Hace unos días se hacía pública la nueva lista de los más ricos del mundo y llegó la sorpresa: Amancio Ortega se coló en el top 3, sólo por detrás de Carlos Slim y Bill Gates. Su fortuna amasada durante años con el Grupo Inditex alcanza los 46.600 millones de dólares, siendo la que más creció. Y como era de esperar, se han repetido los reportajes cargados de alabanzas y hablando sobre su fórmula del éxito. Unos reportajes, como este de El País de ayer, que vuelven a obviar sus polémicas y más que discutibles políticas de fabricación o su forma de facturar sus ventas en ‘paraísos’ como Irlanda. Unas políticas que han recibido duras críticas y denuncias por explotación, algunas con éxito y otras no.
Es cierto que no es un rasgo que los diferencie del resto, pues todos sus competidores directos también eligen fabricar la ropa en ciertos países con mano de obra más barata. Por tanto, si los demás lo hacen, es indudable que Ortega hace las cosas mejor que su competencia, cuando en mitad de este huracán económico y con unas condiciones similares de producción logra incrementar sus ventas. La capacidad de reacción y adaptación, una logística impresionante y una industria eficaz son unos logros innegables. No lo dudo.
Pero, uno se pregunta si, realmente, es de alabar la estrategia empresarial en su conjunto de Inditex y, por ende, de Amancio Ortega. Si lograr más margen de beneficio a costa de tus costes de producción, pagando 178 euros al mes por 65 horas de trabajo a la semana en fábricas de Tánger o India, es algo para sentirse orgullosos. Si esta firma se merece nuestro aplauso cuando, como bien explica en el reportaje de El País, entre sus características de marketing destaca la no utilización de la marca España, haciendo que en muchos países los clientes no asocien Zara a nuestro país. Si, en el momento más difícil para este país y con los sacrificios tributarios de todos a la orden del día, debemos alabar a una compañía que hace ‘requiebros’ fiscales (justificados o no sobre el papel) para facturar sus ventas online desde Irlanda.
En su descargo se habla del código de buenas conductas de la empresa e insisten en que la explotación la llevan a cabo las empresas subcontratadas y no ellos directamente. Pero, ¿es esa la justificación? ¿La empresa encargada finalmente de la producción no debe controlar todo el proceso?
Poner en cuestión que un gran grupo busque maximizar sus beneficios es, directamente, poner en cuestión el sistema económico que nos hemos dado, algo que no es el fin de este post. Entiendo que en un momento tan díficil como el actual se antoja complicado criticar a empresas que, pese a todo, siguen generando riqueza. No lo niego. Pero sí creo que habría que reflexionar sobre si son éstos los modelos económicos o empresariales que han de quedar, que se han de aplaudir en el futuro. Al margen de la respuesta, lo único que sí hay que pedir es que, al menos, no se obvien datos que son indispensables para entender una parte importante de esas increíbles cifras que dejan impresionados a propios y extraños.
En El Blog Salmón | El caso Inditex, el ejemplo del taller que se convirtió en la mayor multinacional textil, Inditex seguirá facturando sus ventas online desde Irlanda
Imagen | Paco Seoane