Estos días de atrás he estado leyendo unos posts de Roger Senserrich en Politikon que me retrajeron a la niñez. Concremante Roger hablaba de estudios acerca del impacto mental de la pobreza, como afecta la pobreza al procesamiento y la toma de decisiones. Y llegado ese punto me he quedado gravitando alrededor de la pobreza y del cortaplacismo, de las posibles causalidades y correlaciones entre ambas.
La tesis de Roger y los autores que cita se puede resumir en el siguiente párrafo:
Cuando una persona tiene pocos recursos, todo el “ancho de banda” disponible en sus capacidades cognitivas básicamente se obsesiona con el corto plazo. Toda la energía, todos los esfuerzos se dedican exclusivamente a intentar solucionar el problema urgente que tiene ante sí, descartando cualquier decisión secundaria que no lo solucione de inmediato. No es que los pobres sean “tontos”; sencillamente su cerebro se obsesiona con el corto plazo
Esta es la exposición de uno de los autores:
¿Causalidad en qué sentido?
Bien, vale, admitamos que estar en esa situación es algo así como estar corriendo de un lado a otro en el fondo de una pista de tenis despejando bolas como puedes, con el agravante de que si alguna te entra la cosa tiene consecuencias muy graves. Incluso entiendo que estar permanentemente en dicha situación puede ocasionar daños permanentes que explican la propensión al consumo de teléfonos móviles lujosos por parte de quien apenas tiene para un bocadillo.
Todo eso está bien, pero, y reconociendo no haber leído la obra en que Roger fundamenta el armazón teórico de sus apreciaciones, me pregunto hasta qué punto se nos ha olvidado aquello de que una correlación no implica necesariamente una causalidad. O yendo más allá, ¿y si la causalidad funciona también al revés?, ¿no genera el cortoplacismo pobreza?, ¿hasta qué punto esquemas mentales que apuestan por dicho cortoplacismo no predisponen a la pobreza?, ¿y si la pobreza proviene en muchas ocasiones del puro cortoplacismo, y por tanto este es causa y no efecto?
Cantos ideológicos y espirituales al cortoplacismo
Cuando era un crío vino un misionero a nuestro colegio. Nos hablo de su experiencia en Zaire, y se me quedó grabada su afirmación de que los zaireños vivían el día a día, que no pensaban, ni planificaban en un futuro, que lo importante era vivir el momento el día a día. En un primer momento entendí que aquello se debía a la pobreza y a la cantidad de desastres naturales y humanos que asolaban tierras como aquellas, donde la propia condición humana pende de un hilo. Pero recuerdo que lo dijo en un tono en el que había cierta alegría y admiración.
Hace unos años volví a percibir aquel tono al hablar con un persona muy introducida en circuitos orientalistas, de espiritualidad new age, de discurso claramente antioccidental. Me insistía en que en Occidente "pensamos" demasiado, somos demasiado cerebrales, nos agobiamos con el futuro y no somos capaces de ser intensos aquí y ahora. Un claro desprecio al mañana y a la planificación.
Fue entonces cuando me pregunté hasta qué punto esa relación entre pobreza y cortoplacismo era una relación de causalidad de ida y vuelta. ¿Esa mentalidad de ignorar el mañana, de no planificar, de no renunciar hoy para disponer mañana, eso cortoplacismo ideológico y espiritual no genera pobreza?
Mención aparte merece el hecho de cómo ambas personalidades religiosas apostaban por esa visión generadora de pobreza, y hasta que punto, para su negocio, les viene mucho mejor la existencia de pobres, de amplias masas de genere sin recursos a los que venderles una receta espiritual más allá del vulgar materialismo. ¿Pobres pero honrados?, pobres y creyentes más bien.
Creando problemas con el dinero
Nunca me han convencido los planes quinquenales, ni públicos ni de empresa. Siempre he desconfiado de los adoradores del powerpoint, pero tengo claro que buena parte de la pobreza en la que nos vemos metidos hoy es fruto de las apuestas cortoplacistas de gestores públicos y privados, de personas como nosotros y de aquellos que teniendo el poder y la responsabilidad para llevarse el ponche y decir que la funesta había acabado, subieron el volúmen e invitaron a una ronda más.
Item más, cuando Roger afirma que la pobreza genera problemas mentales, y que esto se soluciona con dinero, yo no lo tengo tan claro. Creo que es conveniente recordar que la riqueza también puedo generar más de un problema. Inmediatamente pensamos en esos ganadores de lotería que acaban arruinados y con la vida destrozada. ¿Y pregunto hasta qué punto España no gano esa lotería en forma de un brutal flujo de capitales y se comportó como esos juguetes rotos de los que hablamos?
Un asunto complicado, interesante, y mucho menos claro de lo que aprese. Ojalá fuese tan barato cómo para arreglar esos problemas sólo con dinero.
En El Blog Salmón | ¿Estas preparado para ser multimillonario?, La carga del hombre blanco se vuelve negocio Más información | Sciencemag.org Imagen | Amagili