Los Arms Dudes fueron dos empresarios que con apenas experiencia consiguieron convertirse en uno de los proveedores del ejército norteamericano. El Pentágono es uno de los principales compradores del mundo, no sólo armas y munición, sino también otros productos más cotidianos como clips o tinta de impresora. Los dudes supieron a quién querían vender. Y le vendieron cientos de millones de dólares, muchas veces incumpliendo las condiciones de los contratos.
Efrain Diveroli, uno de los dos “dudes", su padre trabajaba vendiendo chalecos antibalas a la policía y su tío lo hacía con pistolas. Y él siempre quiso dedicarse al comercio de armas, lo llevaba en la sangre. En cambio su socio David Packouz venía más de ser un bala perdida cuyos padres estaban preocupados por su abuso de drogas durante su adolescencia, que lo llegaron a enviar a un internado especial para chicos con estos problemas en Israel. Precisamente ser ambos judíos y de un entorno parecido les hizo conectar y asociarse. Curiosamente la unión de dos socios en negocios turbios me hace recordar otra historia de la que ya hemos hablado, El Lobo de Wall Street.
¿Cómo consiguieron los Arms Dudes ser proveedores del Pentágono?
Si alguien ha visto la muy recomendable película “El señor de la guerra” protagonizada por Nicolas Cage verá que hay una diferencia entre el personaje mostrado y estos dos, la falta de profesionalidad. Los proveedores del Pentágono como General Dynamics, Lockheed o BAE Systems son bastante serias, por lo que dos balas perdidas no deberían de haber conseguido estos contratos. Además existe un problema adicional, los productos proporcionados por los dudes eran de dudoso origen y calidad. Le acabaron proporcionando al Pentágono material de mala calidad, por lo que uno se pregunta ¿cómo fueron capaces de conseguir esto?
Digamos que los siguientes factores proporcionaron una posibilidad que Diveroli y Packouz consiguieron aprovechar:
- El aumento de la demanda por parte del Pentágono dadas las guerras iniciadas por Estados Unidos en Irak y Afganistán tras los atentados del 11S. Además la necesidad de apoyar con armas a los ejércitos amigos, de modo que los estándares de calidad se rebajaban para estos casos
- La obligación que tiene el Pentágono de sacar a concurso público sus suministros, ya sean F16 o sobres
- El deseo de la Administración Bush de reservar un porcentaje de los contratos a Pymes, de modo que se pudieran proporcionar estímulo local a las empresas
- El gran mercado de armas que existe tras los excedentes de la Guerra Fría, que permitía una zona gris de trabajo, el objetivo de Diveroli
- Prveedores de armas de este mercado gris, que estaban encantados de utilizar a los Dudes como pantalla para proveer al principal cliente del mundo
- La dificultad de hacer ofertas correctas al Federal Bureau of Operations, encargado de las compras, que conseguía que muchos proveedores estuvieran contentos de ser la subcontrata de Diveroli
Además Diveroli se convirtió en un proveedor de confianza al ganar primero contratos pequeños de objetos más inofensivos, usando las conexiones familiares para montar su negocio. Diveroli y su socio se hicieron millonarios en cuestión de pocos años. Desde su oficina en Miami compraban balas en Europa del Este o China que eran transportadas por vía aérea hasta Kabul, dónde acaban en manos del ejército estadounidense o del de Kabul. No importaba que estuviera prohibida por las condiciones del contrato las armas chinas, estas eran desempaquetadas en lugares como Albania dónde se les borraba cualquier traza y se empaquetaban como si se hubieran producido allí.
Obviamente esto no es tan fácil, ya que también implica desafíos logísticos, tratos políticos con repúblicas de Asia Central bajo la esfera rusa y tratar con proveedores y otros agentes a los que en el mejor de los casos se podrían calificar “poco recomendables”.
El fin de los proveedores
Al final, poco a poco el imperio que habían montado Efrain y David acabó por caer. No se trataba sólo de las denuncias que empezó a hacerles la competencia, como por ejemplo la prohibición de comprar material chino para el ejército o las discrepancias entre ellos. Al final diversas investigaciones les acabaron encontrando culpable de sus delitos y Diveroli fue condenado a cuatro años entre rejas en 2011. Además ha declarado que quiere seguir en el negocio, ha afirmado que una vez uno se convierte en vendedor de armas, no puede dejarlo nunca.
Es decir, no es que su cliente fuera estúpido y no fuera a encontrar nada, pero durante años consiguieron proveer al Pentágono de munición china a pesar de tenerlo expresamente prohibido.
El “House Committee on Oversight and Government Reform” ha usado el caso de studio de AEY (la empresa que fundaron) como un ejemplo de hacer las cosas mal, dejando claro que se eligió mal al proveedor, no investigándolo lo suficiente por un lado, y tampoco se vigiló correctamente el cumplimiento del contrato. Las conclusiones no son raras, básicamente algo que aplicar a cualquier proveedor de la administración de cualquier país y nivel, independientemente de que se trate de armas o pupitres para los colegios. Una lección que debe tener muy en cuenta la administración, especialmente cuando en los criterios se pone un proveedor u otro exclusivamente por asuntos políticos.
Mientras tanto hay una película en curso, va a ser dirigida por el mismo director que Resacón En Las Vegas. Dejo las conclusiones para los lectores.
En El Blog Salmón | Código de Buen Gobierno
Vía | Rolling Stone, Mother Jones, NY Daily News
Imagen | The US Army