El sexo a bordo de un avión es una de las fantasías más recurrentes. Que se lo digan a Liz Hurley, a Ralph Fiennes, o a los miembros del Mile High Club. Quizás esta fantasía queda grabada a fuego con las famosas escenas de Silvya Kristel en Emmanuelle. Si no recuerdo mal, era durante un viaje a Tailandia donde tenia uno de sus encuentros. Lo cierto es que la película ha envejecido muy mal, pero la fantasía sigue perenne. Eso si, hay quien no lo comparte a pesar de invitar a ello. Recientemente Singapore Airlines ha estrenado el nuevo Airbus, un auténtico mastodonte de los cielos. Su descomunal capacidad permite que los viajeros tengan habitaciones con cama doble (hablamos de 28000 euros ida y vuelta). Servicio de lujo asiático, que incluye suministro continuo de champán y ostras. Pero como las habitaciones no están insonorizadas han decidido prohibir a las parejas que extremen su efusividad. Nada de sexo de altura. Y me da que pensar:
<li>Es una estrategia de la compañía para salir en los medios.</li>
<li>Son tan majos que dentro de su marketing esta prohibir lo que ponen tan fácil, sólo para darle algún estimulo adicional.</li>
<li>Son tan torpes que no se dan cuenta de que su marketing emite señales contradictorias.</li>
<li>Me gustaría saber cual la actitud que recomienda el manual de la empresa para impedir estas situaciones, una vez se detectan. Me ha encantado el estilo británico del responsable que ha manifestado que, "<em>si las parejas usan nuestras camas dobles para desarrollar actividades inapropiadas, les pediremos amablemente que se detengan</em>". Esto lo sostiene un tal Forshaw.</li></ul>
Sr. Forshaw, pensando en el negocio, insonorice esas habitaciones y repercutalo en el pasaje. Saldrá ganando.