Los indicadores adelantados ya están ofreciendo un descenso importante de la actividad económica. El confinamiento de la población española ha llevado a gran parte de la actividad empresarial deje de ejecutarse.
A la espera de los datos trimestrales de PIB o la evolución de afiliados a la Seguridad Social y el desempleo, hay otros indicadores que podemos seguir más de cerca para empezar a valorar las consecuencias económicas del actual parón.
Es por ello que debemos de fijarnos en la evolución de la demanda energética ya que se establece una relación directa junto a la evolución de la actividad económica para empezar a valorar la gravedad de la situación.
La caída de la demanda eléctrica
La energía es uno de los suministros básicos, especialmente dentro del sector secundario en la industria pesada. Para ver los efectos reales del frenazo empresarial, podemos examinar cómo ha evolucionado la demanda eléctrica del pasado viernes frente al tercer viernes del mes de febrero.
Tal y como podemos comprobar en el siguiente gráfico de Red Eléctrica, el pasado viernes 21 de marzo, la demanda energética alcanzó el pico máximo a las 13:50 horas con 30.083 MW, asociada a unas emisiones de CO2 de 0,089 t/MW h.
Nada que ver con el día 21 de febrero. Durante ese día, asistimos a un pico máximo de demanda en 34.350 MW a las 09:40 horas, vinculada a unas emisiones de CO2 de 0,125 t/MW h. En otras palabras, en el mismo día comparativo la demanda energética de su pico máximo cayó un 13,5% y las emisiones bajaron un 29%.
Pero el dato más curioso si cabe, es que durante la jornada del viernes, salvo el pico máximo comentado, no se llegó a superar los 30.000 MW en ningún momento del día, mientras que el tercer viernes de febrero en todas la jornada laboral la demanda eléctrica se mantuvo por encima de esa referencia.
Desde una perspectiva más amplia, podemos ver qué ocurrió durante la semana anterior. Según los datos, del 16 al 22 de marzo, la demanda alcanzó los 4.344 GWh, lo que supone un 7,1% menos que la semana pasada y un 7,2% que la misma semana de 2019..
El consumo de carburantes se desploma
Tal y como afirma el Grupo CLH, que es la compañía internacional líder en el transporte y almacenamiento de productos petrolíferos en Europa, en el consumo de carburantes hemos visto un verdadero hundimiento.
Las salidas de productos petrolíferos desde las instalaciones de CLH hacia el mercado español se redujeron durante la semana del 16 al 22 de marzo respeto a la misma semana de 2019 tras el efecto de las medidas adoptadas.
Si desgranamos por la tipología de carburantes, las salidas de productos de automoción (Gasolinas y Gasóleo A) se redujeron un 41,3% respecto a 2019. En concreto, las salidas de Gasolinas descendieron un 56,0% y las de Gasóleo A un 37,8%.
Por su parte, el sector de las aerolíneas ha sido el más castigado por las numerosas cancelación restricciones de vuelos. A escala global, el tráfico aéreo ha disminuido entre un 40% y un 45% en la actualidad, según fuentes de seguimiento de los vuelos, y se espera un mayor deterioro en las próximas semanas a medida que entren en vigor más restricciones de vuelo y reducciones de la capacidad de las aerolíneas. Debido a ello, las salidas de carburantes de aviación descendieron un 63,8%.
El petróleo en mínimos
Desde el punto de vista del petróleo, su demanda está disminuyendo en todo el mundo a medida que más gobiernos anuncian cierres nacionales para frenar la propagación del coronavirus.
A ello, hay que sumarle factores vinculados a la oferta. El mercado también se enfrenta a la amenaza de un aumento de los suministros después de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros productores, incluida Rusia, una agrupación conocida como OPEP+, no lograron prorrogar un acuerdo para recortar la producción y apoyar los precios más allá de finales de marzo.
Si vemos un fuerte retroceso de la demanda más la amenaza de un incremento de oferta, no es de extrañar que la cotización del petróleo se haya hundido en un mes un 45%. Hoy el barril de brent cotiza en los 27,91 dólares.
Para un país con alta dependencia energética como es España, esta noticia tiene una clara connotación positiva. Si se mantienen los precios y se pacta suministro, el coste de la factura energética puede reducirse desde los 3.330 millones mensuales a algo más de 1.300 millones, lo que se traduciría en aproximadamente algo más de 2.000 millones de ahorro.