Me he mostrado bastantes veces en contra del nuevo sistema del IVA de caja, básicamente porque el balance entre los beneficios que se consiguen y los problemas que crea en las empresas, hace que este sistema de IVA sólo sea una opción planteable en un grupo muy reducido de empresas. Y en esta línea no pienso yo solo, puesto que el Gobierno ha prorrogado el plazo de inclusión en el sistema de IVA de caja hasta el 31 de marzo, en lugar de agotar este plazo hoy. Si se ha prorrogado ha sido porque muy pocas empresas han optado por ahora por ese sistema.
Esta prórroga es la consecuencia del fracaso anticipado de la medida estrella de la ley de emprendedores. Normal que haya fracasado, puesto que muchos que la solicitaban en su momento, daban por hecho que el IVA de caja no iba a ser simétrico entre IVA cobrado e IVA pagado y por otra parte, la carga burocrática que se acompaña junto con el mero desplazamiento de tesorería que no arregla nada, no compensa en absoluto. Según la ATA, la culpa de que las empresas no se acojan al IVA de caja la tienen las grandes empresas por la presión que realizan sobre los pequeños (es posible, pero la culpa la tiene el Gobierno al hacer partícipe del IVA de caja a la empresa que no lo ha solicitado) y a los asesores fiscales, que somos el mal y no queremos que las empresas entren en el sistema.
Es completamente lógico que los asesores recomienden este sistema de IVA de caja en casos muy puntuales, dado que como ya he apuntado, a muy pocas empresas les beneficia el sistema, aparte de que entrar en el sistema de caja implica mayor trabajo administrativo para todos, que rara vez tiene su repercusión en las facturas. En abril veremos cuántos se incluyen en este sistema, pero todo apunta a que el sistema de caja no tendrá una afluencia masiva de empresas.
En El Blog Salmón | Aprobado el IVA de caja para 2014. Invento que va a decepcionar a más de uno, El gobierno, el IVA y la nula credibilidad