Suecia viene demostrando a lo largo de la Historia Económica que, si bien asume su papel con modestia en un contexto global, lo cierto es que se caracteriza por ser un país realmente innovador también en términos socioeconómicos.
En esta ocasión, la nueva iniciativa que están valorando hace que el país ponga ya un pie en el terreno del cripto-sistema. Sí, en Suecia hay un serio debate político, académico e incluso social sobre si el país debe empezar a “acuñar” sus propios Bitcoins.
Sí, es Suecia… otra vez
Como les decía, aunque habitualmente sea relegada a un modesto segundo plano en un contexto económico global. Pero lo cierto es que Suecia ha sido un país que, si bien ha cometido como todos sus errores económicos, también ha sido una auténtica pionera en aspectos que han acabado fraguando en los cimientos mismos de nuestras socioeconomías de hoy en día.
Suecia ya fue el primer país que adoptó el dinero fiduciario, es decir el papel moneda sin valor intrínseco (se trata de un simple pedazo de papel), pero con valor facial respaldado por el estado emisor. Lo usual que nos resulta un billete o una moneda de las de hoy en día, a veces nos impide poder valorar el gran y disruptivo cambio que el pasar al dinero fiduciario supuso en su momento. Huelga decir que el asunto también tenía sus grandes riesgos, más por desconocidos que por ciertos, y que los suecos optaron con decisión por sus coronas suecas estampadas en papel.
También hemos visto más recientemente cómo Suecia es uno de los países pioneros en la adopción de la sociedad sin efectivo. Es cierto que actualmente hay un debate abierto en el país sobre la conveniencia o no de dar este electrónico paso. Desde estas líneas ya les analizamos este tema y nos posicionamos al respecto, según pueden leer en “Suecia es la cuna de la sociedad sin efectivo, y ahora se rebela contra ella”.
Pero el hecho es que, se traduzca finalmente en un cambio socioeconómico o no, los suecos han sido de los primeros en plantearse un paso más allá en la innovación socioeconómica. Tan seriamente como que, independientemente del desenlace final del debate y de una posible “marcha atrás” de la sociedad sin efectivo, hoy por hoy en Suecia tan sólo un 2% del PIB se traduce en billetes o monedas en circulación, mientras que en USA, en Suiza o en la Zona Euro, las cifras están en torno al 10%, y en Japón se duplica ampliamente este porcentaje.
Ahora se avista en alta mar un nuevo Bitcoin vikingo que se aproxima a nuestras costas
Ahora los suecos vuelven a demostrar que llevan la delantera a muchos otros países en lo que a la concepción y el progreso de su socioeconomía se refiere. En Suecia están planteándose seriamente qué utilidad, ventajas, desventajas y riesgos traería crear un “Bitcoin sueco”.
Hay que empezar diciendo que los suecos no han sido los primeros en valorar la adopción de una criptomoneda estatal. De hecho, ese primer Bitcoin “serio” tan intencionado del título pretende no pasar por alto este hecho. Y el hecho es que fue Venezuela el primer país que, no sólo se ha planteado la cuestión seriamente, sino que incluso ha decidido emitir el famoso Petro.
Eso, sí, también deben tener en cuenta que, como habrán leído en el análisis anterior del Blog Salmón, esta cripto-moneda es de todo menos seria, o al menos deberíamos decir que es poco recomendable de cara a otorgarle confiabilidad para depositar en ella nuestros ahorros. Recuerden que esa confiabilidad (junto con su adopción y la posibilidad de usarla en cualquier transacción) es precisamente de lo que se trata a la hora confiar el resultado del sudor de nuestras frentes a una moneda.
Lo que da mayor veracidad y seriedad a los planteamientos de la adopción de un Bitcoin sueco, frente a las elucubraciones de otros países, es lo nerviosos que se están poniendo los bancos suecos, que recuerden que son sus potencialmente mayores damnificados (o al menos sobre los que mayor impacto puede tener). Es por este motivo por lo que nos hemos decidido a traerles este análisis ahora.
Una ecuación de alto grado, muchas incógnitas, y un miembro potencialmente damnificado
Lo cierto es que sólo mencionarlo, el Bitcoin sueco que hace temblar a los miembros actuales de la ecuación monetaria (la banca tradicional), pues hay que despejar la incógnita que supone la adopción de una cripto-moneda. Y lo disruptivo del avance se traduce en un alto grado de la ecuación, por lo tanto con muchas y dispares soluciones posibles. Ahí reside la gran complejidad de este tema: no se puede prever a ciencia cierta todas las implicaciones últimas para una socioeconomía que puede acabar teniendo adoptar una cripto-moneda.
Pero los bancos suecos no están precisamente tan preocupados por las consecuencias socioeconómicas de entrar en la cripto-sociedad, como por el riesgo que puede suponer para su modelo de negocio tradicional. Efectivamente, una cripto-adopción tendría sus ventajas para todos, pero en su caso indudablemente pesarán más el potencial impacto en sus balances y en su poder actual.
Una de esas ventajas sería profundizar en esa tendencia inaugurada en los países nórdicos con la llegada de la sociedad sin efectivo. El Bitcoin sueco sería, al fin y al cabo, otra forma de dinero electrónico. Por ello comparte con el dinero electrónico las ventajas obvias en cuanto a facilidad de uso, ubicuidad, rapidez de transacciones independientemente del importe, reducir el fraude, etc. Evidentemente, una cripto-moneda sueca también conllevaría esos riesgos tecnológicos y de seguridad nacional que ya les analizamos en el artículo anterior sobre la sociedad sin efectivo en Suecia.
Otros factores diferenciales de un Bitcoin estatal
Pero hay otros factores diferenciales nuevos en la adopción de una cripto-moneda estatal frente al dinero electrónico “a secas”. Dejo al propio juicio de los lectores si ésta es una ventaja sólo para los estados, o también para los ciudadanos en general, pero el hecho es que un Bitcoin estatal le daría la vuelta a la tortilla del criptosistema. Un Bitcoin estatal devolvería a los Bancos Centrales el protagonismo económico que ahora ven tan en riesgo con un Bitcoin descentralizado que escapa totalmente a su control.
Un Bitcoin sueco, por mucho que fuese una cripto-moneda, por mucho que estuviese basado también en Blockchain, de alguna manera haría que el Banco Central Sueco recuperase todo o parte del control de la moneda que le quitaría una cripto-moneda descentralizada. Recuerden que Bitcoin, al fin y al cabo, es un software, y como tal admite muchas implementaciones posibles. El problema no es que la ristra final de unos y ceros la haya escrito un estado o un nodo descentralizado, sino los requisitos con los que se decide que esa ristra de bits sea escrita.
No duden de que uno de los requisitos funcionales de cualquier Banco Central sería el de controlar su emisión como poco: en ello les va su poder, su capacidad de influencia, y la posibilidad de regular una economía que, no lo olviden, de alguna manera tiene que ser regulada.
Es una quimera pensar que Bitcoin sólo va a traer idílicas ventajas, y que no tiene ningún riesgo implícito. Riesgos hay, y muchos más que que se facilite enormemente la posibilidad de ser atracado y que le roben todo su dinero limpiamente. Igualmente irreal es pensar que una economía puede autorregularse sola al 100%, bien sea en un modelo hiper-liberal sin apenas reguladores ni estados, bien sea en un modelo descentralizado sin nadie pueda poner orden cuando la cosa se desmande (y siempre lo hace porque la realidad acaba superando a la ficción).
¿Un Bitcoin estatal es realmente una buena idea? Sí y… no tanto…
Regular de alguna manera (y algo) habrá que regular sea como fuere, y con un Bitcoin descentralizado resulta prácticamente imposible. Y la mera imposibilidad de hacerlo ya es un gran riesgo para el caso de que la realidad sorprenda a los más ciber-punks, y acabe demostrando que la anarquía financiera no funciona.
No pretendo entrar en el debate de si esta anarquía financiera funcionaría o no. Simplemente trato de decir que, si el resultado es que no funciona, con Bitcoin no habrá posibilidad de regular apenas de ninguna forma. Y tengan en cuenta que, tras una cripto-adopción masiva, la marcha atrás sería difícil y dolorosa, contando además que por en medio ha podido caerse durante meses el sistema financiero de muchos países.
Ya analizamos para ustedes algunos de estos evidentes riesgos, y en los que la cripto-esfera muchas veces no repara, como por ejemplo hicimos con el análisis que exponía la indefensión de los inversores ante la falta de transparencia que traería a los mercados la adopción masiva del anonimato inherente a la actual concepción de la cripto-economía.
También saben que les hemos hablado en muchas ocasiones del riesgo de una cripto-burbuja que, cuanto más tiempo pasa a medio gas un 60% por debajo de máximos, más confirma su anterior existencia sobre la que les advertimos en su momento (y tengan en cuenta que llevamos ya unos meses en este cripto-terreno de nadie).
Es cierto que un Bitcoin estatal supone renunciar a muchos de los planteamientos más idealistas de los ciber-punks más visionarios de los noventa. Pero no es menos cierto que, en economía, lanzarse al vacío sin red es un riesgo colosal. La cuestión clave es dilucidar si ese riesgo es mayor o menor que que la red esté tensada por un Banco Central.
Ante el riesgo inasumible de un posible colapso financiero, un Bitcoin estatal se antoja una prudente solución a medio camino entre el Bitcoin descentralizado más idealista y el dinero fiduciario actual. Un Bitcoin estatal permitiría disfrutar de muchas de las ventajas de un Bitcoin descentralizado (también compartiendo algunos de sus riesgos), a la par que hereda algunas de las características necesarias del papel moneda actual.
No puedo negarles que lo mismo ocurre con algunas de las desventajas, pero el punto es que una de las desventajas que se quedan fuera es la mayor de todas: el riesgo de colapso socioeconómico. Y sí, no es el cuento de que viene el lobo. Es un riesgo real del cual los anales de la Historia Económica ya han dado cuenta varias veces con el correr de los siglos, y recuerden que actualmente estamos asistiendo en directo a uno de ellos.
Para los más “conspiranoicos” (entre los cuales en ocasiones podría llegar a incluirme), antes de que pongan el grito en el cielo, recuerden que ese software que es un Bitcoin estatal admite muchos requisitos funcionales y técnicos, y muchos grados posibles de descentralización. El problema no está en que se abogue por un Bitcoin estatal, sino en cómo ese Bitcoin estatal sea finalmente implementado.
Y claro, aquí es donde me siento algo ciber-punk, porque precisamente el propio sector financiero al que amenaza será el que más trate de influir (e influya) en su definición. Seguramente, por este tipo de motivos sea por lo que Satoshi Nakamoto decidió liberar Bitcoin por sorpresa, con nocturnidad y con alevosía: porque si no, nunca habría llegado a ver la luz. Y además lo hizo bajo un (por ahora) inquebrantable anonimato, porque si no lo más probable es que él ahora mismo estuviese (como poco) a la sombra.
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