“Cómo ser tu propio jefe en apenas unos pasos”; “¿Tienes conexión a internet y muchas ideas? ¡Conviértete en emprendedor!”... Estos, u otros similares, son lemas recurrentes en la red que trasladan una visión deformada e irreal de lo que supone poner en marcha un proyecto empresarial. El llamado mito del garaje junto con un mensaje interesado por administraciones y demás agentes llevan a un cortoplacismo contraproducente.
En estos últimos tiempos, el número de veces que se ha pronunciado la palabra emprendedor por hora se ha incrementado de manera exponencial. Una de las razones es una ley aprobada, que contempla una serie de medidas económicas que redundan en una mayor facilidad para poner en marcha proyectos.
Pero al margen de este debate intensificado en estos últimos tiempos, lo que resulta, realmente, preocupante es el cortoplacismo que, en muchas ocasiones, trae implícito. La banalización del salto al vacío del emprendedor resulta, a todas luces, contraproducente y tramposa. Simplemente porque esos lemas que trasladan la idea de una tarea sencilla y atractiva empujan a dar el salto sin ser del todo conscientes de las dificultades.
¿Recuerdan los inicios de Apple, en un garaje de la casa familiar de Steve Jobs a mediados de la década de los 70 o los de Google, en 2005 en 1998 y en condiciones similares? ¿O los de Facebook, entre reuniones de amigos en la habitación de una universidad? Es ese mito del garaje, del todo sencillo, del emprendimiento entre jóvenes adolescentes que consiguieron amasar una fortuna.
Ese mito se une a la extendida búsqueda del éxito fácil y al mensaje interesado de administraciones y demás agentes de este ‘sector’. El resultado es, como decía, una imagen deformada de lo que supone poner en marcha un proyecto empresarial.
Es por esa razón por la que es necesario poner ciertas cautelas en este tema. ¿Facilidades para crear un verdadero ecosistema emprendedor, en el que el crédito y la inversión fluyan a la par que las ideas? Por supuesto. En España es más necesaria que nunca una actitud emprendedora, en la que el riesgo sea aceptado como un peaje que pagar y en la que el fracaso no sea un estigma insalvable.
¿Animar a quien no tiene un hueco en el mercado laboral a tratar de ‘fabricárselo’ uno mismo con su propio proyecto? Sí, sin duda. Muchas de las profesiones en nuestro país deberán reinventarse y muchos de los jóvenes que no tienen oportunidades en proyectos consolidados, deberán construir su propio futuro. Pero, eso sí, sin caer en esos mensajes cortoplacistas y tramposos basados en que ser tu propio jefe será sencillo y cuestión de tres simples pasos.
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