Es una industria muy compleja. La volatilidad de los juegos móviles es enorme y eso dificulta dar estabilidad a un proyecto. La finlandesa Rovio encontró hace seis años la gallina de los huevos de oro: Angry Birds. Su crecimiento fue fulgurante, pero el agotamiento del producto no ha sido compensado.
Ha sido discutible su capacidad para diversificar y generar más ingresos en un entorno muy competitivo repleto de grandes adversarios. Y en 2014 se ha comprobado de nuevo: casi un 9% de descenso en los ingresos hasta quedarse en los 158 millones de euros.
Sus mayores esfuerzos por introducirse en el segmento del merchandising o las licencias de contenido no han dado el resultado esperado. No sólo no han frenado la bajada en el volumen de negocio, sino que han incrementado los costes y por tanto los beneficios operativos se han resentido. Si en 2012 eran 76,8 millones, en 2013 se quedaban en 36,5. El pasado 2014 apenas se quedaron en los 10 millones.
En la compañía reconocen que ese segmento de los productos de consumo no ha obtenido resultados "satisfactorios". Confían, sin embargo, en esta rama como tabla de salvación (estrenarán pronto una película con los pájaros protagonistas), junto a los intentos con otros juegos.
Desde que en 2009 saliera la primera versión del título, como asegura WSJ, han superado la decena de secuelas, tratando de motivar a la gallina. Los resultados no han acompañado.
En El Blog Salmón | La historia del auge y la caída del negocio de los pájaros de Angry Birds
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