Si el grifo de la financiación tradicional se mantiene prácticamente cerrado, sólo hay una salida: buscar o crear nuevas vías para ello. Es lo que han decidido dos de los gigantes tecnológicos en la actualidad. Google y Amazon han lanzado a la par servicios de financiación para sus clientes, con los que incrementar el negocio con aquellos que no tienen acceso al crédito. Una operación arriesgada, aunque lógica, que puede resultar un arma de doble filo.
La falta de crédito en el sector privado, motivado por la crisis financiera mundial, ha echado por tierra innumerables negocios desde que a finales de 2007 se percibieran los primeros síntomas de la caída. Las dificultades de las entidades financieras tradicionales han hecho que el grifo se cierre y que muchas iniciativas empresariales viables se hayan quedado sin el oxígeno necesario para subsistir.
Ante este escenario, los grandes de la tecnología mundial han dado un paso al frente. Google y Amazon ofrecerán préstamos a sus clientes para facilitar la actividad y, además, abrir una nueva línea de negocio. Pero, realmente, ¿qué implica esta iniciativa? Ambos matan dos pájaros de un tiro: dan liquidez a sus clientes para consumir sus servicios, dando uso a una gran cantidad de dinero en efectivo con el que cuentan y, además, fortalecen sus negocios con más clientes que, si no fuera con esta medida, se quedarían fuera.
¿A qué condiciones lo van a hacer? Pues, aún no se han dado muchos detalles. En el caso de Google, emitirán sus propias tarjetas de crédito, con un interés del 8,9 % para Estados Unidos, donde comenzarán. En el caso de Amazon, no se han ofrecido datos sobre los tipos, pero sí que el pago de esos intereses serán deducidos de las cuentas de los vendedores de la plataforma.
¿Es un paso acertado? A priori, sí. Se inicia así un nuevo terreno de lucha entre los gigantes de la red, en el que, como decíamos, podrán matar dos pájaros de un tiro. Eso sí, deberán andar con pies de plomo, es un paso muy arriesgado. La avaricia puede romper el saco. Que se lo digan a las entidades financieras que acabaron sufriendo los varapalos de los excesos crediticios del pasado.
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Imagen | Scottish Government