el último gran caballo de batalla donde las democracias occidentales se lo juegan todo: simplemente fíjense dónde la propaganda internacional ha puesto ahora su foco, desplegando todo su potencial de manipulación más cruda y destructiva. ¿No oyen ustedes un zumbido sordo en sus cabezas? Es el sonido de los destructores que cercan las costas europeas.
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